En mi columna anterior, reflexione sobre los símbolos solemnes qué caracterizan a la política mexicana materializando el refrán que dice “forma es fondo”. Leí una crítica que me pareció valida: ¿por que enfocarse en tan solo tres de los despistados que protagonizaron el desaire a la presidenta Sheinbaum cuando hubo 8 personas en la foto?

Mi respuesta es muy sencilla. Me parece que una llamada pudo bastar para disculparse con Claudia Sheinbaum por el descuido. Un mensaje por mensajería instantánea, inclusive, un regalo protocolario qué suele ser el idioma diplomático de los altos niveles, algún canasto de dulces tradicionales extendiendo un mensaje de respaldo, unión y por supuesto, las disculpas por la falta al protocolo.

Me parece que los tres mencionados en mi columna anterior: Ricardo Monreal, Adán Augusto y Manuel Velasco encima del acto que fue maximizado por medios de comunicación sugiriendo que la presidenta “esta sola”, mientras se reunieron, acordaron publicar sus disculpas en un mensaje de X antes Twitter.

Aquellas publicaciones, lejos de calmar el malentendido, azuzaron todo tipo de teorías que sugieren un descuido cuidadoso, un desprecio apreciado, un acto que parece ser parte de la cadena de desplantes desde sus competencias y desde sus apuestas.

Las disculpas públicas parecieron exhibir el hecho de que la presidenta pasó desapercibida. Son los mensajes que acentuaron aquella narrativa soñada hace unos años, la que colocaba a López Obrador un aura casi santificada con una personalidad tan imponente, que cualquiera cerca de él se percataba de su presencia. El acto tiene que ver con un desplante parecido a los que ha tenido Donald Trump, qué contiene un mensaje traducido a decir: “no te veo, no te escucho, no tomo en cuenta el espacio que tomas hasta que te haces presente o exiges la atención”.

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Creo que los tres tuvieron papeles clave al haber sido aspirantes a la presidencia con el ego herido, quienes a diferencia de Luisa María Alcalde o Andrés López Beltrán que desde el inicio apoyaron la candidatura de Claudia Sheinbaum, pasaron de ser sus adversarios a la corrección política de convertirse simbólicamente en “el equipo” de partido para la primera presidenta.

Estoy segura de que la dirigencia de Morena envió disculpas en privado mientras que externaron en público, también mediante sus redes, el punto del encuentro que fue enviar mensajes de unión, respaldo y certeza sobre la representación de Claudia Sheinbaum como jefa del Estado mexicano. Una mandataria digna y autónoma a la que le robaron la nota por maximizar un incidente que si bien, exhibe las peleas intestinas de Morena, no son tan trascendentales como para modificar la política qué ella ha logrado construir.

La atención es merecida enfocada a los tres por aquello que tienen en común: haber sido los primeros que, desde el sexenio de Andrés Manuel, “le cambiaron una coma” y desatendieron las peticiones de la Consejería Jurídica sin acuerdos previos con la presidenta. Es claro que, a reserva de Manuel Velasco, tanto Adán Augusto como su par el coordinador en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, son hombres a los que les cuesta trabajo acatar la autoridad de las mujeres. No solo de la presidenta, también la de su secretaria de gobernación y su consejera jurídica. El “desaire” capitalizado como falta de unión, exhibido en tuits y jugosamente tomado por la oposición, suenan a una postura desafiante qué intenta decir a la presidenta qué no únicamente es Trump... Que hay resistencia interna y son ellos quien la encabezan.

Cosas que hay que saber

Una ministra presidenta que estará sin funciones para la entrada en vigor de la norma que le permite hacer esto, aspira a designar al mes tres integrantes del nuevo Órgano de Administración Judicial, que ocupará el espacio del Consejo de la Judicatura Federal.

La ministra Loretta Ortiz denunció mediante un comunicado en su cuenta de X que el pleno de la Suprema Corte tiene previsto aprobar este martes el proceso de designación de los integrantes del Órgano de Administración Judicial, el cual asumirá las funciones del CJF junto con el Tribunal de Disciplina Judicial.

El albazo hábil tiene que ver con que esta facultad sí esta contemplada en la reforma judicial, pero es una facultad que le otorga la ley a la nueva presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es decir, para aquella ministra (o ministro) que resulte ser el más votado de la primera elección judicial. Una interpretación chueca busca el imitar el factor de legitimidad para creer que, por dedazo, la Corte actual pudiera continuar interviniendo en el poder judicial. Ni hablar.

X: @ifridaita