Dice Carlos Marín que el bastón de mando es un “símbolo de discutible tradición prehispánica”. Tiene razón. El origen del bastón de mando o báculo es otro. Según Marín, hay que buscarlo en el “cetro de los reyes y reinas europeos”. En esto se equivoca.
Personalmente, prefiero ir más atrás en el tiempo para encontrar el nacimiento del báculo de mando, la Grecia clásica, donde le llamaban skēptron.
Lo comenté hace unos días aquí porque lo leí curioseando en internet: el bastón de mando lo entregaron las musas a Hesíodo y estaba hecho de laurel, planta sagrada para Apolo, líder de las musas. Ese báculo representaba la autoridad divina, esto es, superior: “Skēptron es el símbolo de que lo que proclama se cumplirá”.
Añadí que quien reciba el bastón de mando de parte de Andrés Manuel —y me parece que será Claudia Sheinbaum— deberá cumplir lo que ella tanto ha anunciado: que en caso de ganar las elecciones presidenciales dará continuidad a la 4T.
Es el simbolismo que prefiero darle al bastón de mando que Claudia recibirá —si me equivoco y no es ella la elegida como candidata presidencial de Morena, el báculo que AMLO entregue representará una promesa de difícil cumplimiento, ya que solo a ella veo lealmente llevando hasta sus últimas consecuencias las transformaciones que ha intentado Andrés Manuel—.
El citado columnista de Milenio no sabe lo que dice al afirmar que “nada tiene que ver con la democracia” el bastón de mando que AMLO transferirá a su sucesora como líder del movimiento de izquierda —conste, se habla ahora mismo de la jefatura de un movimiento social y político, no del acto de abandonar la presidencia de México para que Claudia tome posesión del cargo: el nombre de quien vaya a gobernar a nuestro país el próximo sexenio lo conoceremos en 2024, después de que la gente vote en las urnas—.
Es defectuoso el razonamiento de Carlos Marín. Él sugiere que como el simbolismo del bastón de mando surgió antes del siglo XIX —cuando, afirma, las libertades individuales empezaron a ensayarse—, entonces el citado objeto no puede ser democrático.
La historia de la democracia es más antigua, mucho más antigua. Tal como la conocemos se ensayó en Estados Unidos en el siglo XVIII, no en el XIX. Pero en Europa ya existían sistemas aceptablemente democráticos, como el de la Mancomunidad de las Dos Naciones, de Polonia y Lituania, de los siglos XVI y XVII.
Por cierto, solo como dato subrayo que los abuelos paternos de Sheinbaum llegaron a México desde Lituania. Algo significará en términos de la lucha por fortalecer la democracia en México.
Pero si al origen de la democracia vamos, prefiero ubicarlo en Grecia, donde surge el bastón de mando.
Carlos Marín, bien documentado, dice que “no faltan quienes reivindican el uso ‘milenario y universal’ del bastón de mando (los faraones egipcios lo portaban, primero uno y luego dos, y los celtas utilizaron en bronce), y argumentan que se utilizó desde la prehistoria”.
Quizá están en lo correcto quienes le hablaron a Marín del simbolismo “milenario y universal” del bastón de mando, lo que significaría que el báculo indígena que AMLO entregará a Claudia no es copia de tradiciones antiguas o modernas de Europa ni de ningún otro lugar del mundo.
El bastón de mando, en cualquier lugar y época, es un símbolo del poder idealmente ejercido con sabiduría y bondad y que, por lo tanto, cumple lo que promete.
El presidente López Obrador prometió durante muchos años las transformaciones que México está experimentando. Ha cumplido, a pesar del disgusto de tantas personas a quienes beneficiaba el anterior sistema político.
Con la esperanza de que las transformaciones se consoliden, Andrés Manuel entregará el bastón de mando a quien gane en un experimento demoscópico bastante interesante y ejemplar —imposible de manipular—. Creo que será Claudia. ¿Es lo que deseo o se trata de una predicción objetiva? Las dos cosas: sinceramente pienso que ella lo merece y, ni hablar, Sheinbaum ha encabezado todas las encuestas serias publicadas, así que no hay ninguna razón para que digan otra cosa la aplicada por Morena y las contratadas a empresas privadas por el partido de izquierda.
Ya después, si Claudia gana las elecciones, recibirá otro objeto simbólico, la banda presidencial cuya historia, por cierto, no es tan bella como la del báculo que las musas hicieron con laurel. Quizá el origen de la banda se encuentra en Roma, donde probablemente se usaba para adornar túnicas blancas, de tal modo de distinguir a su portador del resto de la gente. La verdad, no lo sé.
Por cierto, la banda presidencial que en lo personal más respeto y considero con mayor simbolismo democrático es la que utilizó AMLO cuando fue aclamado por una multitud en el Zócalo como presidente legítimo. Se la puso doña Rosario Ibarra, extraordinaria luchadora social que alguna vez buscó, sin posibilidades, la presidencia de México. Claudia Sheinbaum presenció ese hecho, sin duda histórico.
Si gana las elecciones, ¿quién le pondrá la banda presidencial a Claudia? Supongo que la ley dice que deberá hacerlo algún diputado o alguna diputada. ¿Quién? No lo sé, pero ojalá lleguen al poder legislativo personas con al menos la mitad del compromiso social de doña Rosario para que alguna de ellas le coloque la banda a la presidenta Sheinbaum, que ojalá haga su arribo al congreso con el báculo que Andrés le dará hoy o mañana… si acaso no hay sorpresas en la encuesta de Morena. No quiero ser pesimista, pero cualquier cosa podría pasar cuando se cuenten las papeletas de las encuestas, ya que, ni hablar, en Morena sí ha habido competencia real —el dedazo esta vez se dio en el frente opositor—