En Chiapas se gesta un fenómeno social que busca repensar el papel de la educación para generar un cambio de hábitos y prácticas más humanas y comunitarias, basadas en el pensamiento de los pueblos originarios. Este movimiento, que busca tomar cierta distancia de los valores y fines del pensamiento occidental, ha sido bien acogido por el magisterio y la academia, siendo impulsado desde las principales instituciones educativas, que han propuesto un cambio radical en la forma de educar en la entidad.

El fundamento filosófico de este nuevo paradigma educativo busca impactar desde las aulas hasta la sociedad en general. Este modelo puede comprenderse a través de cuatro puntos cardinales que conciben la educación como el medio para la transformación. Dichos puntos evocan aquello que los antiguos pobladores de Mesoamérica nombraban como los rumbos del universo: este, sur, oeste y norte, además del centro, que simboliza el eje del mundo. Los investigadores modernos denominan esta estructura quincunce, un término de origen latino empleado en antropología para describir una geometría conformada por cuatro puntos que forman un cuadrado y un punto central. En la cosmovisión del proyecto educativo actual, este modelo puede representarse mediante el rombo que simboliza el universo en el textil tseltal.

Los cuatro puntos cardinales de lo que se ha conceptualizado como la nueva era educativa son:

Los cuatro puntos cardinales

Cada punto cardinal representa acciones concretas, maneras de orientar las relaciones interpersonales y las relaciones formativas en el entorno educativo y social. Asimismo, define la forma en que las instituciones recrean su relación con la población. Estos cuatro referentes configuran una interpretación abierta y flexible, que permite comprender los elementos esenciales del horizonte de la nueva era educativa.

Este enfoque retoma el trabajo desarrollado por Cecilia Díaz Gómez, Delicia Hernández Velasco, Antonio Jiménez Méndez, Ana Virginia Sánchez Araiza, Virginia Sántiz López y Andrea Quetzalli Sotelo Schmelkes en el documento La experiencia de Chiapas: sembrando juntos desde el corazón (2016). Este trabajo constituye la base de una filosofía, una ética y una forma distinta de orientar la labor social en la entidad, consolidando la nueva era educativa.

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1. Lekil kuxlejal (vivir pleno, buen vivir)

El concepto lekil kuxlejal proviene de dos palabras fundamentales en la vida diaria de los pueblos tseltal y tsotsil. Lekil significa bienestar, bondad o plenitud, mientras que kuxlejal hace referencia a la vida. En la cosmovisión tseltal-tsotsil, lekil kuxlejal implica una relación equilibrada entre los seres humanos y su entorno natural, así como una organización social justa y solidaria.

El Dr. José Antonio Paoli Bolio explica que este concepto se basa en el respeto mutuo y el cuidado de sí mismo y de los demás, lo que se refleja en la idea del “nosotros” mencionada por los tojolabales. Los pensadores Manuel Bolom y Miguel Álvarez, en su Vocabulario tsotsil, lo describen así: “Practicar el lekil kuxlejal o buen vivir es tener ch’ulel (conciencia), y tener conciencia se adquiere mediante el conocimiento profundo del territorio, la naturaleza y los elementos identitarios propios".

2. Lekil xchabel (el buen aprender)

Este concepto se relaciona con aprender a partir de la curiosidad y el disfrute del conocimiento. Se concibe como un proceso gozoso que surge del compartir con otros, del aprendizaje para la vida y desde el saber propio.

El lekil xchabel implica aprender a escuchar y estar dispuestos a dialogar con los otros. También supone aprender a mirar, es decir, observar el ejemplo de los mayores, las personas de respeto y la tradición. Además, el buen aprender busca formar seres completos, que integren el conocimiento con la vida cotidiana.

3. Ich’el ta muk’ (trato digno)

Este concepto se traduce comúnmente como “respeto”, pero su significado es más profundo: implica recibir al otro con grandeza, honrar, estimar y reconocer su importancia. En la cosmovisión tseltal-tsotsil, todo tiene ch’ulel (alma, espíritu) y ot’tan (corazón), lo que fundamenta la dignificación del otro.

Manuel Bolom y Miguel Álvarez explican que “tomar de gran importancia, dignificar, no puede existir sin reciprocidad, ya sea entre los miembros de una familia, de una sociedad, de una nación o en la relación entre el ser humano y la naturaleza”. Así, el ich’el ta muk’ se basa en el respeto, las buenas acciones y la reciprocidad.

4. K’uxubinel (empatía)

K’uxubinel se traduce como “sentir el dolor del otro” o “tener consciencia de lo que duele”. En español, suele interpretarse como aprecio o empatía, aunque su significado en lengua tseltal es más profundo. Literalmente, k’uxubinel significa “dolor en el corazón”.

Este concepto expresa la idea de que si alguien siente un dolor profundo por otro, hará lo posible por que esa persona esté en armonía y plenitud, de modo que el corazón deje de doler por el sufrimiento ajeno. Esta visión de la empatía orienta las relaciones humanas y las prácticas educativas dentro de la nueva era.

Estos cuatro conceptos representan prácticas que guían las acciones diarias dentro del marco de lo que se ha acuñado como la nueva era educativa. Funcionan como los puntos cardinales que orientan las prácticas educativas, colocando a las personas en el centro del universo educativo y social.

La educación en Chiapas está viviendo un momento crucial, en el que las culturas originarias se convierten en la fuente de una transformación profunda del pueblo chiapaneco. Con estos principios, la educación no sólo se fortalece en sus bases comunitarias y humanas, sino que también se proyecta hacia un horizonte de justicia, dignidad y bienestar compartido.