De cinco que suenan, tres llevan ventaja. O eso parece a juzgar por sus apariciones recientes en medios de comunicación. En mi opinión encabezan la carrera por la presidencia de la corte suprema Yasmín Esquivel Mossa, Alberto Pérez Dayán y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Percibo que se han rezagado Norma Lucía Piña Hernández y Javier Laynez Potisek.

Objetivamente así veo las cosas. Desde luego, puedo equivocarme. En una competencia en la que todos y todas son fuertes cualquier cosa puede pasar, como en Qatar 2022 donde el favorito —y creo que mejor equipo—, Brasil, fue eliminado por una selección teóricamente menos potente, la de Croacia.

Admitiendo la posibilidad real de fallar, profundizaré en mi mi convicción que la SCJN la pelearán solo Esquivel Mossa, Pérez Dayán y Gutiérrez Ortiz Mena. Analizaré aquí lo que recientemente han hecho estas tres personas

Una regla que no falla, y que cabe aplicar a la elección de presidente o presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es la de que, en política, y subrayo que estamos hablando de política, cuando una disputa es seria, decente, legal y por lo tanto aburrida, significa que no desembocará en una crisis. Es una lección importantísima que está dando a la clase política mexicana la corte suprema dividida, como todo en México, entre calderonistas-peñistas (prianistas, pues) y lopezobradoristas. De lo que podemos estar seguros es de que, cualquier cosa que pase, será ejemplar. Ojalá se entienda esta enseñanza en los partidos, los medios de comunicación, los grupos empresariales y otros niveles de gobierno que parecen estar más que dispuestos a entrar en guerra ante cualquier diferencia de opiniones por mínima que sea.

Entremos pues a la aburridísima —es decir, civilizadísima— sucesión en la SCJN.

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Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena

En estos días el ministro Gutiérrez Ortiz Mena ha destacado por haber sido ponente del proyecto de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que se ha traducido en la liberación inmediata de tres hombres injustamente presos desde hace siete años y que protagonizaron el documental de Netflix ‘Duda razonable’.

El ministro Gutiérrez Ortiz Mena, en ese y en otros asuntos delicados, ha demostrado sensibilidad, prudencia y sabiduría. Sí, como el resto de sus compañeros y compañeras en el pleno de la SCJN. Sería, por lo tanto, un excelente presidente de la corte suprema.

¿Qué tan lejos, qué tan cerca está de AMLO? No lo sé. Sin duda pareció dar la razón al titular del poder ejecutivo en el debate sobre la ley eléctrica y, cito a Radio Fórmula, con su votó “salvó” la legislación que ha defendido el presidente López Obrador. Su posición resultó “sorpresiva” para quienes esperaban que diera la espalda al mencionado proyecto, fundamental para la 4T. Eso dijeron Jesús Zambrano, del PRD, y Roberto Gil Zuarth, del PAN.

Sin duda Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena tiene un perfil neoliberal, es decir, sus coincidencias con AMLO deben ser pocas o ninguna. Llegó a la corte propuesto por Felipe Calderón, fue jefe del SAT con este presidente espurio y en los sexenios de Ernesto Zedillo y Vicente Fox trabajó en la Secretaría de Hacienda. A pesar de ello, pienso que sabría llevar con Andrés Manuel una relación institucional a la altura de lo que México exige en la presente etapa de su desarrollo. Ojalá le vaya bien.

Yasmín Esquivel Mossa

La semana pasada el Tribunal Superior Agrario dio a conocer la creación del “Reconocimiento ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Yasmín Esquivel Mossa”. Merecido homenaje, sin duda.

En sesión solemne del TSA se explicó que con tal reconocimiento se pretende visibilizar el liderazgo del tribunal agrario “tomando en consideración los resultados y acciones relevantes que contribuyan de manera significativa a la impartición de justicia agraria y bienestar de los justiciables”. El reconocimiento se entregará cada año “al equipo del Tribunal Unitario Agrario que tenga mejor desempeño”.

¿Por qué el reconocimiento lleva el nombre de la ministra Esquivel Mossa? Por su trayectoria y, también, como dijo la magistrada presidenta Maribel Concepción Méndez de Lara, “porque el derecho agrario requiere referentes contemporáneos, y la ministra Esquivel se ha constituido en uno de los más sólidos porque ha propuesto criterios innovadores para garantizar el respeto a las y los integrantes de ejidos y comunidades desde el más alto tribunal del país”.

Destaco aquí el “Reconocimiento ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Yasmín Esquivel Mossa” por lo que significa en términos de la biografía de la ahora ministra: ha dedicado buena parte de su vida a los tribunales y lo ha hecho bien; la gente con la que ha trabajado lo sabe y lo aplaude.

Por cierto, cuando ella era presidenta del Tribunal de Justicia Administrativa de la Ciudad de México, recibió de manos de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente saliente de la SCJN, el “Premio AMIJ 19″, que otorga la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia “a los profesionistas quienes se han distinguido por su valiosa aportación a la ciencia del derecho”.

En la comentocracia —y quizá en algunos sectores de la corte— a Esquivel Mossa se le condena por un solo pecado: haber sido propuesta por AMLO para llegar a la corte suprema. Pero, honestamente hablando, mejor ser nominada por un personaje histórico como Andrés Manuel que por alguien que se robó las elecciones de 2006 como Felipe Calderón. Entonces, la falta que se le atribuye a la ministra no existe, por lo que, si resultara electa presidenta de la SCJN, sin duda realizaría un gran trabajo, con autonomía y manteniendo una relación seria con el presidente López Obrador.

Antes de continuar, veamos el pecado original de cada ministro y cada ministra

  • Arturo Zaldívar Lelo de Larrea pagaría por borrar de su currículum el hecho de que llegó a la corte porque lo propuso el esposo de Margarita Zavala, lo que es sin duda una mancha.
  • Ese horrible descrédito lo tiene también el ministro Javier Laynez Potisek, otra propuesta de Calderón.
  • De origen calderonista es Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Guácala, dirá el hoy aspirante a presidir la corte.
  • El marido de la señora Zavala también nominó a Luis María Aguilar Morales. Este jurista, con buena trayectoria, en algún momento deberá hacer algo para limpiar su currículo. No merece pasar a la historia de la corte como aliado de ese ¿socio? de García Luna.
  • Igualmente a Jorge Mario Pardo Rebolledo lo propuso el señor Calderón, quien fue el jefe y presumiblemente un cómplice de cierto colaborador del cártel de Sinaloa preso ahora mismo en Estados Unidos, Genaro García Luna, —ojo con esto señores ministros, señoras ministras: hay pecados originales bastante espantosos—.
  • Y el cónyuge de Margarita nominó también a Alberto Pérez Dayán.
  • La ministra Norma Lucía Piña Hernández no tiene tan fea mancha de origen, pero no le adorna haber sido propuesta por Enrique Peña Nieto.
  • Yazmin Esquivel Mossa, sí, fue nominada por AMLO.
  • Una extraordinaria jurista y mejor persona, Margarita Ríos Farjat, también fue propuesta por Andrés Manuel López Obrador.
  • Otra sapiente abogada y extraordinaria mujer, Loretta Ortiz Ahlf, llegó a la SCJN gracias a que AMLO la nominó.
  • Propuesta de AMLO también lo fue un hombre que siempre me ha parecido sabio, Juan Luis González Alcántara Carrancá.

Alberto Pérez Dayán

Ayer el diario La Jornada —ojo, en este caso aplica sin lugar a dudas aquello de que el medio es el mensaje— nos recordó que el ministro Alberto Pérez Dayán “conoció la intención de utilizar la justicia con fines políticos, y en 2002, como magistrado, fue contra la posición de dos de sus pares y consideró que el ahora presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, cumplió la sentencia de amparo en el caso El Encino, por lo que consideró improcedente que se le sometiera a un juicio de procedencia”; en efecto, Pérez Dayán no encontró razones para llevar a AMLO a aquel sucio proceso del desafuero con el que, hagamos memoria, el gobierno del panista Vicente Fox intentó dejar a Andrés Manuel fuera de la contienda presidencial de 2006. Si esto no ocurrió se debió a la presión muy fuerte del pueblo organizado que salió a las calles a manifestarse contra semejante injusticia.

No sé cuántos ministros y ministras de hoy se opusieron públicamente a la peor traición democrática de la historia de México; seguramente lo hicieron quienes llegaron a la corte como propuestas de AMLO, pero de los otros y otra probablemente nadie lo hizo —no les culpo: el engaño es la esencia de la política, y era tan fuerte la campaña de desprestigio contra Andrés Manuel, que mucha gente inteligente se creyó que era un ogro que comía niños vivos, como dijo José Agustín Ortiz Pinchetti en el documental de Luis Mandoki sobre el fraude de 2006—.

Bueno, eso de nadie se opuso al desafuero es falso, y yo mismo lo dije en un párrafo precedente. Y es que sí hubo alguien entre el grupo de ministros y ministras actuales del grupo prianista que rechazó ese atentado contra la democracia y enfrentó las consecuencias, Pérez Dayán.

Es laudable que haya ministros y ministras con ideología distinta a la de AMLO capaces de votar, en le SCJN, a favor de proyectos polémicos del presidente de México. Pero, en nuestro sistema político —y en todos— no es excesivamente difícil coincidir con quien despacha en Palacio Nacional y tiene, además, un gran apoyo popular. Lo que sí es complicado es darle la razón jurídica a un líder de oposición al que combaten todos los poderes formales y fácticos. Es lo que hizo en 2002 Pérez Dayán, a pesar de que —hombre experimentado— leyó que el entonces presidente Fox, el congreso, los grupos empresariales, los medios más importantes y hasta la corte suprema de la época lo que esperaban era el desafuero de esa figura rebelde que durante años combatió al establishment, que como bien sabemos no ha dudado en actuar de manera criminal cuando algo no le conviene… quien lo dude que vuelva a leer sobre el caso Colosio.

Sus colegas en la SCJN conocen la carrera muy larga del ministro Pérez Dayán en el poder judicial. Sería, como cualquiera de los otros ministros y las otras ministras, un excelente presidente de la corte. Lo que me interesó destacar aquí no fue eso, sino lo que subrayó sobre el desafuero de AMLO una nota reciente de La Jornada, diario de izquierda dirigido por una periodista de primer orden, Carmen Lira.

Hace poco, en la mañanera, Andrés Manuel mencionó a Pérez Dayán, creo que por su afortunada frase de “no soy quien para desprender hojas de la Constitución”. El presidente López Obrador subrayó lo raro de que un ministro propuesto por Calderón coincidiera con la 4T en el debate sobre la prisión preventiva oficiosa: “Siempre ha votado en contra de todo lo que nosotros proponemos”. Bueno, esto no es exactamente así.

En esa mañanera el presidente olvidó un hecho que inclusive mencionó en alguno de sus libros: no siempre Alberto Pérez Dayán votó contra AMLO. En el momento clave del desafuero, contra todo el sistema autoritario, el hoy ministro le dio la razón a Andrés Manuel simple y sencillamente porque la tenía. Como dijo Pérez Dayán en La Jornada: “Mantengo mi criterio sobre lo que ahí dije: creo que las pruebas me demostraban a mí que no había ninguna infracción”.