Marcelo Ebrard no ganará la encuesta. No es que sea pitonisa o me lo hayan dicho los alienígenas, pero el actual canciller, pese a que anda muy apuntado para ser el candidato de su partido a la presidencia de la República, tiene pocas oportunidades de lograrlo.
Olvidemos las fobias y las filias (o cualquier conflicto mental), exhalemos, fluyamos y veamos las cosas con claridad.
En primer lugar, sabemos que solo hay dos posibles candidatos: Ebrard y Claudia Sheinbaum. Los demás son paja, con todo el derecho a competir, claro que sí, pero hasta hoy solo hacen bulto.
De estas dos corcholatas, la que encabeza la mayoría, por no decir todas, las encuestas, es la jefa de gobierno capitalina. No me lo crea, vaya a san Google y verifique por usted mismo: la doctora Sheinbaum Pardo, cercana al presidente López Obrador no solo en presencia física, en ideales, ha ido avanzando en las preferencias de los posibles votantes y francamente se antoja imposible que alguien la supere.
¿El motivo? No puedo hablar de uno solo, sino de varios.
Distingamos, primero, que la famosa encuesta de donde saldrá el candidato del partido guinda requerirá del voto de la militancia y dentro de la misma existen muchas personas aguerridas, obradoristas de hueso colorado, personas de lucha que han caminado décadas junto al actual presidente para ayudar a transformar el país mediante la divulgación de los ideales de la llamada 4T. De estos hay muchos, y me consta, que han desgastado las suelas de los zapatos y lloraron lágrimas de sangre cuando en el pasado se perdió (o nos robaron) la presidencia.
Sí, ya sé que usted está pensando en esos que han sido llamados chairos, adoradores del mesías y cuanto apodo se les ocurra, pero ellos, así de mal nombrados, marginados y hasta humillados, son los que han dado vida a los ideales del presidente López Obrador y perdón, pero en mis años de vida no he visto ningún otro partido político que tenga ese capital humano, porque por décadas los simpatizantes del PRI o PAN (partidos más viejos) lo eran por herencia, por conveniencia o por costumbre, y esto último, lo sabemos, forma la creencia de “pertenencia”, sin en verdad serlo.
Lo contrario ocurre en Morena, pues la militancia convencida décadas atrás, ha trabajado por una “pertenencia” construida, no impuesta. Ellos, contados por millones, serán quienes le den el voto a Claudia Sheinbaum.
No es cuestión de romanticismos ni de solo decir que es tiempo de mujeres (lo cual es totalmente cierto), tampoco es convencer y autoconvencer respecto a las enormes bondades de los programas sociales, el voto, de fondo, el duro, se irá del lado de quien comparte, promueve, difunde y adopta los ideales de Andrés Manuel.
Esto jamás lo puede ver la comentocracia ignorante y voraz, mucho menos lo ve la oposición y su borregada y por ello intentan convencer, con discursos misóginos la mayoría de las veces, de que la mandataria capitalina no es opción.
Lo más grave: Marcelo Ebrard y sus asesores tampoco lo ven. Están tan aterrados, tan desesperados, tan ciegos, que están a nada de cometer errores graves e irreversibles como la supuesta renuncia del canciller a su actual encargo para irse de “alma ardiente” a convencer a más gente que es la mejor opción, sin darse cuenta que abandonar su lugar en el gabinete presidencial lo llevará irremediablemente a la tumba política, pues se quedará como el perro de las dos tortas y se verá como un traidor al mismo presidente de la República, que depositó en él su confianza para un puesto de gran importancia para México.
Marcelo debe quedarse donde está porque no ganará la encuesta, se lo puedo apostar.
Lo digo con tanta certeza porque más allá de su desempeño bueno o malo dentro del gabinete, él y sus asesores le han apostado al “voto chatarra” (sin ofender a nadie), al voto mediático, al voto sin razonar. A la gente pensante no nos interesan las cantidad de “likes” o de vistas de las redes sociales del encargado de la cancillería porque sabemos que los videos y posteos en redes sociales son ave de paso, cuyo impacto dura unas horas o unos días. Nada más.
¿Usted se acuerda lo que posteó su hijo, hija, marido, el vecino, su enemigo, su crush, su “casi algo”, o el artista de su preferencia hace siete meses? ¿Hace dos? ¿Hace un mes? A menos que haya visto que le ponen el cuerno o que sea algo que en verdad le impacte dudo que recuerde.
Pues eso ocurrirá a Marcelo y a cualquiera que le apueste solo al impacto digital y no tenga un trabajo convincente entre las bases para obtener el voto.
Y no solo entre las bases. Recordemos la máxima de “trabajo mata grilla”, o dicho en otros términos: tu trabajo se recomienda solo, sin alharacas, sin bailar, cantar o chiflar.
Marcelo debe quedarse donde está y trabajar. Esa es la única manera de seguir dando batalla y en el caso de perder frente a Claudia Sheinbaum, aceptar su derrota como los grandes.
Esperemos que el run run de la renuncia del canciller sea solo eso: un rumor.
“Para ganar, uno se aguanta ‘machín’, y cuando pierdes, igual”, dice mi hija.
Ahí te hablan, Marcelo.
Por cierto...
He visto a muchos adelantaditos pregonando que Marcelo no solo ganará la encuesta de Morena para ser candidato a la presidencia de México, sino que es el único capaz de llegar a la primera magistratura del país.
No nos hagamos bolas, dijera el clásico.
En la mayoría de las encuestas serias la doctora Claudia Sheinbaum lleva también la delantera para ser la próxima presidenta del país.
Por ejemplo, en la encuesta diaria que realiza MetricsMx y que se publica aquí en SDP Noticias vemos que la diferencia entre ambos es de 7 puntos, en tanto que Claudia Sheinbaum aventaja a las y los posibles candidatos de los demás partidos por más de 20 puntos.
El principal motivo, creo, es la falta de definición de los opositores para saber quién los va a representar. Hace falta mucha talacha en ese sentido, pues ninguno de los suspirantes tiene labor de convencimiento entre los votantes.
Al electorado se le enamora y enamorarse es todo un proceso, muy distinto al affaire o al simple ligue.
Si no se ponen las pilas, la oposición desde ya está derrotada y perderán por su exceso de confianza, de ego y su falta de propuestas.
Contrario ocurre con la mandataria capitalina, quien tiene un trabajo constante en la capital del país, cuyos resultados están a la vista. A sus posibles votantes, ya los “flechó” y desenamorarlos es difícil, que no imposible, claro está.
Ese mismo “feeling” le hace falta a Marcelo para despuntar, alcanzar y en su caso, rebasar a Claudia.
Hay que echarle ganitas, pues. Al final la batalla apenas está por comenzar.