Consciente de los importantes desafíos sociales que México siempre ha enfrentado, el aun presidente López Obrador está viviendo sus últimos instantes en Palacio Nacional. De hecho, se ha mostrado al borde de las lágrimas luego de los emotivos mensajes que ha lanzado. Eso se percibió el pasado fin de semana cuando, en presencia de una multitud, pronunció el grito conmemorativo por el inicio de la Independencia de nuestro territorio nacional. Para tal efecto, Andrés Manuel se retira en medio de un creciente ascenso en aprobación. Más del 73% de la población civil confía plenamente en las políticas públicas que, sabemos, implementó al comienzo de su gestión. Él, en efecto, ha contribuido significativamente en el giro sustancial que reina a nivel nacional.
Su política pública, en efecto, es el principal sello del proyecto de la cuarta transformación. Los programas sociales, por ejemplo, son punta de lanza de un modelo progresista que, a grandes rasgos, ha privilegiado a los sectores sociales con mayor vulnerabilidad. Con esa lealtad a sus principios, el mandatario federal está en la antesala de su retiro de la política. Francamente, por decirlo así, será muy difícil para él desprenderse de esa efervescencia política que, desde luego, alcanzó su punto más alto al ganar la presidencia de la república luego de tres intentos. Alguien como él, sin lugar a dudas, merece salir por la puerta principal de Palacio Nacional con todos los honores de ser, en definitiva, el mejor presidente que ha tenido México.
Ese reconocimiento se ha notado en los últimos eventos sociales que ha tenido el presidente López Obrador. El fin de semana, por ejemplo, visitó el sur del país. Y lo hizo acompañado de dos figuras que tendrán cargos de suma importancia. Hablamos de Claudia Sheinbaum y Eduardo Ramírez. Ese binomio, claro está, marcará la diferencia para profundizar los grandes cambios sociales que se tienen previsto en el sur. De igual manera, es claro que esa efervescencia se percibirá los próximos días. A partir de estas últimas dos semanas, de hecho, seremos testigos del cierre y transición del nuevo gobierno que, para fortuna de los mexicanos, será gobernado por Morena. Se trata, así se percibió, de un proyecto de nación que asignó toda la capacidad del Estado para cimentar las bases del progreso social. Siendo así, AMLO convirtió al país en un modelo que nosotros mismos podemos presumir.
Para entender mejor esa concepción, basta ver los altos niveles de aprobación no solamente en lo nacional, sino a nivel mundial. El presidente, para tal efecto, se ha medido con los grandes referentes del mundo. Eso se ha hecho evidente con las propias evaluaciones, lo mismo que con la capacidad de respaldo. Andrés Manuel López Obrador, fiel a su estilo, nos demostró que, con voluntad y compromiso, se puede construir una nación humanista y próspera, especialmente en temas relacionados con el desarrollo. Y no únicamente en lo político nos enseñó sus atributos, sino también como estratega. Recuerdo que, hace unos meses, diseñó un proceso interno para la sucesión presidencial en un cónclave con todos los presidenciales que, en aquel momento, aspiraban a la candidatura. En medio de ese clima, en efecto, encontró una solución democrática para garantizar la unidad.
Considerando la capacidad de cada uno de los presidenciables, armó un diseño para los próximos seis años. Eso se ha notado con el desempeño eficiente que ha mostrado Ricardo Monreal en San Lázaro, lo mismo que Adán Augusto López Hernández, en el Senado de la República. Ambos, de hecho, piezas fundamentales para sacar adelante el proyecto de reforma al poder judicial que, a grandes rasgos, corona el sexenio del mandatario federal. El zacatecano, por ejemplo, fue pionero en la Cámara de Diputados; es decir, planeó, organizó y comandó los trabajos para apuntalar el asunto sin contratiempos. Es más, eso también se percibió durante su paso por la cámara alta. Desde ese punto de vista, AMLO ha tenido una visión muy atinada para colocar a los protagonistas en las trincheras donde, por supuesto, tiene una influencia preponderante.
Entonces, mientras llega la fecha de culminación de su exitosa gestión, el presidente López Obrador sigue regalando instantes emotivos pese a la guerra sucia de la oposición. A ellos, por cierto, les ganó cada una de las batallas y en todas las trincheras, eso sí, bajo la premisa de un sustento que, en todo momento, le dio la razón al mandatario federal. Siendo así, AMLO se retirará con la satisfacción de jamás haberse doblegado a la oposición. Por lo visto, los conservadores se quedarán con las ganas de someter al presidente bajo la calumnia y la maquinación. De hecho, el mismo Andrés Manuel ha confesado que vivió momentos duros ante la persecución y el hostigamiento de los gobiernos de Salinas y Zedillo. Ni eso, ni mucho menos el canto de las sirenas, frenaron la transformación que, por fortuna, nos ha tocado vivir.
Desde este espacio de opinión, con toda la franqueza que hay, reconocemos la trayectoria política del mejor presidente que ha tenido nuestro país. Será recordado el nombre de Andrés Manuel López Obrador, que pasará a la historia por ser, ni más ni menos, el iniciador del proyecto de transformación de la vida pública de México.
Notas finales
Son momentos cruciales de transición, pero también de apertura legislativa en congresos locales. Este fin de semana, por ejemplo, tomaron protesta los diputados de Michoacán. Con ello, se sabe, los principales protagonistas comenzaron asumir las posiciones claves. Ahí, tal y como se esperaba, J. Reyes Galindo Pedraza, será el coordinador de la fracción parlamentaria del PT. Él, además de dominar a la perfección esa encomienda, se colocó en una tribuna inmejorable para seguir destacando como uno de los cuadros de la izquierda más propositivos y productivos en materia legislativa.