Desde enero de 2021 (hace un año exactamente), la mtra. Delfina Gómez, poco antes de asumir el cargo de titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) manifestó, junto con Esteban Moctezuma, quien estaba en transición de ser embajador, que “el regreso a clases presenciales será seguro y gradual, y sólo se producirá mientras exista la certeza de que el semáforo epidemiológico verde se mantendrá…”. (1)

El fin de semana anterior (22-23 de enero, 2022), el gobierno federal, a través de la Secretaría de Salud, dio a conocer la nueva edición del semáforo epidemiológico, que debería de tener aplicación para todo el país. En ese dispositivo, se indica que 9 entidades entrarían al color “amarillo” del semáforo (es obvio que salen del “verde”). Pero las autoridades sanitarias locales, en cada entidad federativa, han decidido hacer caso omiso a tal dispositivo de salud pública, o han hecho adaptaciones menores, tanto en el caso de restricciones aplicables en lugares públicos en general como en escuelas. (2)

Quizá el argumento legal para actuar de esa manera, se basa en el hecho de que las leyes sanitarias permiten a las autoridades locales tomar la última decisión acerca de las restricciones.

En dicho semáforo emitido por el gobierno federal se indica que, en cada color, entre otras medidas, se deberá seguir la siguiente indicación para el caso de la educación: “El modelo educativo funcionará bajo la nueva normalidad de acuerdo a lo establecido por la SEP.” ¿Cuál es la decisión de la SEP al respecto en cada caso en particular? ¿Se mantendrán las clases presenciales, o en qué modalidad, en estados identificados con colores amarillo, naranja y rojo?

Según las diferentes fuentes, el semáforo epidemiológico se actualiza en función del comportamiento de la enfermedad en la población, por lo que señala lo siguiente: “Dos semanas de contantes nuevos máximos históricos de casos positivos de Covid-19 comienzan a reflejarse en el semáforo epidemiológico que se ha actualizado, y que ahora tiene nueve estados en color naranja, diez en amarillo, 12 verde y uno en rojo (Aguascalientes).”

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En naranja se encuentran las siguientes entidades:

  • Baja California
  • Baja California Sur
  • Sonora
  • Chihuahua
  • Coahuila
  • Nuevo León
  • Durango
  • Zacatecas
  • Quintana Roo

Mientras que en amarillo están:

  • Sinaloa
  • Tamaulipas
  • San Luis Potosí
  • Jalisco
  • Guanajuato
  • Estado de México
  • Morelos
  • Yucatán
  • Querétaro
  • Ciudad de México.

Los demás están en color verde. ¿Los colores amarillo o naranja del semáforo epidemiológico no sirven o qué pasa?

Es verdad que el panorama de la salud pública ha cambiado durante el inicio de este 2022. Sabemos que ha venido la nueva ola de transmisión del mutante virus, generador de la Covid-19 (cuarta o quinta ola). Sabemos también que ésta es una pandemia de mediano y largo plazos, sin embargo, las autoridades educativas federales no parecen ser congruentes con lo expresado hace un año.

Es cierto que el factor de la vacunación, aplicada masivamente, en México y en el mundo, “para amortiguar” los efectos de la enfermedad (una a dos dosis aplicadas durante 2021 y lo que va de 2022), hacia la mayoría de la población mayor de 15 años (en México), ha modificado las expectativas acerca de la gravedad y la letalidad del padecimiento viral. Sin embargo, para ello tendrían que modificarse también los criterios de aplicación de protocolos para prevenir y cuidar la salud de la población en general, y de las maestras y los maestros que trabajamos frente a grupo, en particular, sobre todo en donde ya se reiniciaron las clases presenciales.

Las autoridades de salud en México han señalado, en reiteradas ocasiones, que las escuelas no son focos de transmisión del virus, y que con las medidas adecuadas de prevención, se pueden continuar las clases presenciales sin altos riesgos. La experiencia internacional les da la razón a las autoridades sanitarias. Aunque, de cualquier modo, pienso que es conveniente actuar a la defensiva.

Otro factor clave, en la actual coyuntura de la vida y la salud en México, es el de la asistencia voluntaria a la escuela por parte de las y los estudiantes, de todos los niveles educativos, de acuerdo con la determinación que asuma o asume cada una de sus familias.

Pero los indicadores de asistencia son un tanto inciertos e imprecisos. Al respecto, hace unos días recibí un reporte, del estado de Guerrero, donde me indican que hay escuelas públicas (primarias y secundarias) que atienden a los estudiantes de manera presencial, en horarios de 4 horas semanales. Esos horarios parecen ser convenientes para el registro burocrático, pero no son tan afortunados ni satisfacen necesidades educativas, en términos de la educación integral de las niñas, los niños y las/los jóvenes.

Según los pronósticos más conservadores, la actual ola de la pandemia del Covid, con sus respectivas variantes (enero de 2022), se prolongará aproximadamente durante dos o tres semanas; quizá para terminar su cresta más alta de contagios o transmisiones a mediados de febrero.

“Nos conviene a todos hacernos a la idea de que el virus no será fácilmente vencido, y que tendremos que aprender a vivir con él de ahora en adelante”, dicen las y los comentaristas en medios y redes sociales, basados en dichos de expertos o especialistas en salud pública.

En el orden de las prioridades, de acuerdo con los ajustes que se habrán de hacer en materia de salud y educación públicas, está por delante la continuidad de las clases (en cualquier formato) para que las y los estudiantes sigan sus trayectorias formativas sin mayores interrupciones, así como tomar medidas pertinentes para preservar la salud de las y los docentes, las y los directivos escolares y demás trabajadores de la educación. De la misma manera, habrán que crearse condiciones para que las familias cuenten con elementos preventivos y de atención integral para su salud.

Estoy de acuerdo con la idea y la decisión de que las actividades educativas no se interrumpan, pero también estoy de acuerdo en que la vida y la salud de toda la población deben de cuidarse. En ello trabajan las autoridades responsables tanto del sector salud como educativo. Está bien. Para eso están ahí.

El gran reto del momento, para todas y todos, es guardar el equilibrio adecuado entre la continuidad de la vida cotidiana (escolar y no escolar) sin poner en riesgo la salud de la población. En ese marco, y dicho de manera específica, no conviene minimizar los riesgos que corremos las y los maestros que, con gran compromiso, estamos de pie en nuestros centros de trabajo.

Fuentes consultadas:

(1) Boletín SEP no. 15: “Encabezan Esteban Moctezuma Barragán y Delfina Gómez Álvarez la primera Conversación Magisterial del 2021″, publicado el 20 de enero, 2021.

(2) Ver: Semáforo de riesgo epidemiológico. Del 24 de enero al 6 de febrero, 2022. https://coronavirus.gob.mx/semaforo/

Juan Carlos Miranda Arroyo en Twitter: @jcma23