El 8 de septiembre la iglesia católica celebra el natalicio de la virgen María. En el año de 1531, en el cerro del Tepeyac, bajo la advocación de María de Guadalupe, la virgen se apareció a un indígena de lengua náhuatl originario de Cuautitlán y encomendándole al hoy (Juan Diego) la casi imposible tarea de convencer al obispo Fray Juan de Zumárraga, noble franciscano, que en las inmediaciones de aquel promontorio construyera un santuario para que el pueblo recién convertido pudiera ahí reverenciar a la madre de Jesucristo.

La aparición guadalupana es de la mayor trascendencia no sólo por la implicación contundente que tuvo para la conversión de los ex súbditos mexicas en el valle de México, sino también, porque dejó una prueba material de su visita; en la tilma de Juan Diego, aún hoy exhibida en la monumental basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, y donde pueden verse distintos símbolos que colocan esta aparición como la primera propiamente apocalíptica. Posteriormente, las apariciones de La Salette, Lourdes y Fátima, reconocidas todas por la iglesia católica, y otras como Garabandal, aún por definir su sobrenaturalidad, se plegaron al modelo de apariciones hechas a niños y niñas muy humildes a los que la virgen dejaba un mensaje verbal que los videntes transmitían.

Sin embargo, en el caso de Juan Diego, el mensaje fue sobre todo, gráfico; la tilma ha sido sujeta a múltiples estudios que sólo parecen aportar mayores datos sobre su autenticidad y complejidad. Cuando decimos que esta aparición inicia el ciclo apocalíptico, nos referimos a que todo el mensaje mariano de entonces a la fecha, es una continuada advertencia sobre cómo será el final de los tiempos, la gran tribulación y otros hechos descritos en las sagradas escrituras, siempre con las peticiones de la virgen de arrepentimiento y oración, pero siempre también señalando el ataque al orden cristiano y a la propia iglesia por parte de poderosas fuerzas, incluso dentro de la misma institución religiosa, dedicadas a imponer un nuevo orden político y religioso contrario al evangelio.

Donald Trump ha manifestado en diversas ocasiones pertenecer a la fe presbiteriana, y la iglesia presbiteriana no es otra cosa que la importación de los colonos de la fe anglicana en su estado de mayor proximidad al catolicismo (periodo encabezado por los reyes Estuardo); por otro lado, Melania Trump, esposa del candidato, ha dejado claro que es católica perteneciente a su rito nacional ortodoxo (el de Eslovenia).

Para cualquier candidato republicano hubiera sido impensable hacer lo que hizo Trump: utilizar la imagen de la virgen de Guadalupe con toda su simbología y carga apocalíptica durante la fiesta del 8 de septiembre, para felicitarla por su natalicio que, como ya dijimos, se celebra ese día. Esto, fundamentalmente, debido a que una buena parte de la “base dura” del republicanismo está adherida a distintos cultos protestantes, muchos de ellos opuestos a las tradiciones católicas con relación a la veneración mariana. Con toda certeza, la publicación de esta imagen ha sido cuestionada por muchos de los más duros seguidores de Trump; sin embargo, el candidato asume el riesgo y lanza esta poderosa imagen que parece insertar la escatología del final de los tiempos en la batalla electoral norteamericana.

Las columnas más leídas de hoy

Nos preguntamos entonces, ¿por qué Trump, a riesgo de lastimar a sus fans, toma este riesgo?, la respuesta nos dará el hecho cierto de que en la tradición demócrata muchos católicos (como minoría) han votado por ese partido. John F Kennedy y el propio presidente Biden han manifestado públicamente su fe católica, sin embargo, la radicalización en una visión de izquierda social que rompe con los conceptos tradicionales de matrimonio, familia y género, así como un programa económico francamente estatista, colocan al partido demócrata y su candidata, Kamala Harris, como promotores de una agenda anticatólica y anticristiana, el hecho, por ejemplo, de que haya habido un quirófano para abortos en la convención demócrata que eligió a Harris, grafica esta realidad, o el hecho de que la administración Biden/Harris haya catalogado a los católicos tradicionalistas como extremistas peligrosos, y ordenado su vigilancia por parte del FBI, son parte del mismo tipo de pensamiento nuevo en el partido demócrata y sus administraciones.

Los mexicanos en Estados Unidos y en México, poseedores de la doble nacionalidad suman millones y, además, residen muchos de ellos en distritos en cerrada disputa, por lo que su voto, por primera vez y ante las estimaciones en la carrera presidencial, será decisivo.

El símbolo guadalupano debe ser asumido en un contexto muy distinto de cualquier otra elección de Estados Unidos. Es histórico sin duda lo que Trump hizo, y más histórico sería que los guadalupanos definieran esta elección.

La entrevista que realizó Karina Yapor a Donald Trump Jr. en el medio hispano Voz Media, es un ejemplo del cambio de los tiempos en la visión republicana. En ella, como no se había hecho antes desde la perspectiva republicana, se analizó el tema del voto hispano, más aún del mexicano y su importancia estratégica.