Opinar, es expresar un juicio sobre algo o alguien. Quién emite la opinión debe ser cauto, y responsable del contenido de sus palabras. Dimensionar la trascendencia de los actos que se generen en referencia a su veredicto.
La pregunta se me ha formulado en diferentes momentos de la pandemia. En la circunstancia actual, debemos dimensionar las consecuencias del regreso a clases en forma presencial.
Analicemos las circunstancias que convergen, para evaluar el riesgo de clases en las escuelas.
Los factores que mitigan el riesgo de contagio son:
Adecuada infraestructura en los salones de clase (ventilación, limpieza, servicios agua, drenaje, # de niños por salón), personas vacunadas en el espacio cerrado, personas que han padecido la enfermedad.
Factores que favorecen el riesgo de contagio:
Variante nueva de virus; con mayor tasa de infección y dispersión. Los niños no están vacunados. La edad de los niños para controlar las medidas de higiene, sana distancia, capacidad de autocuidado. Niños vulnerables con diabetes, cáncer, VIH, insuficiencia renal, lupus, artritis.
La convivencia cercana en ambiente cerrado implica un riesgo bidireccional de contagio, de la casa al colegio y de la escuela al hogar; con consecuencias variables.
Diversas autoridades sanitarias han documentado el efecto colateral del aislamiento en los niños y adolescentes. Ha generado de acuerdo el grupo de edad, retraso en el área de lenguaje, retraso en habilidades psicomotrices, agorafobia, depresión, ansiedad, pérdida de relación de amigos y enamoramiento, suicidio. Además del luto del haber perdido algún miembro de la familia.
Es evidente la necesidad del regreso a clase. Los niños deben socializar e interactuar para desarrollar sus habilidades cognitivas, motoras, deportivas. Favorecer el beneficio de la interacción social en diversos ambientes.
Ponderando riesgo-beneficio, se debe estar consciente, que la consecuencia mas grave y trascendental es la muerte.
Los niños sí se infectan por COVID-19. Los niños deben de ser vacunados contra COVID-19.
La infección por SARS-CoV-2 en la edad pediátrica es de menor grado de incidencia, y los casos graves son escasos. La forma grave de afección por el virus COVID-19 es el Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico, conocido como PIMS o MIS-C por sus siglas en inglés.
En todo el mundo en este momento, la tasa de infección en niños es la más alta y las complicaciones, entre ellas el PIMS, han aumentado exponencialmente en el último mes y seguirán a la alza.
Afecta a niños de cualquier edad y adultos jóvenes entre 19 y 21 años.
Se presenta 4 a 6 semanas después de haber padecido infección por COVID-19 o el haber tenido contacto con una persona enferma. El grupo de edad más afectado es entre los 7 a 12 años. Coincide con el pico de la curva epidemiológica. Momento en el que estamos, en la tercera ola de la pandemia en México, con la cepa más agresiva hasta el momento.
El niño presenta fiebre persistente de muy difícil control, tos, ojos rojos, exantema en piel, ganglios inflamados, dolor abdominal, diarrea, vómito, inflamación de manos y pies con tono rojizo. Estado de conciencia alterado; el niño esta letárgico, muy dormido, indiferente, confundido. Los pulmones dañados, y requiere oxígeno. El corazón inflamado, con problemas para mantener la fuerza adecuada de contracción para los latidos. Además, se genera un estado de hipercoagulabilidad.
El paciente desarrolla una falla orgánica múltiple, que representa un estado crítico, que pone en riesgo su vida. Amerita estar ingresado en Terapia Intensiva Pediátrica, al cuidado de un equipo médico capacitado.
Concomitantemente puede desarrollar Enfermedad de Kawasaki y Síndrome de activación de macrófagos.
¿Usted mandaría a sus hijos a la escuela?
Protégete, protégenos
Dr. Enrique Faugier Fuentes
Reumatólogo Pediatra
@EnriqueFaugier