Primero, una aclaración sobre la embajadora de Israel

En la columna “Calentamiento político” de Manuel Díaz, este colaborador de SDPNoticias dijo: “El colmo, como lo expuso la periodista de El Financiero, Jeanette Leyva Reus, fue que la embajadora de Israel en México, Einat Kranz Neiger, manifestó gran enojo porque la nacionalidad israelí está borrada de la lista en el sitio electrónico de boletaje, en tanto que la nacionalidad palestina sí está contemplada”. No es verdadero lo expresado por el señor Díaz, como nos lo ha hecho saber una fuente autorizada: “El tema es que la información es errónea porque la embajadora no ha emitido algún mensaje o se ha dirigido con la SRE al respecto”.

Segundo, un ejemplo de fresismo

Ayer hablé de los y las fresas. Me dicen que un buen ejemplo de la forma en la que hablan tales personas es Andrés Conesa, director de Aeroméxico. En los vuelos de esta empresa, antes o después de que Chavela Vargas diga que los mexicanos y las mexicanas “¡nacemos donde nos da la chingada gana!”, Conesa pronuncia un mensaje inteligente sobre la misión y la historia de la aerolínea, pero… De plano resulta notable el contraste entre el tono indómito de Chavela y el del fifí directivo de Aeroméxico. No es crítica, sino una descripción. Tampoco invito a don Andrés a que hable como lo hacemos en Monterrey, mitad en incomprensible inglés texano y mitad en español de rancho. Solo ha sido una observación.

Ahora, el apendejado profesor

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Días antes de las elecciones presidenciales circuló bastante un video de cierta conferencia de Macario Schettino, columnista de El Financiero y profesor de la escuela de gobierno del Tecnológico de Monterrey.

En ese video, el profesor Schettino, utilizando numerosas estadísticas bastante complejas, pronosticaba el triunfo de Xóchitl Gálvez, la excandidata de la alianza PRI, PAN, PRD. Como bien sabemos, Xóchitl perdió por goleada: Claudia Sheinbaum la superó por más de 30 puntos porcentuales. El profesor Schettino no ha explicado por qué se apendejó tanto —si por ideología o por incompetente— con sus estadísticas electorales.

En sus artículos de El Financiero, Macario Schettino presume ser experto en análisis de datos, sobre todo económicos. Como en el caso de la victoria de Xóchitl, sus pronósticos sobre el desenvolvimiento de la economía normalmente fallan, pero los sigue difundiendo. Ayer el profesor del Tecnológico de Monterrey dijo en su columna:

“No me sorprendería que el crecimiento del bienio 2024-2025 ronde apenas el medio punto porcentual. Para Alejandro Werner, sería medio punto, pero negativo”.

“Si en las primeras tres semanas de este gobierno las cosas no se veían bien, en las próximas tres creo que se verán peor”.

MACARIO Schettino

Eso es más un deseo que una realidad. La verdad de las cosas, no hay razones objetivas para pensar que ha sido negativo el arranque del sexenio de la presidenta Sheinbaum. Todo lo contrario —lo demuestran encuestas serias— Claudia ha logrado lo más importante, esto es, la mitad del éxito en una administración pública que inicia: que la gente confíe en su programa de gobierno.

La sociedad mexicana aprueba los proyectos de la presidenta Sheinbaun. Así lo demuestran casas encuestadoras con credibilidad, que generaron estadísticas electorales antes de las votaciones de junio y no fallaron en sus pronósticos —MetricsMx, que publicó en SDPNoticias; El Heraldo de México, De las Heras Demotecnia—.

Hay dos maneras de responder a la pregunta de cómo va Claudia Sheinbaum en las tres primeras semanas de su gobierno. Una es con encuestas confiables —las que no fallaron durante el pasado proceso electoral—; otra consiste en atender los comentarios de quienes tienen espacios en los medios de comunicación.

Las encuestas, que reflejan la opinión de la sociedad, aprueban categóricamente el arranque de Claudia...

A la presidenta la reprueba solo la comentocracia: el mencionado Schettino y sus colegas Raymundo Riva Palacio y Pablo Hiriart, de El Financiero; Jesús Silva-Herzog Márquez y Denise Dresser, de Reforma; Carlos Marín y Héctor Aguilar Camín, de Milenio; Jorge Fernández Menéndez y Francisco Garfias, de Excélsior; Salvador García Soto y Carlos Loret de Mola, de El Universal, etcétera.

Diez o veinte columnistas hacen bastante ruido, pero solo representan el punto de vista de diez o veinte columnistas. Más de 70% de aprobación en las encuestas significa que millones de personas confían en el nuevo gobierno.

Así terminó el sexenio anterior: con una alta aprobación de AMLO en el contexto del griterío estentóreo del columnismo mexicano.

Andrés Manuel López Obrador no pocas veces afirmó que él es el presidente más cuestionado por la prensa desde Francisco I. Madero. Dijo la verdad, pero no ocurrió así en el arranque de la administración obradorista: el tabasqueño, a pesar de algunas críticas por haber cancelado el aeropuerto de Texcoco, gozó de un periodo de luna de miel en su relación con el columnismo.

Tal luna de miel se dio porque se esperaba que la 4T no fuera la 4T. Los y las columnistas se engañaron pensando que con AMLO todo iba a ser igual que con el PRI y el PAN en la presidencia, y por tal motivo durante un tiempo no molestaron a Andrés Manuel. También cayeron en tal engaño gente de la política opositora y personas de la clase empresarial que imponen sus criterios en la prensa.

En tres semanas de gobierno la presidenta Sheinbaum ha establecido un récord: ha sido la persona más criticada en el arranque de un periodo presidencial.

En efecto, la comentocracia no le ha dado tregua a Claudia porque los y las columnistas, y quienes mandan en la prensa, ya se convencieron de que la 4T no puede traicionarse a sí misma y ser como el PRI y el PAN. Con López Obrador durante unos meses tuvieron la esperanza de volver al pasado; con Sheinbaum la perdieron. La mayoría de la gente, por fortuna, sigue teniendo otros datos.