“Don’t make me close one more door
I don’t wanna hurt anymore
Stay in my arms if you dare
Or must I imagine you there?
Don’t walk away from me
I have nothing, nothing, nothing
If I don’t have you.”

WHITNEY HOUSTON

“Este buitre voraz de ceño torvo

que me devora las entrañas fiero

y es mi único constante compañero

labra mis penas con su pico corvo.


El día en que le toque el postrer sorbo

apurar de mi negra sangre quiero

que me dejéis con él solo y señero

un momento, sin nadie como estorbo.”

MIGUEL UNAMUNO

Una nueva tragedia, de entre cientos de miles, ensombrece nuestro país. La historia de diez mineros atrapados desde el 3 de agosto, a raíz del derrumbe de una mina en Sabinas, Coahuila, de pronto cobra notoriedad. La desgracia tuvo lugar en un pequeño pozo donde trabajadores extraían carbón que se vende a la CFE para su operación. La probabilidad de encontrarlos con vida disminuye a medida que pasan las horas. Sobra decirlo.

Mucho ha ocurrido estas dos semanas. Grupos de rescate, una visita del presidente López Obrador, deslinde de responsabilidades por parte de autoridades, concesionarios, agentes y empresarios, un dron submarino, extracción de pilotes de madera, nuevas inundaciones, ofrecimiento de apoyo de la comunidad internacional y la esperanza, ciertamente por parte de los familiares. Falta lo principal: sacar a los mineros, para luego inmediatamente determinar culpabilidades, así como dictar sanciones ejemplares.

Mientras las familias de los 10 mineros esperan un milagro, Palacio Nacional acusa politización del caso, y para probar su dicho, el experto en boicotear y escamotear dijo: “ya andan zopiloteando”.

¿En serio?, ¿esa es la respuesta del presidente de México? En lugar de ver nuevas formas de poder ayudar a los mineros atrapados y a sus familias en desgracia, ahora la culpa recae en quienes comentan la tragedia.

Cinismo al por mayor cuando él y sus seguidores se han dedicado a sacar “raja política” de (o han zopiloteado sobre) desgracias en otros momentos. Ejemplos sobran; entre ellos el desastre minero en Pasta de Conchos (¡qué discrepancia su crítica en ese entonces a su inutilidad en este otro!).

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Pero como ocurre típicamente con la Cuarta Transformación, una cosa es actuar como zopilotes y otra ser la autoridad responsable.

Las palabras del primer mandatario tienen además otras implicaciones. No es la primera vez que López Obrador acusa a los informantes. El 10 de marzo dijo que los asesinatos de periodistas eran usados “como estrategia contra nuestro gobierno”, y ante la violencia inaudita de la semana pasada culpó a los conservadores, y a los medios de comunicación les llamó alarmistas.

Volvamos a Sabinas. La zona siniestrada requiere de mentes y manos expertas. Sin embargo, el día que se conoció de la tragedia, otros países ofrecieron ayudar en tan delicada y urgente tarea. La Secretaría de Gobernación dijo que no era necesario. Luego, el domingo pasado, Laura Velázquez, titular de Protección Civil, aseguró a los familiares: “no vamos a abandonar a los mineros atrapados… poseemos los conocimientos necesarios y las herramientas para atender la emergencia”. Ahora, con la muerte siendo prácticamente un hecho, se solicita el apoyo internacional…

Hay preocupación; hay un grito desesperado por salvar la vida de los mineros; hay información que ha tocado los oídos de muchos mexicanos. Nada de eso es “zopilotear”. Hay interés genuino, nada que ver con el desinterés de Napoleón Gómez Urrutia, el dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, además de senador morenista, quien estuvo en Las Vegas en la convención de la United Steelworkers mientras se desenvolvía el desastre en Sabinas. Ese quien, como muestra de su “solidaridad”, NO ha acudido a Sabinas, NO ha emitido un posicionamiento, NO ha comunicado su pesar. Lo que sí ha hecho el presidente de la Comisión del Trabajo y Previsión Social del Senado fue emitir un tuit solicitando se investiguen los hechos. El régimen no tiene reclamos ni reproches para él.

Será el sereno, pero mejor la preocupación nacional —esa que AMLO llama zopilotaje— que utilizar un helicóptero del Ejército Mexicano para transportar la botarga de un equipo de beisbol….

Duele que, ante el proceso electoral que tendrá Coahuila el próximo año para gobernador, en todos los niveles de gobierno se busque deslindar culpas y responsabilidades, mientras se sigue sin conocer el nombre del empresario o consorcio minero que violó la ley al incumplir con las medidas mínimas de seguridad en el lugar de la desgracia.

Un llamado a frenar de una vez por todas el contubernio de quienes (concesionarios, autoridades, comerciantes) incumplen con las normas de seguridad de las minas, no es zopilotear. Hacer notar que en la administración López Obradorista han aumentado los accidentes mortales en minas de carbón en Coahuila, después de la baja del sexenio pasado, no es zopilotear. Hacer ver que esto coincide con el cambio en el esquema de compra de la CFE, al privilegiar pozos inseguros, mientras disminuyó la supervisión en materia de seguridad de las minas por parte del gobierno federal, no es zopilotear. El contabilizar más muertes de mineros en lo que va de este sexenio que en todo el sexenio anterior, no es zopilotear.

No. Los zopilotes y otras aves de mal agüero pertenecen a la 4T.

El tiempo se agota; la paciencia también. Los responsables de esta tragedia solo ven cómo sacar raja política y culpar a otros de lo sucedido. Incluyo al propio jefe de Estado. Los mineros y sus familias requieren que su gobierno los ayude; no necesita a un presidente que grita “¡zopilotes!, ¡zopilotes!”, mientras a lo lejos hace sus círculos con corvo pico.