En algún lugar leí que la expresión mentirosillo (mentirosilla) es de uso obsoleto. Entendido lo anterior voy a utilizarla ahora para cuestionar un nuevo artículo, en Milenio, de la señora Ana María Olabuenaga sobre el AIFA, esto es, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Y es que ella, para no aceptar un error, ha mentido de nuevo, pero ahora nomás poquito; sí, como Layín, el alcalde nayarita que sí robaba, como todos sus colegas, pero no mucho. Veamos.

Hace unas semanas Olabuenaga dijo que el aeropuerto de Santa Lucía tiene solo 14 posiciones de abordaje. Y las comparó con el cancelado proyecto de Texcoco que iba a tener 120. Gran mentira.

Tales números provocaron un escándalo porque los hicieron suyos columnistas e intelectuales influyentes que se supone son muy serios, como Héctor Aguilar Camín, quien, también en Milenio, calificó lo dicho por la señora Olabuenaga como “uno de los mayores escándalos de difusión y credulidad que se han registrado en este gobierno” porque, así lo supuso el mencionado escritor, ella había demostrado lo “ridículamente pequeño” que es el AIFA.

Tendrá influencia don Héctor Aguilar, pero serio no es. Crítico responsable tampoco. Si la seriedad y la responsabilidad fueran lo suyo verificaría los datos que difunde; no lo hace, le vale gorro. En fin, así es él. Desde luego, tiene derecho a la frivolidad intelectual.

Olabuenaga mintió porque la informaron mal. La verdad de las cosas —me consta, acabo de estar ahí— es que el aeropuerto de Santa Lucía tiene 28 posiciones en 14 puentes de abordaje más otras 20, aproximadamente, entre posiciones remotas y las que se ubican al lado de la terminal para aerolíneas de bajo costo, ello sin contar las posiciones para carga, aviación privada y helicópteros, que también forman parte de la obra ya prácticamente terminada por los ingenieros del ejército mexicano comandados por el general Vallejo.

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Hoy, en Milenio, incapaz de admitir un error —qué trabajo cuesta a algunas personas la autocrítica—, Ana María Olabuenaga vuelve a la carga: “Lo cierto es que, reitero, el Aeropuerto Felipe Ángeles tendrá 14 prepuentes de abordaje. ¿Que estos podrían dar servicio a dos aviones?, puede ser”. Con respeto a la colaboradora de Milenio, eso no es lo cierto.

Tan sabe que no es lo cierto que ella ya no habla de 14 posiciones, sino de 14 prepuentes de abordaje. Y añade que cada uno de estos quizá podría dar servicio a dos aviones al mismo tiempo. En realidad —si se tomara la molestia de visitar el AIFA lo vería con toda claridad— cada uno de los 14 puentes tiene, ya perfectamente instaladas, dos posiciones para el embarque de los pasajeros.

En fin, para no aceptar su equivocación, que fue utilizada por fanáticos anti AMLO como Aguilar Camín, la señora Olabuenaga ya no habla de posiciones sino de puentes —ella los llama prepuentes, lo que para el caso viene a ser lo mismo— con capacidad para dos posiciones cada uno.

Ya usarán el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles tanto don Héctor Aguilar Camín como doña Ana María Olabuenaga —dos personas de buen nivel económico que, supongo, suelen volar por trabajo o por placer varias veces al año—, y ya se avergonzarán de ver que la obra de Santa Lucía es bastante grande y está a la vanguardia en tecnología. Algunos de sus equipos son tan nuevos que no los tiene todavía ningún aeropuerto del mundo.

El AIFA, en efecto, en su primera etapa tendrá más de 40 posiciones, que pueden parecer pocas frente a las 120 proyectadas para el aeropuerto de Texcoco..., pero olvidaron Aguilar Camín y Olabuenaga un dato: el aeródromo cancelado implicaba desaparecer las 80 posiciones del actual aeropuerto. Debe quedar claro que Santa Lucía sumará sus posiciones a las del AICM, que seguirá operando con toda normalidad. Estamos hablando de un sistema de aeropuertos, ¿se comprende?

Otro dato: Santa Lucía está diseñado para duplicar su capacidad en el corto plazo —con un costo realmente reducido porque ya todas las infraestructuras importantes están hechas— y, en un periodo más largo, cuenta con espacio de sobra para otras dos terminales.

Y falta que alguien en la SCT o en el Edomex se ponga las pilas para que las aerolíneas comerciales vuelvan a utilizar el aeropuerto de Toluca, que nunca se debió abandonar. Se abandonó, como bien sabemos, para inflar artificialmente el crecimiento del AICM, de tal manera de justificar el enorme gasto de Texcoco.

Así empezaba la corrupción tecnócrata: sí, con la manipulación de estadísticas. Corrupción numérica que sigue vigente y de la que fue víctima, como analista de buena fe (le doy el beneficio de la duda), Ana María Olabuenaga... De las intenciones de Héctor Aguilar Camín no cabe dudar: hay certeza de que él no ha sido víctima de nada, ya que el director de Nexos ha ofrecido demasiadas pruebas de que da por buena cualquier cosa que pueda perjudicar a AMLO, a quien detesta porque, por primera vez en décadas, no está cerca del despacho presidencial. Don Héctor hasta publicó en su revista un catálogo de falsedades de una cuenta troll de Twitter supuestamente de gente experta en aeropuertos. Así de irresponsable.