Hay edificios que se convierten en testigos de la historia, que sobreviven al paso de los años y a los cambios de tendencias. Hay edificios que, desde su planeación, tienen un propósito y se les define una identidad que retrata su época. La sede del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que este año cumple 72 años, es un claro ejemplo de ello.

Tras la Revolución, México inició un largo proceso de transformación, complejo y progresivo, que fue haciendo realidad el proyecto social de Nación plasmado en la Constitución de 1917.

Aquel México postrevolucionario que avanzaba para ingresar a la modernidad del Siglo XX demandó la necesidad de expedir una Ley del Seguro Social para cumplir con el compromiso de protección de la Salud y los derechos de la clase trabajadora.

Fue a la llegada del presidente Manuel Ávila Camacho que se hizo realidad este anhelo, pues el 19 de enero de 1943 fundó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que comenzó sus funciones con 207 empleados en un pequeño edificio en la calle 16 de septiembre.

Dada la gran dimensión de su tarea, rápidamente se hizo necesario que el IMSS creciera y se mudara a la calle de Rosales 11, sin embargo, fue una sede transitoria pues era evidente que se requería de instalaciones que facilitaran la operación de una Institución en expansión que planeara, coordinaría y ejecutara la atención nacional.

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En el año de 1946, se solicitó al arquitecto mexicano Carlos Obregón Santacilia (1896-1961), quien era reconocido por ser autor de obras emblemáticas como la sede de la Secretaría de Salud (1929) y la adaptación del Monumento a la Revolución (1938), planear y edificar esta sede, cerca del Bosque de Chapultepec.

La obra tomó 4 años en su construcción y fue inaugurada el 13 de septiembre de 1950, sobre una avenida aún en formación y rodeada mayoritariamente de terrenos, pues en aquel entonces ni siquiera estaban trazadas las calles de la colonia Juárez que nacerían años después.

Hoy, la sede del IMSS mantiene todo el poder estético original, resultado de la combinación de sus estilos Art Nouveau y Art Deco, que dominaban en aquella época, sin perder nada de su funcionalidad y es que en este edificio se puede ver y disfrutar de una integración de la arquitectura, la pintura, la escultura.

Uno puede detenerse a admirar el número 476 de Paseo de la Reforma e imaginar su entorno original. En aquellos años, sus nueve niveles, lo ubicaban como uno de los más altos de la ciudad, además de que fue una de las primeras fachadas en que prevalecía el cristal y no los muros.

Fue también de las primeras construcciones en contar con estacionamientos subterráneos, además de que contó con un auditorio, guardería y amplios jardines en la parte posterior del predio.

En la actualidad, el teatro se levanta como un cuerpo arquitectónico conectado al resto del edificio por un pequeño vestíbulo. Su antesala, exhibió, originalmente, fotomurales de la fotógrafa mexicana Lola Álvarez Bravo, alusivos a la vegetación mexicana.

Para la fachada principal y el muro del vestíbulo, Obregón Santacilia invitó al artista Jorge González Camarena, con quien había colaborado anteriormente en otros edificios.

El pintor, escultor y muralista, desplegó su creatividad y conocimiento en las obras que hoy son parte del patrimonio de la sede del IMSS, las primeras se tratan de dos relieves ubicados debajo del pórtico, en los flancos de la puerta de ingreso sobre Paseo de la Reforma.

De un lado la obra, “El trabajo”, representado por una figura masculina rodeada de elementos alusivos a la construcción. En el lado contrario, “Grano de Maíz”, también llamada “La Maternidad”, representada por una mujer rodeada de figuras infantiles, y en la parte superior un par de puños confrontados que forman una mazorca y en la palma un grano de maíz.

En el vestíbulo principal de doble altura, en el muro superior de los elevadores, González Camarena pintó un mural con una alegoría de México, representado como una montaña en construcción, cimentada simbólicamente en la fuerza telúrica de la guerra de conquista, representada por un caballero águila Mexica y un soldado español. La montaña labrada tiene la forma de un águila colosal, representación de la nación mexicana.

Al paso de los años, el edificio ha sumado algunas intervenciones para reforzar su estructura, también nuevas obras a su acervo como la escultura “Ángel de la Seguridad Social” de Jorge Marín, que conmemoró el 70 Aniversario del edificio.

La próxima ocasión que transiten por Paseo de la Reforma, será una grata experiencia detenerse a apreciar este edificio que hoy, integrado a la estética de la zona, nos invita a reflexionar en torno a un México que ha logrado evolucionar, mantenerse de pie y consolidar sus instituciones, siempre buscando la eficacia para servir de mejor manera a la gente, el corazón de la sede del IMSS.