Siempre me ha encantado cantar. Cantar para mí ha sido mi salvación, mi remedio y mi desahogo. En particular, siendo yo una jovencita empecé a sentir fascinación por los mariachis.
Cuando había alguno en una fiesta sin dudarlo pasaba a cantar... Me decían: “¡Cómo es que te sabes todas las canciones rancheras!” Y pues sí... me las sabía y las cantaba.
Tenía amigos que me decían: “A mí no me gustan los mariachis” y para mí era algo hasta como ofensivo. Hubo una época de mi juventud, allá por los años 90, que se pusieron de moda. A pesar de nuestra juventud en aquel entonces, ya sabíamos quién era Vicente Fernández. Muchos nos sabíamos sus canciones y las cantábamos, sin duda aparecía su música en nuestras reuniones y fiestas. Ahí estaba su voz consolando al enamorado o al dolido por un amor.
Su manera peculiar de interpretar la canción ranchera sin duda lo hace único e irrepetible. La música de mariachi y Vicente Fernández siempre serán uno mismo. Es que será prácticamente imposible verlos separados.
Hoy está delicadísimo de salud y no quiero ser negativa o amarillista pero veo difícil que pueda llegar con vida al 2022.
Los milagros existen claro está... Pero me puse a pensar cómo se viviría la vida en este país sin su existencia: Por todos lados los mariachis estarían sonando, como hacía mucho tiempo que no. Quizá habría más consumo de su música y junto con eso más consumo de alcohol. Quizá las generaciones actuales de jóvenes lo descubrieran y encontraran una forma más romántica de dedicar canciones a quien amaran o de quiénes estuvieran enamorados, porque, perdón, pero las letras de las canciones de hoy en día entre el reguetton y el perreo, y demás estilos, a íi me llenan de espanto. Será que ya soy anticuada y empiezo a estar cansada de no tener a la mano música que me parezca de calidad o cansada de que sea notoria la ausencia de talentos mexicanos en la música, porque prácticamente todos se nos están yendo o ya se fueron.
Muchos dirán o pensarán que la música de Vicente Fernández hacía (o hace) apología al machismo y a la misoginia, y sí, hay una que otra letra que ahora que lo analizo con más madurez digo: ¡Válgame! Pero no podemos negar que la potencia de la voz de un Vicente Fernández no se volverá a encontrar en ningún lado y el impacto del mariachi en su voz, tampoco. Aunque su hijo Alejandro Fernandez cante extraordinariamente, jamás alcanzó la potencia en su voz como la que tenía el padre .
La vida del mexicano sin Vicente Fernández, será durante bastante tiempo más “cantinera” por llamarlo así que nunca y no lo planteo así de una manera despectiva. Es que la música de Vicente Fernández nos conecta con el dolor, con el amor, el desamor, y esas emociones que con un tequila se llevan mejor .
Recuerdo que, con la muerte de José José llegue a notar que su música sonó durante mucho tiempo al mismo tiempo en cada rincón. En los negocios, en los autos, en las casas, ahí había una canción de José José. Si nos llegara a faltar Don Vicente, escucharemos su voz de nuevo sonar incesantemente. Esa voz que, como sea, se había apagado desde antes con un retiro que él mismo planeó y decidió, muy digno y a tiempo.
Espero equivocarme y que lleguemos todos al 2022 junto con Vicente Fernández. Si bien, cualquiera de nosotros se puede ir antes que él, la verdad es que el Charro de Huentitán está sufriendo mucho y a veces un deceso es una liberación para quien está sufriendo en la cama de un hospital durante tanto tiempo .
Que todo México cante una canción ranchera de Vicente Fernández en esta Navidad porque nos dio música y talento y sería nuestra forma de darle las gracias y recompensarle.
Claudia Santillana Rivera en Twitter: @panaclo