Llegó el día de la tan anunciada inauguración de la mega obra del Tren Maya, uno de los tres proyectos insignia del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y no hubo sorpresas; fallas, retrasos, desorganización, y un sinfín de críticas que van desde los menús de alimentos y bebidas que se ofrecen, hasta las ya acostumbradas manifestaciones y expresiones de rechazo por la devastación ecológica y afectaciones al medio ambiente.
Pero más allá de lo que ya hemos estado dando cuenta puntual a lo largo de los cinco años de su edificación, resulta también interesante echar un vistazo a lo que trasciende a nivel internacional en torno a este mega proyecto que no termina de concretarse y menos aún de continuar absorbiendo sumas estratosféricas de dinero, siendo que ya ha triplicado el gasto inicial; se menciona que estará sobre los 515 mil 762 millones de pesos (29.736 millones de dólares) al cierre de 2024, unas 3,3 veces lo presupuestado en un inicio, según un análisis del Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO).
La agencia de noticias France 24, en su publicación del pasado 15 del presente, da cuenta de la inauguración de lo que llama la apertura de la primera etapa del megaproyecto estandarte de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Informa que el tramo que conecta la ciudad de Campeche con Cancún representa los primeros 473 kilómetros de los más de 1.500 presupuestados por el mandatario, que se ha desmarcado, dice, de los múltiples cuestionamientos al trazado del tren, a los que ha catalogado de “politiquería”.
Refiere que, “a pesar de juicios, manifestaciones populares, preocupaciones ambientales y señalamientos internacionales, López Obrador inauguró la obra asegurando que, ‘no hay una obra así en la actualidad en el mundo y se logró también en tiempo récord, estas obras por lo general trascienden gobiernos’, celebró López Obrador”.
France 24, señala:
“El Tren Maya es uno de los proyectos públicos más polémicos en la historia contemporánea de México, siendo objeto de más de 20 amparos legales activos y múltiples juicios en proceso, basados en denuncias sobre violaciones a las leyes ambientales del país y a los derechos de las comunidades indígenas del sureste mexicano.
Ante ello, López Obrador les ha restado importancia a las críticas, calificando las acciones como “politiquería” de “pseudodefensores del medio ambiente”, afirmando que las sentencias legales que le tendrían que haber impedido seguir con ciertos tramos del tren se tratan de “problemas menores” que finalmente no detuvieron el ambicioso proyecto desarrollista.
“Que querían pararnos, que no se hiciera la obra, pero como hay el apoyo y el respaldo de todo un pueblo, por eso pudimos terminar”, sentenció el mandatario, que ha defendido el Tren Maya alegando que traerá un beneficio económico para la península mexicana, favoreciendo al desarrollo de alrededor de 397.000 personas que habitan las localidades por las que pasará el tren.
Peligro ambiental
Con cinco tramos en construcción y un costo aproximado de 28.000 millones de dólares, el emblemático proyecto de López Obrador buscará conectar cinco de los estados más turísticos de la península sur del país -Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco-, aunque para ello se tuvieran que erradicar miles de kilómetros de biodiversidad en uno de los pulmones de América Latina.
Según el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, el Tren Maya afectará alrededor de 23 áreas naturales protegidas en la zona, además de deforestar más de 2.500 hectáreas de la selva en la península de Yucatán, una de las más importantes para la regulación ambiental, no solo del sureste, sino de todo el país.
Además, el trazado del proyecto ha sido cambiado en múltiples ocasiones debido a la complejidad del territorio selvático en el que se encuentra un sistema de lagunas subterráneas conocidas como cenotes, mismos que, además de ser un tesoro natural del país, son responsables de abastecer de agua limpia a las comunidades aledañas.
Los críticos exponen que el Tren Maya amenaza el acceso al agua en la región.
“No tenemos ni idea de lo que va a pasar con nuestra agua, deberíamos haberlo hecho de un modo sostenible que también garantizara la resistencia estructural, y no lo estamos haciendo”, lamentó la activista ambiental Cristina Nolasco.
Cuestionamientos de los indígenas
Sobre la cuestión indígena, grupos originarios de la región han denunciado que el gobierno mexicano ha sido negligente ante el derecho a la autonomía y libre determinación de las comunidades, violentando además su entorno ambiental del que son dependientes para subsistir.
En 2019, el gobierno de López Obrador impulsó un proceso de consulta popular para los pueblos originarios de la región, implementando tanto sesiones informativas como deliberativas, que finalmente fue ‘ratificado’ por las comunidades consultadas en un peculiar cierre, donde el presidente le pidió permiso a la ‘Madre Tierra’ para iniciar con la construcción del demoledor megaproyecto.
Sin embargo, las denuncias de otras comunidades no se hicieron esperar, mismas que fueron respaldadas por el ojo internacional, ya que el proceso fue cuestionado por la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, argumentando que “no se cumplieron los estándares internacionales” en las consultas, señalando la falta de información sobre impactos negativos en las sesiones del gobierno con las comunidades indígenas.
Un proceso que localmente se entiende como imparable y que, con la justificación del beneficio económico futuro, tendrá efectos irreversibles en la biodiversidad mexicana y su relación histórica con las comunidades en la región”.
En su publicación del 17 de diciembre, El País reporta:
“El Tren Maya ha iniciado este sábado operaciones. Después de cinco años de espera, el proyecto estrella del presidente Andrés Manuel López Obrador ha abierto sus puertas al público. El inicio ha sido atropellado: uno de los dos viajes de Cancún a San Francisco de Campeche ha salido con cinco horas de retraso, y otro de los trayectos, en sentido contrario, ha tardado más de nueve horas en completar el itinerario. Cientos de personas se han subido al tren en su estreno, aunque la Secretaría de Defensa, responsable del proyecto, no ha detallado cuántas. Los pasajeros, que han llegado hasta de estados como Colima, Puebla o Coahuila, celebran la emoción de volver a viajar en tren, algunos después de décadas”.
El País presenta una crónica y comparte entrevistas con viajeros y funcionarios, para finalmente concluir:
“Cuestionado por las faltas del proyecto, López Obrador ha dicho que es solo por el principio del tren, que se trata de un ‘proceso’ que se irá mejorando con las semanas de uso. El presidente, que ha rechazado todas las críticas de organizaciones y expertos ambientalistas sobre el peligro de la deforestación y de la construcción del en un terreno tan complejo como el del tramo 5, encima del sistema de cuevas y cenotes, ha minimizado cualquier oposición al proyecto: “Son problemas menores, por abogados y pseudodefensores del medio ambiente que querían pararnos, que no se hiciera la obra, pero como hay el apoyo y el respaldo de todo un pueblo, por eso pudimos terminar”.
Uno de los medios que destacaron la catástrofe fue la cadena BBC, quien dio voz a quienes sostienen que el Tren Maya tendrá un “caro costo ambiental”, en el que aseguran que más allá de ser un “show barato”, es todo lo contrario, ya que la obra aún inconclusa le cuesta al pueblo de México más de medio billón de pesos mexicanos.
Remarcaron el impacto devastador y ecocida del ferrocarril que atraviesa la selva maya, por lo que vaticinan en la región repercusiones que perdurarán negativamente por largos años, esto de acuerdo con una entrevista que Bernadette Carrión, activista medioambiental de la organización Sélvame del Tren dio a la cadena de televisión del Reino Unido.
Contaminación, muerte y ecocidio, es lo que el mundo alcanza a observar del Tren Maya. El tiempo dirá lo restante.
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