En efecto, apóstola con A. Así lo escribió el papa Francisco en un mensaje de redes sociales de 2019: “El testimonio nace del encuentro con Jesús vivo. #SantaMaríaMagdalena, apóstola de la esperanza, ruega por nosotros”.

Ayer, al comentar sobre el valor de la prueba testimonial en mi artículo “Calderón y García Luna, milagros de Cristo y teorema de Pitágoras los condenan”, mencioné un ensayo de Andrés Páez, de la Universidad de los Andes, en el que este analista dijo que David Hume estudió el problema del testimonio en el contexto de los relatos sobre los milagros.

El señor Páez, quien coordina —con Janaina Matida— la Red Latinoamericana de Epistemología Jurídica, citó al filósofo escocés: “No hay un tipo de razonamiento más común, más útil e incluso más necesario para la vida humana que el derivado de los testimonios de las personas y los reportes de los testigos presenciales y de los espectadores”.

Llegué al ensayo de Andrés Páez buscando información sobre la importancia del testimonio en el derecho. Lo hice porque sobran personas en México convencidas, por ingenuidad o por intereses inconfesables, de que a Genaro García Luna se le sentenció en Estados Unidos, sin pruebas, a 38 años de cárcel. Les han parecido pocos más de 20 testigos, desde luego confiables para juez y jurado por tratarse de personas dedicadas al narcotráfico y que demostraron poseer evidencia para hablar de quien fuera secretario de Seguridad en el gobierno de Felipe Calderón.

Dije en mi artículo de ayer domingo que miles de millones de personas —el propio Calderón incluido— creen que Jesús realizó numerosos milagros gracias a los testimonios de quienes aseguran haberlos visto. Como no hay más evidencia acerca de tales milagros, pienso que la Biblia es una obra ciento por ciento testimonial.

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Añadí que admiramos a Sócrates por los testimonios de quienes lo trataron y redactaron obras acerca de su sabiduría, y apunté que es también el caso de Pitágoras: de la vida del padre de las matemáticas solo tenemos testimonios, nada escrito por él, ni su conocido teorema.

Leyó mi texto una persona estudiosa de la religiones —no daré a conocer su nombre porque no tengo su autorización para hacerlo—. Me dijo lo siguiente por WhatsApp: “La única novedad de Jesús frente a todos los sabios y profetas, lo único que lo distingue es que resucitó. El testimonio principal, y el primero, es el de una mujer, Magdalena. Y en el judaísmo de la época el testimonio de una mujer no tenía validez legal, ni siquiera para declarar a su marido muerto. Entonces, el cristianismo es en esencia feminista”.

Si por el testimonio fundamental de la apóstola hay que considerar al cristianismo como un feminismo, entonces cabe decir de la iglesia católica que ha traicionado su esencia, ya que no hay ni puede haber papisas.

Se supone que hubo una papisa, Juana, en algún momento entre los años 855 y 882, pero tuvo el cargo no tanto como una anomalía antimachista, sino como consecuencia de un engaño: ocultó su sexo. Lo más probable, opina una mayoría de especialistas, es que se trate de una ficción.

Por tal leyenda también se supone que existió —cito a YahooNews— “un tipo de asiento papal conocido como sedia stercoraria, el cual dispone de un agujero en el centro del mismo… Se utilizaba una vez elegido nuevo papa tras el cónclave y su función era para determinar, mediante el palpado testicular por parte de un joven diácono, si el recién escogido nuevo pontífice era varón”.

El machismo en el cristianismo se manifiesta desde sus orígenes. Pedro rechazó los testimonios de María de Magdala porque le parecía imposible que Jesús hubiera preferido a una mujer antes que a los apóstoles hombres para que presenciara hechos tan relevantes.

En fin, más allá del machismo de la iglesia católica, lo que se conoce de Jesús, sobre todo su principal milagro, haber resucitado, lo sabemos por testimonios. Reitero, podemos estudiar a otros pilares de nuestra cultura, como Sócrates y Pitágoras, no por sus obras escritas, sino por lo que otras personas contaron acerca de ellos.

Calderón, la mayoría exige se le investigue

A un jurado estadounidense convencieron los numerosos testimonios que en un juicio se presentaron contra García Luna. Al pueblo de México, también. Lo demuestran los números de una encuesta especial aplicada en el contexto del tracking diario ClaudiaMetrics. Enseguida unas imágenes con tales estadísticas.

ClaudiaMetrics especial
ClaudiaMetrics especial
Claudiametrics especial

Mienten quienes aseguran que a Genaro García Luna se le condenó sin pruebas. En realidad, hubo numerosas pruebas testimoniales creíbles contra el superpolicía de Felipe Calderón. Por lo demás, también hay testimonios confiables de que Calderón conocía las fechorías de García Luna. Uno de tales testimonios es el de la exembajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, quien dijo que “Calderón conocía” los nexos de García Luna con el narco. Y ayer, en Milenio, Alejandro Almazán informó que hubo gente que advirtió a Calderón sobre el comportamiento ilegal de su secretario de Seguridad. Denunciaron a García Luna ante Calderón el general Tomás Ángeles y quiene fue coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal, Javier Herrera Valles.

La gente no se equivoca y coincide con los testimonios que condenan a Felipe Calderón, por eso una aplastante mayoría exige que se investigue al jefe de Genaro García Luna.

Aquí mi participación en el noticiero de Sergio Sarmiento y Guadalupe Juárez en El Heraldo Radio: