Fue el 4 de noviembre de 2008, y lo recuerdo como si fuera ayer; estaba en la sede sindical, concretamente en mi oficina como secretaria de Actas de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA). Hablaba por teléfono con una agremiada acerca de la situación por la que atravesábamos los sobrecargos de Mexicana de Aviación, por el litigio contra Gastón Azcárraga, y su demanda por Conflicto Colectivo de Naturaleza Económica (CCNE).

Era relativamente tarde, pero yo seguía en la oficina. Entonces mi interlocutora paró la charla para decirme que en ese momento había caído un avión en pleno Paseo de la Reforma.

Esa fue la primera información que se dio; suspendimos la charla y traté de obtener más información, porque durante los primeros minutos después del siniestro, las versiones disponibles solo hablaban de que “una aeronave se había estrellado en la calle Monte Pelvux, y Ferrocarril de Cuernavaca, Colonia Lomas de Chapultepec, en Miguel Hidalgo.

Por supuesto pensé en la trayectoria que entonces tenían los aviones para entrar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Por la hora (18:46) y por descarte, empecé a especular qué avión podría ser el siniestrado. Por esa zona, a esa hora pasaba el vuelo de Mexicana de Aviación, operado en un B767 proveniente de EZE (Buenos Aires).

Los minutos pasaban y la información comenzó a fluir; tal vez recuerdan que por un momento se cerró el espacio aéreo, y los vuelos que venían detrás de la aeronave siniestrada se redirigieron a aeropuertos alternos, aunque está medida duro poco tiempo, pues se restablecieron las operaciones aéreas en un par de horas.

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Todo esto viene a colación porque el expresidente Felipe Calderón, el ser humano al que más desprecio en este mundo, acaba de dar una entrevista en el “podcast” o “programa” de Yordi Rosado, culpando del accidente de Mouriño a “una tontería de los pilotos” y ¡bueno!, esa declaración remueve y escuece mis más profundas heridas.

La información “oficial” del trágico accidente aéreo señala que fue culpa de los pilotos por no seguir las instrucciones de la torre de control, y también por la turbulencia de estela generada por B767 de Compañía Mexicana de Aviación, que venía de Buenos Aires.

Dentro de la aviación, sabemos que en este tipo de accidentes fatales lo más socorrido es culpar a los pilotos, porque ya no podrán defenderse de las acusaciones. Lo que es un hecho, es que la información oficial dista mucho de lo que pasó en realidad, y de lo que evidentemente no se habla.

Más allá del tema conspiranóico -e incluso del involucramiento del narco en este evento-, quiero que hablemos de la enorme corrupción del gobierno de Calderón, que al final fue la responsable de la tragedia.

El avión Learjet 45 que despegó de San Luis Potosí tenía un plan de vuelo original, que culminaba aterrizando en el aeropuerto de Toluca; así se lo informaron al entonces Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño; sin embargo, trascendió que a él le daba mucha flojera tener que trasladarse de Toluca a su casa, y pidió que cambiasen en plan de vuelo al AICM.

Aquí tenemos el primer gran acto de corrupción: todos los días los aeropuertos del país saben a la perfección qué vuelos entran y cuáles salen. Y es que para el despegue o aterrizaje hay que formar estos vuelos; por tema de seguridad aérea ya tienen contabilizadas las operaciones en un día.

El problema es que el gobierno de Calderón siguió utilizando el AICM como su aeropuerto personal. Recordemos que bajo la administración de Ernesto Zedillo el aeropuerto ya había colapsado operativamente, razón por la cual se decretó sacar a toda la aviación privada y gubernamental del Benito Juárez.

Mouriño no quiso aterrizar en Toluca, así que obligó al Aeropuerto de San Luis Potosí -y a los pilotos- a hacer un nuevo plan de vuelo, para aterrizar en el AICM, un vuelo que los controladores no tenían contemplado para formarlo en la ruta de descenso hacia el aeropuerto.

Calderón siempre nos culpó -a la gente de Mexicana- del accidente de su amigo entrañable Juan Camilo, por esa maldita turbulencia de estela que “tiró” el Learjet. Pero si estás inmerso en la aviación, sabías que a Juan Camilo le gustaba jugar a los avioncitos, literal.

Cuando se estrelló el avión, una de las primeras versiones dentro del mundo aeronáutico del país fue que la nave era piloteada por el propio Juan Camilo; sin embargo, al sacar las cajas negras confirmaron que no, que las voces grabadas corresponden al piloto y copiloto de la aeronave.

Sin embargo, recordemos que los aviones tienen dos cajas negras, pero la que registra los datos, no funcionaba; resulta que tenía dos años estando inoperativa. Aquí la pregunta es: ¿por qué un avión oficial tenía inoperativa una de sus dos cajas negras?

Es responsabilidad del gobierno verificar que sus aeronaves cumplan con todos los requisitos; lo mismo con el caso de los pilotos, a los que han hecho pasar como unos inexpertos que “falsificaron” sus habilidades para operar un Learjet45.

En ese entonces, ¿la verificación no era responsabilidad de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC)? ¿Estaban comiéndose los mocos? ¿por qué la máxima autoridad aeronáutica del país permitió que operasen dicha aeronave dos pilotos con licencias falsas?

¿Me están diciendo que el gobierno no tenía ningún control sobre la operación de aeronaves en el país? Esta fue una de las razones por las que el gobierno norteamericano, a través de la Agencia Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) nos degradó a Categoría 2 a mediados de 2010 porque, debe decirse, ese no fue el único accidente dentro de los gobiernos del PAN.

Regreso a lo que más me enfada: la turbulencia de estela del B767, que “tiró” al Learjet45. Si yo nunca hubiese volado, ni estudiado el tema de las turbulencias, les habría comprado el cuento, pero no es la realidad; una turbulencia no “tira” aviones, y menos en las condiciones climatológicas que hubo ese día.

Por eso no resulta nada extraño el encubrimiento que sí hubo para que nunca saliera la verdad sobre este accidente. Hubo 32 líneas de investigación y quienes estuvieron a cargo fueron despedidos ¿Por qué despedirías a los responsables de la investigación?

La responsabilidad del fatídico accidente recae en el gobierno de Felipe Calderón, empezando por la modificación del plan de vuelo a la Ciudad de México, en lugar de irse a Toluca, con una caja negra inoperativa y la nula supervisión por parte de la DGAC, que supuestamente dejó que el secretario de Gobernación del país volase con pilotos que habían falsificado sus licencias de vuelo.

Calderón acaba de afirmarlo: fue por una “tontería” del piloto. ¿Cuál tontería? ¿Qué tontería? ¿Cuál fue el error que cometió exactamente? ¿Realmente los pilotos no estaban capacitados? ¿O es más fácil culpar a los muertos?

Porque una gran queja de las familias de estos pilotos es precisamente el que hayan manchado su nombre; a Calderón eso poco le importa, lavarse las manos de responsabilidad es lo que más le apura.

Y sobre todo repartir culpas, para que la gente no haga las preguntas indicadas que nos lleven a la respuesta correcta de qué fue realmente lo que pasó.

Piénsenlo así: ¿ustedes siendo funcionarios del gobierno volarían con pilotos inexpertos? Como parte del gobierno, ¿no tendrían especial cuidado en revisar quién va llevando su vida? En la aviación comercial, y esto se hace en cada vuelo, no podemos despegar sin antes haber revisando las vigencias de las licencias de los pilotos, de los sobrecargos, verificando que los exámenes médicos sean vigentes, pasaporte, visas, ICAO y cualquier otro requisito que pida la empresa, debe estar al día.

Es más, si olvidaste o perdiste tu ID (identificación de la empresa) aunque te conozcan todos los trabajadores del aeropuerto, y seas compadre de cada uno de ellos, no puedes volar, en cada vuelo debes demostrar que cuentas con todos y cada uno de tus documentos, y que están en regla.

Esto es un requisito que pide la autoridad aeronáutica del país -antes la DGAC, ahora la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC)- Sin tu documentación completa y vigente, simple y sencillamente no vuelas; tienes que mostrarla y someterla a revisión; no es un rollo de “confía en mí, si los traigo”, se checa absolutamente todo.

Y esto sucede desde hace muchísimos años; desde antes de la docena trágica panista, este mecanismo de verificación previo al vuelo ya existía. Entonces repito: ¿cuál era el nivel de corrupción para que los dos pilotos que iban a transportar al secretario de Gobernación fueran unos improvisados, que además falsificaron sus documentos?, ¿en serio me están diciendo que el gobierno no se dio cuenta?

Fue un trágico accidente, sin duda, pero es más tragedia que le sigan dando foro a un personaje oscuro y siniestro como lo es Felipe Calderón; pero, ¿qué podemos esperar de un Yordi Rosado?, “poco”, que debe leerse como “nada”.