Insistente ha corrido la versión en las últimas semanas. Opinólogos y columnistas se muestran cada vez más convencidos de ella, y la mencionan en sus espacios con tono grave que no admite duda ni réplica. Todas las señales, afirman estos conocedores de la política mexicana, apuntan a una misma dirección: el canciller Marcelo Ebrard y el coordinador de los senadores morenistas Ricardo Monreal, han entablado una alianza con miras al 2024, para impulsar sus proyectos políticos personales más allá del sexenio actual.
Lo que hasta hace unos meses se antojaba impensable hoy lo explican merolicos y levantacejas de la televisión con toda suerte de argumentos que a su juicio demuestran lo lógico e inevitable de dicho pacto entre ambos actores. “Les conviene a los dos”, señalan de forma un tanto simplista. Y proceden a detallar su razonamiento:
Del lado de Marcelo Ebrard, los expertos politólogos de café cuyo “prestigio” como analistas les viene principalmente de pasarse el día opinando de todo, ven en el supuesto pacto con Monreal una maniobra desesperada para jugarse su resto en la búsqueda de la candidatura presidencial, su sueño de toda la vida. Marcelo sabe que en Morena la tiene perdida, afirman; el canciller es consciente de que la ventaja que le lleva Claudia Sheinbaum es prácticamente irremontable en los meses que quedan antes del destape, y sólo un sprint en el último tramo de la carrera podría darle el impulso que necesita para emparejar y rebasar a la puntera. Por ello, afirman los opinólogos no sin cierto candor, Marcelo habría buscado a Monreal para ofrecerle un pacto: échame la mano para la Grande, y yo te la echo para la Ciudad de México.
Porque esa sería la otra pinza en este “pacto de caballeros” (¿?): del lado de Ricardo Monreal, lo que estaría buscando el equipo del senador no es ya el boleto para jugar por la Presidencia. El zacatecano es demasiado astuto: se da cuenta perfectamente que es un apestado dentro del movimiento obradorista, y su hipotética candidatura, aún si pudiera transitar gracias a las encuestas patito de Mario Delgado, naufragaría miserablemente en las urnas ante el voto (o el no-voto) de castigo de los propios morenistas. Por lo tanto, prosiguen los expertos politólogos, Monreal habría acordado con Ebrard “bajarse” de la presidencial a cambio del apoyo marcelista para ir por la CDMX, donde considera tiene más posibilidades, pues no necesita el voto duro morenista: tiene a sus aliados en las alcaldías que él mismo ayudó a ganar a la oposición en el 2021, cuando jugó en contra de su propio partido y le “regaló” media ciudad a las lacras del PRIANRD. Monreal confía en que, llegado el momento, esos alcaldes de oposición que él ayudó a ganar le devolverían el favor respaldando con recursos -y votos- su hipotética carrera por la Jefatura de Gobierno.
“Un perfecto ganar-ganar”, afirman orgullosos los pseudo analistas de pacotilla, ufanos de sus “sesudas reflexiones”. Ebrard y Monreal se necesitan mutuamente, por ello hicieron un pacto para unir fuerzas y en una de ésas, consiguen ambos su objetivo. ¡La tiene difícil Claudia!, concluyen.
El problema con estos dizque análisis políticos, además de estar hechos por puro pendejo, es que la terca realidad se encarga de desmentirlos y ponerlos en su verdadero lugar: el bote de la basura. En efecto, nadie con dos dedos de frente puede tomar en serio la existencia de un “pacto” de tal naturaleza, porque ignora dos cosas fundamentales: uno, ni siquiera Marcelo Ebrard es tan idiota como para confiar en la palabra de Monreal; y dos, ¿en qué podría “ayudarle” a Marcelo para conseguir la candidatura de Morena, unir fuerzas con el personaje más despreciado y repudiado del movimiento? Para las aspiraciones de Ebrard, sería tanto como amarrarse al cuello una bola de cemento y arrojarse al mar: un suicidio político.
No, por ahí no va la cosa. Sostengo que a pesar de que pueda haber habido “acercamientos”, como se dice eufemísticamente cuando dos políticos se coquetean entre sí para ver qué beneficio pueden sacar uno del otro, no hay ni podrá haber un verdadero pacto o alianza que se pueda consolidar entre ambas corcholatas malqueridas por el primer destapador. En todo caso, si existió alguna voluntad de concretar tal alianza, ésta surgió de Monreal, más que de Ebrard, quien ni necesita ni le conviene pactar con una serpiente. No creo que veamos a Ebrard darle más juego a la posibilidad de un acuerdo como ése. Conoce a Monreal, y no es ingenuo: sabe que no se le puede tener confianza.
Lo que sí creo que veremos en las próximas semanas será la intensificación de la operación de Ricardo Monreal para tratar de hacer amarres con quien sea y como sea; pues lo que sí es un hecho es su determinación de obtener lo que pueda en el próximo reparto de huesos, como lo ha obtenido en cada ocasión que ha chantajeado y amenazado con la ruptura para terminar transando y quedándose en un partido que lo detesta, pero por alguna oscura razón no se atreve a echarlo a patadas como al mercenario que es.
Renegado Legítimo en Twitter: @Renegado_L