¿Exige Andrés Manuel López Obrador pruebas de lealtad a quienes aspiran a la candidatura presidencial abanderando a Morena?

No lo creo: el presidente no las necesita. AMLO conoce, y muy bien, a la gente que tiene cerca.

Andrés Manuel, en el trato continuado —diría el bolero— se ha formado una idea bien estructurada, que difícilmente modificará, acerca de qué esperar de las personas de su movimiento con posibilidades de llegar a la presidencia en 2024.

Se compara mucho la actual sucesión presidencial con el mismo proceso en el periodo de Carlos Salinas de Gortari.

El periodista que más lo ha hecho, Carlos Ramírez, de El Independiente, vivió en primera fila aquella sucesión.

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En los noventa yo tenía una relación amistosa con Ramírez, que después entró en larga pausa —hace un año afortunadamente se reactivó—.

Carlos Ramírez, entonces columnista de El Financiero —por su nivel crítico y, sobre todo, por la calidad de su información— era el periodista más importante en el salinismo.

En 1992, en el momento más intenso de la disputa por la candidatura presidencial —los favoritos eran Luis Donaldo Colosio y Manuel Camacho Solís—, Ramírez me invitó a una cena, si no recuerdo mal, en la casa de Wendy Coss.

En esa reunión estaban Manuel Camacho, el político que se suponía era el más leal al presidente Salinas, y Cuauhtémoc Cárdenas, el más fuerte líder de la oposición.

Al día siguiente vi a Colosio y le conté que había estado en esa cena con Camacho y Cárdenas. Donaldo me preguntó si habían comentado algo muy relevante y le contesté que no: solo generalidades y lugares comunes de la política se habían expresado en la casa de Wendy.

Enseguida, Luis Donaldo cuestionó: “¿Sabes cuál es el gran problema de Camacho?”. Colosio respondió: “Se junta con los enemigos del presidente, lo que no necesariamente es malo y hasta podría ser bueno, pero no solo no pide permiso ni avisa, sino ni siquiera informa al jefe de todos nosotros. Se considera igual a Salinas y no lo es. El presidente va a terminar dudando de su lealtad”.

Carlos Ramírez con frecuencia menciona un libro de los noventa, publicado en el sexenio de Ernesto Zedillo: Yo Manuel. Memorias ¿apócrifas? de un comisionado. Lo editó, si la memoria no me falla, Jorge Fernández Menéndez. Yo Manuel era, precisamente, Manuel Camacho.

Si había dudas de que se trataba realmente de las memorias de Camacho —el brazo derecho de este político era Marcelo Ebrard—, poco tiempo después de la difusión del libro alguien confirmó que habían sido escritas por el amigo de Salinas.

En la página 72 de tales memorias, Camacho habla de la prueba de lealtad que le ofreció a su jefe formal

Si llegaba a la presidencia, Manuel Camacho le iba a garantizar un futuro tranquilo a Carlos Salinas. Cito el diálogo entre ellos dos narrado en las memorias:

—¿De ser yo el candidato, ¿qué conciliación interna haría? —continué de acuerdo con el acordeón que había preparado.

—Donaldo: lo que quiera.

—Ernesto Zedillo: la Fundación Siglo XXI.

—Pepe (Córdova, supongo): respetarlo y trabajo; no influencia.

—Emilio (Gamboa): respetarlo y sumarlo para que ayude.

—Patricio (Chirinos): apoyarlo en Veracruz.

—Otto (Granados): aprovecharlo más.

—Patrocinio (González-Blanco): aprovecharlo plenamente en su cargo (Gobernación).

—No hay ánimo personal contra nadie. Actuaría en contra solo si hubiera una acción de peligro para el Estado.

—Finalmente, ¿contigo (con el presidente Salinas)?

  • Cierre menos difícil, una buena elección y un país en paz.
  • Mantener tu prestigio nacional e internacional.
  • Retiro no, formas nuevas de aprovechar tu capital político en beneficio de México.
  • Admiración por tu talento y tu trabajo.

Ebrard se equivoca antes de 2024 como se equivocó Camacho antes de 1994

Hasta donde platiqué con Luis Donaldo Colosio —y lo hice muchísimas veces en ese periodo—, él jamás sintió la necesidad de darle pruebas de lealtad a Carlos Salinas asegurando posiciones para su gente ni, tampoco, diseñando “nuevas formas” para aprovechar el capital político del presidente que dejaba el poder.

Solo piensa que está obligado a dar pruebas de lealtad quien se sabe en falta —por haber traicionado abiertamente o por haber realizado acciones a espaldas o sin avisarle al otro—.

Marcelo Ebrard es muy parecido a quien lo formó como político, Manuel Camacho:

  • Ebrard no ve a AMLO como un jefe, sino como un igual con quien mantiene una alianza.
  • Ebrard se reúne con los enemigos de López Obrador, lo que podría no ser malo, pero lo hace sin antes avisar ni posteriormente informar.
  • Ebrard seguramente piensa, como en su tiempo hizo Camacho, que está necesitado de ofrecer pruebas de lealtad al presidente López Obrador.
  • La gran prueba de lealtad que Ebrard le dio a AMLO fue la de proponer la creación de una Secretaría de la 4T para que la encabece el segundo hijo del presidente.

Pero no es necesario probar que se es leal

  • ¿Qué pensó Salinas de las pruebas de lealtad que le ofreció Camacho? Las ignoró. Prefirió la lealtad que no necesitaba demostración de un hombre de principios como Colosio, quien evidentemente llevaba la fidelidad en la sangre.
  • ¿Qué ha pensado AMLO de las pruebas de lealtad que le ha ofrecido Ebrard? No lo sé, pero quizá le parecieron no solo innecesarias, sino molestas, ya que en su conferencia de prensa mañanera pidió que a su familia se le deje fuera de la sucesión presidencial.

La lealtad de la corcholata y los otros corcholatos

  • ¿Necesita Claudia Sheinbaum darle pruebas de lealtad a Andrés Manuel? Por supuesto que no. Eduardo Galeano diría que ella es una excepción a su famoso aforismo: “En la vida se puede cambiar de pareja, de partido político o de religión, pero no se puede cambiar de equipo de fútbol”. Claudia no ha cambiado de equipo: hasta donde estoy enterado le va a los Pumas y eso es sagrado. Como muchas mujeres cambió de pareja. Ignoro si ha cambiado de religión. En lo que se mantiene firme es su militancia política: solo ha tenido un partido, el del movimiento de AMLO, que habrá sido rebautizado —pasó de PRD a Morena,— pero que conserva inalterada su esencia y su liderazgo.
  • ¿Necesita Adán Augusto López darle pruebas de lealtad al presidente López Obrador? Aunque ha cambiado de partido político —Adán militó seriamente en el PRI y ahora está en Morena— no tiene nada que demostrarle a AMLO: lo ha apoyado durante mucho tiempo, inclusive por tradición familiar.
  • ¿Necesita Ricardo Monreal darle pruebas de lealtad a Andrés Manuel? Monreal es otro que se siente igual al jefe y que no ha sido del todo derecho en su relación con AMLO. Está en la misma situación que Ebrard.
  • ¿Necesita Gerardo Fernández Noroña darle pruebas de lealtad al presidente de izquierda? Escribí presidente de izquierda y no presidente López Obrador porque Noroña no tiene relación personal con Andrés Manuel, pero es un sincero ideólogo de izquierda que se la juega no con la persona, sino con el proyecto, independientemente de quien lo dirija, lo que puede ser una ventaja… o puede no serlo.
  • ¿Necesita Manuel Velasco darle pruebas de lealtad a Andrés Manuel? Sin duda está más que necesitado de demostrar su lealtad, ya que el aspirante del Partido Verde se caracteriza por llevarse bien con todos los presidentes, lo que es una virtud… o un defecto —depende de las circunstancias—

Otras pruebas de lealtad con y sin tecnología

En realidad, no tendrían que ser necesarias las pruebas de lealtad, por más que en las relaciones las personas enfermas de celos las exijan —o quienes se han portado mal las necesiten para que la conciencia no les atormente—.

En el sitio de internet Quora alguien preguntó: “¿Qué prueba podemos hacerle a una persona para medir su lealtad?”. Dos respuestas llamaron mi atención:

  • La respuesta de Paula Asunm, socióloga: “No, qué flojera andar haciendo pruebas. Pero si ya tienes dudas, eso te está diciendo algo acerca de la confianza con esa persona”. Aguas, Marcelo: si crees que Andrés duda de tu lealtad, saca entonces tus conclusiones.
  • La respuesta de Irasema Ramirez, maestra de yoga: “Cualquier prueba que se te ocurra es la mejor; de todas formas lo sabes desde el principio: es desleal”.

No pienso que Andrés Manuel vaya a caer en el juego de las pruebas de lealtad. Así que solo para que se divierta le informo que existe una app para medir la fidelidad —conste, no estoy sugiriendo que la utilice Morena para clasificar aspirantes—. Es una aplicación de espionaje. Para obtenerla todo lo que se debe hacer es:

  • Verificar la compatibilidad del software.
  • Elegir el plan de suscripción (Android o iPhone) que esté dispuesto a comprar.
  • Instalar la aplicación en el teléfono de la pareja sospechosa.

El Partido Comunista Chino es mucho más sofisticado: utiliza la realidad virtual para medir la lealtad de sus militantes. La Sexta, de España, difundió ciertos detalles:

  • Lo que se mide es la voluntad del militante de contribuir al pueblo y al propio partido.
  • Los examinados deben ponerse auriculares de realidad virtual y entrar en una habitación con un control remoto para hacer el test de casi 30 preguntas políticas y personales.
  • Una pregunta interesante es esta: “¿Estás de acuerdo en que si no eres corrupto serás marginado?”.

No sé si se realizan con tecnología o en una forma más tradicionales, pero supe que en Florida, Estados Unidos, hay pruebas de lealtad política en la educación superior.

La prueba porno

En resumidas cuentas Marcelo Ebrard y su exjefe Manuel Camacho no son tan originales. Pruebas de lealtad las hay de todo y para todo. Como las de un canal de YouTube que sirve para descubrir infidelidades con la ayuda de actores y actrices porno.

Con los calorones podría Ebrard ganar algún puntito con pruebas porno de lealtad política difundidas en TikTok. Un momento, mejor no: que no lo haga. No por ética, sino por estética.