Ayer se cumplieron 10 días de la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos y en este breve periodo nos ha demostrado varias cosas:

1.- Que su retórica lo tiene convertido en todo un fenómeno mediático del que se habla de manera cotidiana.

2.- Que su ánimo de amenazar y amenazar no solo toca a América Latina, ya lleva varios desencuentros en todo el mundo.

3.- Que le gusta estirar la liga hasta donde puede y después se atribuye triunfos que ocurren en su imaginación.

4.- Que su determinación de pelear, llega hasta donde se encuentra alguien que le responde en el mismo tono.

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5.- Que a la fecha más allá de las amenazas, no ha realizado deportaciones masivas, al menos no en los niveles que se esperaba.

6.- Que al público estadounidense ya le está cansando este empeño de pelear con todos, a toda hora y por todo.

7.- Que Estados Unidos necesita de la mano de obra migrante para funcionar.

8.- Que todos ya apostamos por ver hasta cuando le dura la rijosidad a Trump.

9.- Que es grosero, racista, un bully sin gracia, que solo amenaza con usar la fuerza bruta pero que carece de argumentos.

10.- Que la confianza del electorado norteamericano lo está abandonando.

Todo eso en solo 10 días, Donald Trump no ha sabido construir, solo entiende la lógica de destruir, y eso creo que en este momento lo hace un peligro para sí mismo y para su país.

Este fin de semana será clave para la relación entre México y Estados Unidos, si el presidente de ese país cumple con su amenaza y va más allá de los aspavientos, los gritos impone aranceles de 25% a sus principales socios comerciales, no habrá vuelta atrás.

México en ese escenario estará obligado a responder en el mismo tono y en el mismo nivel, y creo que Canadá hará igual.

En ese momento comenzar la marcha atrás y la demolición del acuerdo comercial para América del Norte podrá comenzar, con los daños fuertes a la economía de los 3 países.

Ahora ese es el escenario rudo, que yo no creo que ocurra. La realidad acaba por imponerse y si la lógica de lo que al final hace Trump por encima de lo que dice, se traduce en medidas comerciales unilaterales muy dirigidas, su efecto será similar al de su plan de “deportaciones masivas”.

Es decir, serán medidas diseñadas y dirigidas para su público, un grupo de kukuxclanes trasnochados, neonazis y supremacistas blancos que se creen sus discursos, pero al final esperan que alguien más levante las cosechas, construya las casas y haga funcionar la economía de Estados Unidos.

La realidad de la mayor economía de consumo del mundo puede verse trastocada muy pronto si la retórica trumpiana se hace realidad, los costos de bienes de consumo que los norteamericanos acostumbran de manera cotidiana se dispararán, el costo de la mano de obra (ya de por si altos) en Estados Unidos se irá hasta le cielo y productos de consumo intermedio y permanente subirá.

La presión de los consumidores (ciudadanos al fin) será tanta que el clamor de la sociedad estadounidense obligará a Donald Trump a doblarse.

Solamente en estos 10 días la popularidad del presidente recién llegado, se desplomó en 7 puntos y cayó del 50% de los norteamericanos (47% lo aprueba), y apenas está por cumplir su segunda semana en el cargo.

Es evidente que hay algunos en Estados Unidos que disfrutan y comparten el discurso de odio que propulsó a Trump a un segundo mandato en la Casa Blanca, pero a la mayoría de los norteamericanos no les gusta que le llamen basura a quienes les han ayudado por tantos años, a quienes han contribuido a construir ese país, a sus vecinos, a las personas con las que han establecido lazos de amistad, lazos amorosos y de confianza.

Al final de cuentas Estados Unidos no ha dejado de ser un país de migrantes, hoy por hoy las comunidades latinas representan el 20% de la población en ese país y los mexicanos el 15%, pero hay otras comunidades minoritarias, los afroamericanos, los asiáticos, incluso los eslavos y europeos del este, que se sienten amenazados por la retórica trumpista.

Y claro el mundo no se puede permitir la reedición de experiencias ya pasadas, experiencias que nos alcanzaron a mostrar los alcances de la crueldad y la miseria humana.

Donald Trump por momentos se parece, se mira al espejo del creador del Tercer Reich, por su racismo, por su discurso de odio, pretendiendo que los inmigrantes latinoamericanos son delincuentes y por tanto los culpables de todos los problemas de su país.

Mi duda es ¿hasta dónde le va alcanzar el discurso y hasta dónde se lo permitirán los ciudadanos de su país?

No creo que llegue al mes así. Donald Trump es al final de cuentas como la fabula de Pedro y el Lobo, la diferencia es que aquí el lobo todavía no llegará.