Recibimos 2024 con buenas noticias.
El salario mínimo en nuestro país pasó de un monto diario de 207 pesos a 248.93, lo que suma un total mensual de 7,468 pesos al mes.
Bien poquito, dirán algunos, pero hay que refrescar un poco la memoria y recordar que el minisalario en 2017, antes de la llegada de la 4T al gobierno federal era de tan solo $88.36 pesos diarios. En 2019 los trabajadores mexicanos recibieron el primer aumento de la administración de López Obrador y el salario mínimo fue de 102.68 pesos diarios, hasta llegar a la cifra que en este año que inicia se tendrá.
Saquen la pluma.
Los gobiernos encabezados por el PRI y el PAN (hoy unidos en un asqueroso amasiato) aumentaron en forma ofensiva el Salario Mínimo General Nacional (SMGN). Con Vicente Fox, por ejemplo, los trabajadores recibieron durante todo el sexenio un incremento en su sueldo de 9.16 pesos, en tanto con Felipe Calderón se “rayaron” con el aumento de 11.6.
El último presidente priista antes del docenio trágico blanquiazul fue Ernesto Zedillo, quien durante su mandato “premió” a los asalariados con un aumento de 20 pesotes.
Y, por último, el antecesor de Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto, fue más “generoso” y aumentó durante su sexenio 25.29 pesos el ingreso de los trabajadores.
Puedo aceptar la crítica de quienes alegan que la remuneración mensual de 7,468 pesos es insuficiente para que una familia cubra en total sus necesidades, pero el cambio en el nivel de vida de la clase trabajadora es sustancial.
La derecha y sus simpatizantes dirán incluso que es una miseria, pese a los números que arriba acabo de exponer.
Les hace falta “pueblo”
¿Ya olvidaron cuando el flamante secretario de Hacienda durante el sexenio de Felipe Calderón dijo en febrero de 2011 que con 6 mil pesos una familia mexicana podía pagar automóvil, renta y colegiaturas?
A Ernesto Cordero lo tundieron en redes sociales por aquel disparate y después corrigió alegando que lo que quiso decir es que “hay familias que están luchando por pagar un coche, una hipoteca y colegiaturas”.
Al exfuncionario panista se le fueron las cabras al monte con el desafortunado comentario, pero es normal. Para la clase privilegiada de México, que en general le hace “falta pueblo”, el conocimiento de la lucha diaria de los trabajadores y sus familias les es ajeno y de ahí su fracaso.
Actualmente no hay diferencia.
Quienes han criticado los programas sociales del presidente López Obrador hablan desde su desconocimiento y su insensibilidad.
Estoy segura de que el incremento salarial para los que menos tienen es de gran ayuda, más aún si ese ingreso lo reciben dos o más integrantes de la familia.
Nada que ver con las migajas que gobiernos anteriores daban al trabajador.
De igual forma, el aumento a las pensiones que recibirán las personas de la tercera edad es una buena noticia. Si bien es cierto que los seis mil pesos bimestrales no les permitirán lujos, para quienes antes carecían de ingresos o de una pensión con ese dinero pueden comprar algo de despensa o sus medicamentos.
Conocí hace un par de años a una anciana que vendía naranjas con chile en una esquina de la ciudad donde yo vivía en ese entonces. Sin hijos ni marido y sin saber leer ni escribir, desconocía que tenía derecho a recibir la pensión de bienestar que otorga el gobierno federal a personas de edad avanzada. Alguien la ayudó con el trámite y sé que hoy está feliz por comer tres veces al día.
Historias como esas se cuentan por montones, pero a veces ni los aspirantes a cargos de elección popular las conocen porque insisto, les hace falta caminar y les es fácil criticar lo que un gobierno humanista ha conseguido.
Al derecho y al revés
De nuevo en vela y elucubrando estarán los estrategas de la campaña de Xóchitl Gálvez al ver el resultado de la encuesta Covarrubias y Asociados publicada en El Heraldo, que da una intención del voto a Claudia Sheinbaum del 55% en tanto la panista solo alcanza el 22.
Los más de 30 puntos de diferencia hablan del éxito, no solo de la precandidata única morenista, sino del gobierno que encabeza el presidente López Obrador.
Entendamos: las campañas no se ganan en un día, ni en unos cuantos meses. Tampoco son un volado que le dé el triunfo al águila o al sol.
El arrase de la doctora Sheinbaum se debe, además de su preparación y amplio conocimiento de la política, a que el gobierno cuatroteísta ha sido sensible a las necesidades reales de la gente, mejorando su calidad de vida.
Ante eso, no hay campaña negra que pueda funcionar.
Los poderosos del pasado deberán bajarse del tabique y aceptar que las políticas públicas no se hacen desde un cómodo sillón y no son en beneficio de unos cuantos.
La señora Gálvez debe culpar a los partidos que representa, esos que subieron el IVA del 10 al 16 por ciento, que nos hicieron víctimas de una guerra fallida contra el narco, que aprobaron el FOBAPROA y nos dejaron endeudados, a ellos debe culpar de su fracaso, pues si el pueblo ahora le da la espalda es por culpa de ellos, y de nadie más.