Uno de los aspectos importantes a considerar en nuestro sistema educativo es el fomento a la cultura del emprendimiento. Esto conlleva la formación de habilidades emocionales, sociales, digitales, financieras, mercadológicas, entre otras, que permitirán a las nuevas generaciones desarrollar además del pensamiento crítico, la posibilidad de enfrentar los retos económicos y laborales de la modernidad, mediante la creación y gestión de proyectos de negocio de manera exitosa.

Actualmente, esta cultura es incipiente en nuestras aulas, pues no se ha reparado en la importancia que tiene para la educación incluir la planificación, diseño y construcción de proyectos de negocio y de trabajo en los procesos estudiantiles de la educación básica particularmente, ya que en niveles superiores estos temas se abordan un poco más, aunque no a profundidad.

Este enfoque de una educación orientada al desarrollo de proyectos permite a los egresados generar micro negocios que les permitan a ellos y a sus familias mejorar sustancialmente su desarrollo económico.

En la actualidad, gran parte del Producto Interno Bruto emerge de las aportaciones de las Pequeñas y Medianas Empresas (52%), y son estas también las que mayor empleo generan en México (72%).

Sin embargo, la estadística también arroja que la falta de habilidades de planificación, los pocos conocimientos en materia administrativa y financiera y la ausencia de un proyecto de negocio son los principales factores por los que estos negocios fracasan, la gran mayoría en los primeros dos años de desarrollo.

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Es por ello que es fundamental atender esta necesidad del sector empresarial desde las aulas, desde los primeros años de la infancia y no solo desde la educación superior o del bachillerato tecnológico, donde más impulso se da al tema, sino en todos los tipos y modalidades educativas, incluidas las de enfoque indígena y especial.

Enseñar para emprender, además, fomenta el pensamiento creativo, habilidad en la que estamos muy por debajo de la media internacional, según los últimos datos de PISA en evaluación del pensamiento creativo, donde solo 1 de cada 10 estudiantes mexicanos demostró capacidad de generarlo; pero también desarrolla la capacidad de innovación, trabajo en equipo y de resolución de problemas.

Además, es una excelente opción para establecer mecanismos de evaluación donde se pueden observar todas las habilidades antes citadas.

Fomentar la cultura del emprendimiento en el sistema educativo mexicano requerirá del compromiso conjunto entre gobierno, instituciones educativas, sector privado y sociedad civil para que el enfoque empresarial no se vea como algo nocivo en la formación escolar, como hasta ahora se ha dejado entrever con las duras críticas que se le hacen al modelo neoliberal.

Será necesario, por ejemplo, implementar ajustes sustantivos al currículo actual, diseñar estrategias didácticas novedosas, fortalecer el ecosistema emprendedor en las instituciones educativas y capacitar a las y los docentes en el tema. Son estos pasos fundamentales para construir un futuro próspero y generar oportunidades para las nuevas generaciones.

Los docentes, por supuesto, juegan un papel crucial en el fomento del espíritu emprendedor en sus estudiantes, a los cuales será necesario brindarles herramientas y apoyo para que puedan desempeñar el rol de facilitadores del emprendimiento de manera efectiva.

Países como Japón, Corea del Sur y China son ejemplo a seguir. En ellos, desde temprana edad se impulsa esta cultura mediante la creación de talleres, tutorías, concursos, academias y programas desde las escuelas, y así los estudiantes tienen la oportunidad de crear y administrar sus propias empresas simuladas.

Derivado de ello, han obtenido gran éxito en la creación de innovaciones científicas y tecnológicas que luego se traducen a patentes y a un importante ingreso de divisas por la comercialización de las mismas.

Impulsar el espíritu emprendedor no solo capacita para crear negocios propios, sino que contribuye al desarrollo económico nacional formando ciudadanos críticos, innovadores y resilientes, capaces de enfrentar los desafíos del mundo actual y contribuir a un mejor futuro para todos. Educar para el emprendimiento, es y será sin duda una apuesta por el futuro de México.