En 2026 se revisará el Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, el T-MEC. Hay temas sensibles en las negociaciones, como las controversias relacionadas con el sector energético, el laboral y el maíz transgénico.

Por complejos que sean tales asuntos, con buena voluntad se llegará a acuerdos benéficos para los tres países. Esto es, podrá resolverlos un negociador experimentado y, pese a todo, hábil como Marcelo Ebrard, quien sabrá superar su inglés bastante malo con traductores o traductoras, de tal modo de llevar las pláticas por el camino correcto.

No puedo presumir de internacionalista —mi inglés es todavía peor que el de Marcelo—, pero tengo dos o tres contactos en Washington y Nueva York que de estas cosas saben bastante.

Me dicen que las disputas energéticas, laborales y transgénicas son juego de niños en comparación con lo que más preocupa en Estados Unidos y Canadá: la extorsión a las empresas de tales países cuando utilizan nuestras carreteras, puertos y aduanas.

No puede haber comercio libre, me aseguran, si los aranceles que no se pagan por el tratado comercial, terminan por pagarse al crimen organizado.

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Percepción es realidad. No en todas las carreteras, no en todos los puertos y no en todas las aduanas de México la extorsión es la norma, pero se trata de delitos que ocurren con bastante frecuencia y sobran inversionistas convencidos de que así son las cosas en toda nuestra nación.

El gran tema para la revisión del T-MEC, entonces, tiene que ver con la seguridad, no con debates estrictamente comerciales.

Así las cosas, por raro que pueda parecer, el gran negociador del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá no será Marcelo Ebrard, secretario de Economía, sino su colega en el gabinete de la presidenta Claudia Sheinbaum, Omar García Harfuch, secretario de Seguridad.

De Harfuch depende llevar la percepción de inseguridad suficientemente a la baja, y creo que lo logrará.

En el primer mes del sexenio de la presidenta Sheinbaum hemos medido en el tracking diario ClaudiaMetrics, entre otros temas, cuál debe ser la prioridad en el arranque de su gobierno.

Tal prioridad necesariamente coincide con el principal problema que, en opinión de la ciudadanía, debe resolver la presidenta Sheinbaum.

La gente espera que Claudia sobre todo atienda la espiral de violencia que sufrimos en México desde el inicio del gobierno de Felipe Calderón.

En las más de 20 mediciones que hemos hecho desde que Sheinbaum empezó a gobernar, hemos visto que la percepción sobre la inseguridad creció con un asesinato de alto impacto: la horrible decapitación del alcalde de Chilpancingo el 6 de octubre pasado, que fue el primer fin de semana del gobierno de nuestra presidenta.

En la primera medición a la pregunta de “¿a qué asunto debe darle prioridad la presidenta Sheinbaum en el arranque de su gobierno?”, el 45.8% de las personas entrevistadas respondieron que la prioridad debe ser la inseguridad.

Tal porcentaje se mantuvo en ese nivel durante los primeros días del sexenio, pero con el asesinato del alcalde de Chilpancingo comenzó a subir hasta alcanzar 54.2% el 15 de octubre.

A partir de la mitad del mes, la percepción sobre la inseguridad ha bajado, acercándose al nivel inicial.

Los crímenes de alto impacto incrementan la percepción de que la violencia se ha salido de control, lo que no necesariamente es cierto.

De hecho, en el actual sexenio, hay elementos objetivos para pensar que el trabajo de Omar García Harfuch al frente de la Secretaría de Seguridad empieza a dar resultados positivos.

El gobierno de Sheinbaum quizá tendría que comunicar con más intensidad algunos detalles de su plan de seguridad.

A México le urgen buenas noticias en seguridad pública. Reitero que, cuando se negocie de nuevo el tratado comercial entre nuestro país y Estados Unidos y Canadá, ese será el tema más importante.

Quienes dirigen las empresas estadounidenses y canadienses que invierten en México piensan que no hay comercio libre porque deben pagar cuotas a las mafias por circular por las carreteras mexicanas y por salir o entrar al territorio nacional.

Creen en Estados Unidos y Canadá que el arancel que no se paga por el tratado de libre comercio, termina pagándose a los grupos criminales.

Percepción es realidad. Quizá valdría la pena informar más acerca de lo que se empieza a hacer para acabar con la extorsión en las carreteras, los puertos y las aduanas de México. Ojalá así se haga. La presidenta Sheinbaum tiene la palabra.