“El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida humana, y es un auténtico crimen contra la Humanidad.”
Papa Juan Pablo II
La subjetividad que existe para declarar que un choque o una caída en pleno vuelo de un avión, una avioneta, o de un helicóptero, con pasajeros, por la probabilidad de ser accidentales o provocados, ha causado muchos problemas de análisis periodísticos e históricos.
Ésta subjetividad de los accidentes aéreos que ha generado discrepancia de todos los tipos, es la que deja inconclusas las verdaderas razones de los fallecimientos de tantos personajes que la han sufrido, incluyendo al actor Pedro Infante, a la cantante Jenni Rivera, al deportista Kobe Bryant, al hijo del Ex-presidente estadounidense John F. Kennedy, que también llevaba ese nombre, al empresario Moisés Saba, y al político Juan Camilo Mouriño, por mencionar algunos, todos ellos, que en paz descansen.
Pero quizá, por la manera con la que intentaron demostrar que el choque del avión en el que viajaba el político Carlos Alberto Madrazo contra una montaña, también que en paz descanse, haya sido definitivamente accidental, éste suceso, de todos los descritos, sería uno de los más controversiales.
Para empezar éste análisis, el avión en el que viajaba Carlos Alberto Madrazo, y que desafortunadamente chocó contra la Sierra del Fraile, cerca de Monterrey, Nuevo León, era un Boeing 727-64, de los aviones más seguros y modernos para el 4 de Junio de 1969 cuando ocurrió el choque en pleno vuelo; además de considerar que el entrenamiento básico universal de los pilotos en todo el mundo incluye conocer las rutas de aviación, y más, si existen montañas, montes, sierras o volcanes, y aunado a los aparatos de cálculo y visión espacial que ya existían desde esa época en los tableros de control de los aviones, incluyendo el mismo radar que Churchill utilizó por primera vez en la Segunda Guerra Mundial, resulta muy improbable que cualquier piloto o pilota se confundiera al manejar un avión así en dar un giro a la izquierda en lugar de a la derecha, y si así sucediera, la corrección de un error así en un avión tan moderno como el Boeing 727-64, antes de chocar, debe de ser muy sencilla, tanto, que esa maniobra la hacían con los aviones de la Primera Guerra Mundial.
Éste, como la gran mayoría de mis artículos, únicamente es de reflexión y de análisis, por lo que definitivamente no estoy insinuando que el choque que se registró como accidental del vuelo 704 de Mexicana de aviación contra una montaña, el 4 de Junio de la 1969, en el que viajaba el señor padre del priista Roberto Madrazo, haya sido provocado como un atentado magnicida, pero si así lo fuera, y a pesar de haber transcurrido ya 53 años, se debería reconsiderar, y más con la transformación que estamos tratando de lograr en México, que los familiares de los 78 pasajeros civiles y tripulación que desafortunadamente fallecieron junto con Carlos Alberto Madrazo, incluyendo al tenista Rafael Osuna, en ese controversial avión de Mexicana de Aviación, reciban ahora alguna compensación, más moral que económica, pero sin descuidar ésta segunda, tal como se está promoviendo que lo haga la admirada Alemania con los familiares de los atletas que también desafortunadamente perdieron la vida tras el conocido atentado terrorista perpetrado durante las Olimpiadas de Múnich, igualmente también, después de más de 50 años de sucedido.
Alberto Halabe en Twitter: @cancercuretop2