No caí en las fake news de quienes, ayer viernes por la noche, especulaban que la salud del presidente López Obrador se había deteriorado bastante.

Creo que estoy curado de espanto en lo relacionado con tratamientos médicos, por complejos que sean.

Aunque, desgraciadamente, rara vez he sido yo el enfermo, conozco muy bien el tema por más de dos décadas de visitas demasiado frecuentes a hospitales para procedimientos de lo más agresivos en personas adultas y niños de mi familia, y siempre han salido bien las cosas porque los médicos los han realizado de la manera correcta; así que no me iba a asustar —por más cateterismo que incluyera— la revisión del estado de salud de alguien con antecedentes de infarto cardiaco como Andrés Manuel.

Nuestro presidente se encuentra muy bien de salud y eso es lo importante. Hay López Obrador para rato, y debemos celebrarlo.

Desde luego que me alegra que se haya frustrado el deseo de ver a AMLO gravemente enfermo que expresaron aspirantes golpistas sin calidad ética como Felipe Calderón, quien alentó la locura de un sector de la oposición al difundir, en Twitter, la nota de cierto sitio de internet especializado en noticias falsas.

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Felipe Calderón alarmó sobre estado de salud de AMLO

Calderón borró su tuit cuando entendió la gravedad de lo que había hecho; y es que, haiga sido como haiga sido —es decir, a pesar de haber llegado gracias al fraude electoral—, él estuvo al frente de la presidencia de México y, por lo tanto, tiene responsabilidades mayores que cualquier otro idiota de Twitter.

Por muchas razones —sobre todo por haber entregado la estrategia de combate contra el narco a un colaborador del cártel de Sinaloa, Genaro García Luna—, tal como ha propuesto Epigmenio Ibarra, el señor Calderón merecería ser enjuiciado y castigado: #ParaCalderonJuicioyCastigo. Así que sumar a sus pecados anteriores un intento de desestabilización desde la redes sociales especulando con la salud de AMLO, ya era un exceso que le iba a costar; por lo tanto, borró su mensaje. Hipócritamente después expresó su deseo de que Andrés Manuel estuviera bien, pero lo que hizo antes condena al expansiva.

Afortunadamente algunos pudimos copiar el tuit perverso de Calderón antes de que lo eliminara y exhibimos su miseria de carroñero de la política.

En fin, más allá de la mezquindad de algunas personas que se oponen a AMLO y no saben cómo trabajar democráticamente para hacer crecer opciones políticas en la oposición, el hecho es que el presidente López Obrador está bien, se cuida, se atiende y volverá en el plazo inmediato a sus actividades.

Deer Park

La otra gran noticia de ayer fue que se concretó la compra refinería Deer Park.

En la mañanera del viernes el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, lo informó al presidente AMLO: concluyó de manera exitosa, contra todo pronóstico, la operación de compra del 50% de las acciones de Shell en la refinería.

Otro motivo para celebrar: el Estado mexicano es dueño de una gran refinería que produce diariamente más de 250 mil barriles, entre gasolina, diesel y turbosina.

Octavio —una de las personas en quienes más confía Andrés Manuel— ha hecho su trabajo con eficacia. Tanta, que Pemex no se endeudó para realizar la operación de compra de una empresa tan valiosa.

Ello no solo es una buena noticia para México, sino también para Estados Unidos: se respetarán los derechos de los trabajadores de la refinería, se dará continuidad a los compromisos que la empresa tiene con las comunidades vecinas y se trabajará de una manera que no dañe al medio ambiente. No son compromisos menores, pero podrán cumplirse.

Como en todo, hay opositores a lo que hizo Pemex. Ojalá muestren su rechazo con datos objetivos y no con especulaciones que a nada conducen. Por ejemplo, se ataca al proyecto por el tema de las energías limpias, pero lo cierto es que en Deer Park se observan y ejecutan los estándares exigidos por la industria, en el entendido de que prácticamente todos los países necesitan producir energía, y todos refinan cuidando de no dañar el medio ambiente.

Habrá a quienes les parezca extraño el concepto de soberanía energética, que tanto ha enfatizado el presidente López Obrador. Pero, la verdad sea dicha, urgía garantizarla. Con la compra de Deer Park se ha dado un paso importantísimo para lograrla.

México avanza hacia la meta de ser autosuficiente en la producción de combustibles, y esto resulta importantísimo, sobre todo en una época en la que aumentan peligrosamente las tensiones geopolíticas, que suelen conducir a desabasto.

Deer Park es solo uno de cuatro grandes proyectos que la 4T está realizando. Los otros tres son (i) la refinería Olmeca en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, que esperemos entre en operación en el actual sexenio; (ii) la rehabilitación de las seis refinerías del sistema nacional: Cadereyta, Madero, Minatitlán, Salamanca, Tula y Salina Cruz, y (iii) la planta coquizadora en Tula.

Conozco a Octavio Romero, lo he visto trabajar y sabía que iba a frustrar a sus críticos que le pronosticaban un fracaso al frente de Pemex. Vemos que ha ocurrido exactamente lo contrario porque, a pesar de tantos problemas, como funcionario ha cumplido más que satisfactoriamente y aportado bastante al plan de autosuficiencia energética.

Es muy buen negociador, me consta. No sorprende, entonces, que haya conseguido que los términos de la transacción fueran los justos. No era fácil, pero ayudó que Shell estuviera a la altura y no buscara ventajas; también fue posible gracias a la ayuda de Barclays, como equipo gestor, y del despacho estadounidense Winston & Strawn.