En el momento de la redacción de este texto, la presidenta Claudia Sheinbaum encabeza la ceremonia de aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917.
No se trata de un evento menor. Por el contrario, se conmemora un año más del nacimiento del documento fundamental cuyo objetivo originario fue -y es- dar un orden legal al Estado y sentar las bases para la convivencia armónica de todos los mexicanos.
AMLO, quien desde un primer momento se percibió como amo y propietario de la Carta Magna, anunció hace un año una serie de reformas constitucionales que serían eventualmente su testamento político; entre ellas, la nefasta reforma al Poder Judicial y la desaparición de los organismos autónomos.
Sheinbaum y las mayorías legislativas, fieles al mandato del caudillo, no han vacilado en dar contenido a una serie de transformaciones que distan de rendir honores a los valores democráticos.
Sin embargo, el régimen ha dado ahora un paso adicional. La presidenta Sheinbaum anunció desde el lunes que Norma Piña, presidente de la Suprema Corte, no sería invitada al evento. No obstante este acto de obstinación y de ausencia de todo sentido del Estado de Derecho, sí que estarían presentes las ministras Loretta Ortiz, Lenia Batres y Yasmín Esquivel; léase, las tres mujeres que, por motivos diversos que van desde intereses familiares hasta conflictos de interés y ambiciones políticas, han servido como instrumentos para hacer ejecutar desde la Corte la voluntad del presidente.
Derivado seguramente de los mezquinos intereses políticos y de una pizca de ignorancia sobre derecho constitucional, los miembros más prominentes de la autoproclamada 4T no reconocen la dignidad de Norma Piña en tanto que ca-be-za de un poder de la Unión, en el mismo rango jerárquico (sí, el mismo) que los cargos ostentados por los presidentes del Legislativo y por la propia presidenta Sheinbaum.
El inaceptable gesto de descortesía hacia Norma Piña no es otra cosa que un síntoma más de la voluntad del régimen obradorista de desmantelar el Estado mexicano como se le conoce. En medio de la reforma al poder Judicial, y una vez que se han conocido los nombres de los hombres y mujeres que aparecerán en la boleta electoral el 1 de junio, la 4T continúa en el rumbo de hacer derrumbar el orden constitucional.