México se ha caracterizado por una agenda de política exterior clara, de principios, consensuada y congruente. Hoy se resume a ocurrencias, simpatías, filias, fobias y lambisconería.

Los intereses de Andrés

A los miembros del Gabinete y de Morena los rige la ambición de dinero y poder y siguen una línea de servilismo al “líder” ello ha provocado pleitos intestinos al interior del Gabinete, los pleitos, como ya se ha visto, han dado lugar a la salida de funcionarios como Carlos Urzua, Víctor Manuel Toledo, César Yáñez y Alfonso Romo, entre otros, incluyendo a la prestigiada ex embajadora en Washington Martha Bárcena.

Resulta que en la mañanera de este 14 de febrero el reportero Hans Salazar destapó la cloaca al preguntar a AMLO sobre la entrevista que ofreció la Embajadora Bárcena a León Krause, donde confirma la responsabilidad del canciller Ebrard al aceptar el inhumano programa “Quédate en México” como lo había comentado en su libro el exsecretario de Estado, Mike Pompeo.

Entreguismo y sumisión de Andrés

Está pregunta se da en el contexto, no solo de las declaraciones de la Embajadora Bárcenas, sino de tres afirmaciones contundentes sobre lo agachón y entreguista que es AMLO. Primero el exmandatario Trump describió: ”Nunca he visto a nadie doblarse así”. Luego, su yerno Jared Kushner, en su libro “Rompiendo la Historia: Memorias de la Casa Blanca”, narró que en 2018 la administración Trump propuso al presidente un pacto para ayudarlo con sus prioridades políticas (las de AMLO no las de México), a cambio de reducir los flujos migratorios hacia Estados Unidos. Finalmente, en su libro “Never give an inch. Fighting for the America I Love”, Mike Pompeo relata cómo el gobierno de México aceptó el programa “Quédate en México”.

Perder el control

La pregunta sacó de sus casillas, no solamente al presidente, también al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien desafortunadamente perdió el estilo y la diplomacia.

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Ebrard respondió: “Nunca hubo una decisión o acción que tomara yo ocultándole información al presidente, no sería yo canciller ahorita”. De lo cual no cabe la menor duda, nadie, pero nadie en el Gabinete toma una sola decisión sin consultarla con AMLO.

Después acusó a Bárcena de pretender aceptar el programa del “Tercer país seguro” siempre y cuando fuera como el acuerdo que suscribió Turquía con la Unión Europea, que consiste en pagar al país por los migrantes que recibe. Esto, dijo, a pesar de que la instrucción fue “no aceptar nada de eso”.

“Nunca le tuve confianza a ella por eso, y qué bueno que no se la tuve porque ve lo que está diciendo ahorita y la ingratitud con el gobierno que la nombró embajadora en Washington, la embajada más importante de México”.

Marcelo Ebrard

AMLO, molesto, porque le cambiaron el guion de su mañanera, respondió de forma terrible, a pesar de la cercanía familiar y de que alguna vez le tuvo confianza a la Embajadora: Bueno, no tiene ningún fundamento. Es el derecho de manifestarse, la libertad de expresarse, pero no es más que una conjetura.

Luego sacó sus frustraciones y clamó por una prensa servil, aplaudidora y manipuladora y, en lugar de responder a los señalamientos de la Embajadora, decidió engañar hipócritamente a la población y evitar que se hable de todos los problemas que enfrenta de corrupción, ineptitud y de entreguismo a Trump. Se quejó de que la prensa no reporta lo que él quiere, como el juicio de García Luna y en cambio, sí reportaron los videos donde funcionarios del gobierno de Layda Sansores y una senadora de Morena aparecen recibiendo fajos de billetes, al estilo de Bejarano, la marca de la casa.

AMLO siempre comenta que en la prensa hay honrosas excepciones -medios que le aplauden, festejan y justifican- mientras, quienes informan sobre cualquier cosa que le moleste, son conservadores, neoliberales, corruptos y tecnócratas.

Lo cierto es que comienza a perder el control por los pleitos que él mismo inició y por no asumir la responsabilidad de sus decisiones, mientras Marcelo siempre ha tenido el cuidado de decir “por órdenes del presidente”.

Por ello, más allá del ataque desde el poder a una intachable embajadora, lo que hay en el fondo es resultado de la cobardía, las ocurrencias, la sumisión y el entreguismo de Andrés hacía a Donald Trump, vemos la traición a las tradiciones de la nación, a la política exterior y a los principios que hacían de México un país digno.

Pobre diplomacia perdida en intereses, simpatías, lambisconería y ocurrencias.

Twitter: @diaz_manuel