“Vivo dentro de cuatro paredes matemáticas alineadas a metro.
Me rodean apáticas almillas que no saben ni un ápice siquiera de esta fiebre azulada que nutre mi quimera.
Uso una piel postiza que me la rayo en gris.
Cuervo que bajo el ala guarda una flor de lis.
Me causa cierta risa mi pico fiero y torvo que yo misma me creo pura farsa y estorbo”.
Alfonsina Storni, ‘Aspecto’
Un ave olvidada llamada austeridad
Van más de 115 mil 981 millones de pesos enterrados en el AIFA, esto es, 38% más de los 74 mil que se anunció se gastarían. Al mismo tiempo ya avisaron que, para alcanzar ‘el punto de equilibrio’, el gobierno tendrá que seguir financiando el proyecto de menos hasta el 2026.
Para más señales, sobre ‘los otros datos’, ante una solicitud de transparencia de presentar la información financiera relacionada con su operación, la empresa Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles pidió una prórroga para dar respuesta. “Ya será después de la inauguración del aeropuerto”, dijeron.
Faltan por sumar todos los dineros que quedaron anegados de lo que se había avanzado en la construcción del NAIM; eso además de lo que se ha pagado y se sigue pagando por la cancelación del mismo. Dinero tirado a la basura para cumplir con un capricho.
Promesas de vuelo en vano
Hoy atestiguaremos una inauguración “histórica”, de la remodelación —incompleta— de una base aérea militar. Una historia tergiversada como el mismo anuncio para el aeropuerto.
Poco importa si el AIFA es lindo o feo, lo realmente preocupante es que este no tiene la capacidad del AICM o del cancelado Texcoco, no complementará un sistema aeroportuario en el Valle de México y no tiene las autorizaciones de las agencias internacionales de aeronáutica, las cuales son necesarias para que las aerolíneas internacionales (salvo la de países como Cuba o Venezuela) puedan tener vuelos comerciales ahí.
Quienes viven cerca, a quienes se les prometió mejorar su situación de vida, vías de comunicación, escuelas y hospitales, deberán esperar.
Faramalla, farsa y estorbo
Hoy se va a aplaudir una obra que no está terminada, un general del ejército mexicano dialogando con una estatua, una torre de control sin los instrumentos suficientes para la navegación, un vuelo de utilería, unos caminos sin concluir y unas distancias más largas con más tiempo de traslado. Doce vuelos al día y en espera de que se llegue a tener 19 millones de viajeros al año. (El AICM tiene en promedio más de 32 millones de pasajeros y ya no crecerá esta cifra pues fue anunciado que, por decreto, ya no se concederán nuevos permisos y que los que existen se recortarán para migrar vuelos al Felipe Ángeles. El NAIM iba a transportar a 124 millones de pasajeros al año, usando 124 posiciones directas y dando trabajo a 450 mil personas.) Todo eso y más dan una idea de que aquello de seguirle la corriente al viento no es una buena idea…
Síntesis perfecta: aspecto sin substancia
Y aunque López Obrador dice que los críticos e incrédulos le hacen lo que el viento a Juárez, las ventosas de Santa Lucía ya anuncian otra tragedia (por aquello de que suena mucho a la Línea 12 de Metro) en razón de apresurar las obras.
La verdadera desgracia sería que, luego del dinero ahí invertido, el AIFA fracase en complementar el tráfico aéreos o deje de operar por completo. Son demasiados elefantes blancos que existen en este país para agregarle este otro.
Nos merecemos algo mejor que la entrega de una estafa AIFA sin concluir.
Naturaleza intrínseca de la 4T: cancelar programas y no encontrar soluciones alternativas.
El AIFA es la síntesis perfecta de lo que es la 4T: una necedad que no se necesitaba; un gasto que encima resulta en estafa; un inicio sin conclusión; aun ejército que, como cuervo, vive alineado a metro; un vuelo, un pájaro, una quimera que no va a despegar.
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero