IRREVERENTE

Les platico:

Los migrantes; el acuerdo con Pompeo y Trump en lo oscurito; la falta de respeto al personal con carrera diplomática a quienes les falla hasta para sus menajes de casa; la confusión en que tiene sumido al presidente; el fracaso de encargarles el jale que antes hacía Pro México, al personal de consulados y embajadas; su descarada promoción política con cargo al erario y su desaseado trabajo como responsable de la diplomacia mexicana, son algunas de las deudas de Marcelo Ebrard.

Con el debido respeto le voy a recomendar que se tome nueve horas de su desperdiciado tiempo para ver la serie “La Diplomática”, de Netflix.

Es un tratado de cómo debe ejercerse ese delicado trabajo, en medio de conflictos reales que ocurren entre Estados Unidos, Inglaterra, Rusia, China, Irán, India, Ucrania y otros países de la esfera nuclear.

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Más que asesores, Ebrard pareciera que contrató a asesores matrimoniales. El sabe por qué escribo esto.

Ebrard ocupa reunirse con gente donde están los basureros, no tanto en los lobbys de embajadas y consulados.

Ahí es donde se dirimen los verdaderos problemas de la diplomacia y sus posibles soluciones.

De esto, el canciller mexicano también sabe a qué me refiero.

Es entusiastamente insistente con el presidente para que lo deje al mando de temas que rebasan su ámbito formal y usurpan funciones que le tocan al secretario de Gobernación Adán Augusto López.

Claro, este paisano del presidente se deja bonito, para que cuando afloren los problemas tenga a un chivo expiatorio encumbrado para echarle la culpa. Ergo: los migrantes de Ciudad Juárez.

Ebrard está lleno de frases y para amolarla de acabar, no son de él.

Viéndolo en acción viene a mi memoria otra frase de mi abuela, cuando era la primera alcaldesa de todo México: “Ya se ganchó la traila”.

Es que, Ebrard se engancha a todo, menos a su real responsabilidad como secretario de relaciones exteriores.

Ebrard tiene tanto personal, que incluso hay una señorita que le selecciona los correos y mensajes de sus redes que debe leer.

Es tan desaseada su encomienda que ella -desde su pupitre de burócrata de 4a-  decide lo que el encumbrado secretario debe leer.

CAJÓN DE SASTRE

“Así, ni como”, remata la irreverente de mi Gaby.