La encuesta de El Financiero es muy reveladora de los cambios en torno a los cuatro aspirantes a candidato presidencial de Morena. Muy malas noticias para Claudia, regulares para Marcelo, buenas para Monreal y espléndidas para Adán Augusto. Los datos merecen lectura rigurosa; al encuestador Alejandro Moreno se le acredita profesionalismo y, especialmente, distancia de los intereses políticos en juego; su integridad está al margen de duda.
La manera en que se está percibiendo la campaña anticipada de Claudia Sheinbaum no sólo muestra reserva de la mayoría de los ciudadanos, sino que en sus efectos ha sido contraproducente. En los últimos dos meses se presenta una baja consistente en la opinión favorable o la intención de voto. Para algunos, la causa son los incidentes en el Metro. El problema va más allá y para ella es obligado y urgente revisar a fondo su estrategia, que no sólo no le está funcionando, sino que le ha resultado adversa. El costo y riesgo de campaña anticipada se le vuelve en contra. Hay tiempo, pero no mucho porque se trata de una tendencia y no de un evento que se resuelva con una respuesta de control de daños.
Las encuestas sobre prospectos de candidato deben considerar, necesariamente, la diferencia en los niveles de conocimiento. Un aspirante muy conocido casi no tiene margen para crecer y, por lo mismo, es difícil que incremente su aceptación, contrario a uno poco conocido, siempre y cuando tenga una acertada exposición pública.
De esta manera, los resultados sobre buena opinión que dan a Claudia 41%, al excluir del cálculo a quienes no la conocen, sube a 48%; Marcelo de 38% a 43%; Adán Augusto de 30% a 45% y Monreal de 24% a 36%. Esto significa que Adán Augusto superaría ya en buena opinión a Marcelo y estaría a solo 3 puntos porcentuales de alcanzar a Claudia. Monreal estaría a 7 puntos de empatar a Marcelo.
Las encuestas electorales no son precisas, en parte por no ajustar la metodología a la nueva realidad social y a la reserva o imposibilidad creciente de la población de expresar cómo votará. La importancia del trabajo de Alejandro Moreno, uno de los más acertados, tiene que ver con la serie histórica o periódica; es decir, la medición de tendencias.
Respecto a Claudia, el problema del metro no es el que explica la baja, que ya se presenta en las dos últimas mediciones y en el último levantamiento es difícil que impactara en la opinión. El problema es más general y se refiere a una mala comunicación, como demuestra el que, en noviembre, un 36% respondiera que de los cuatro aspirantes ella es la que está haciendo mejor su trabajo y, en enero, solo 29%.
El presidente ha señalado que la selección del candidato será mediante encuesta, expediente nada democrático. Debería haber contienda en forma y en los tiempos de precampaña que la ley determina, y no que cada uno busque, a su manera, posicionarse. La más activa y con mayor ventaja por la visibilidad que ofrece el cargo es Sheinbaum; es más complicado hacerlo desde el Senado, especialmente para Monreal quien, aunque recurrentemente excluido o descalificado por el presidente López Obrador, sigue en la contienda con y por una oferta diferenciada respecto a los otros aspirantes.
La ventaja de Adán Augusto en las encuestas deriva de la afinidad política y personal con López Obrador, que a muchos lleva a considerarlo el caballo negro. Claudia Sheinbaum se ha beneficiado de la percepción de que es la favorita, lo que ha propiciado la cargada en su favor con apoyos interesados dentro y fuera de su partido; el problema es que esto no se refleja con claridad en las encuestas y, de persistir las dificultades, podría aumentar el número de quienes piensan que fue pieza de utilería para impulsar al que siempre se quiso.
De mantenerse las tendencias que muestra El Financiero, en poco tiempo se verá la ventaja de Adán Augusto y el crecimiento de Ricardo Monreal en opinión de encuestados que sí los conocen.