La distinguida escritora Guadalupe Loaeza es olvidadiza, indecisa y contradictoria igual que Xóchitl Gálvez, a la que llama “su candidata”. Un día dicen una cosa, y otro, otra.
Después del destape “ya anunciado” de la candidata de Fuerza y Corazón por México, la longeva autora Guadalupe Loaeza escribió: “¡Bendita Xóchitl, apareciste como la Virgen de Guadalupe, cuando más te necesitábamos!”… asunto serio será cuando alguien te compara con la virgen a la que miles y miles de mexicanos veneran.
Gálvez fue un divino fenómeno, ya que el ex presidente Vicente Fox al verla en un evento, hizo una genuflexión ante Xóchitl diciéndole que era un “ángel caído” del cielo.
La imagen iluminada y divina de Xóchitl fue descendiendo lento, alegre, llena de propuestas, vestida con sus huipiles -¡mujer y además indígena!-. Ella se identificaría con el pueblo… así se mantuvo unos días, cobijada y alzada por sus querubines Alito, Marko y Zambrano… asida siempre de la mano del jefe del paraíso, el señor X. Ella se mantuvo hasta que “su concepto” cansó y su desparpajo aburrió; sus cambiantes historias de vida dejaron de creerse y conmover, sus huipiles no comunicaban ya nada…
La escritora Loaeza se dio cuenta que venía el desplome. Su pluma ya no estaba para escribir cosas dulces. Tal vez, se habrá mirado una mañana al espejo para preguntarse si debía escribirle a Xóchitl o no. Al fin se decidió…
“Desde hace tiempo quiero escribirte una carta para decirte, de todo corazón, que tu campaña para la presidencia de la república me parece muy lejos de las expectativas que nos habíamos hecho tus seguidores”.
Tal vez alguna lágrima de frustración habrán derramado ambas, una al escribir y la otra al leer; las dos haciendo a un lado su cabello lacio, fino y dorado… ¡ah!, y muy escaso.
Con frustración, la novelista continúa: “Las encuestas más recientes señalan a Claudia Sheinbaum con el 64% de preferencia contra un pobre 30% por tu candidatura”.
Con más fuerza tecleaba la escritora: “¡esto me deprime Xóchitl, me siento perdedora e ingenua!”. Mientras era escrita esta dolorosa columna, la candidata de la alianza Xóchitl Gálvez andaba equivocándose en todos los eventos. Su halo va apagándose, sus querubines lejos de ayudarla han sido un sombra negra y la han dejado hundirse; al fin ellos tienen su propio plan.
Loaeza Guadalupe sigue escribiendo, sacándolo todo: “Ando de capa caída”. “Tus atuendos ya no son tan bonitos y atractivos como los de antes. Tu carisma, que era tu principal atractivo, ya no tiene frescura”.
Sigue tecleando la famosa escritora, tal vez un poco más lento que antaño: “¿Qué sucede, por qué ya no me inspiras como candidata vencedora? Tu campaña es totalmente gris. Ya no eres tan chistosa, ni ocurrente, ni mucho menos combativa”.
“Xóchitl, ¿por qué diablos cambiaste tanto de personalidad?”, la prosista suspira. El sentimiento está ahí, es cuando hay que plasmarlo… “¿Quién te presiona tanto?…. Cada frase, cada palabra refleja la intensa angustia de la escritora.
La novelista seguía con su mensaje: “¿Qué es lo que te vuelve frágil y temerosa?” Siguió, con todo sentimiento, la prestigiada novelista… “¿Por qué diablos cambiaste tanto de personalidad? De graciosa, ahora te ves aburrida y frustrada”.
“Xóchitl, tu pelo se ve demasiado plano y oscuro”.
“Créeme que no te quería escribir estas líneas que parecen tan negativas, pero no me aguanté las ganas porque todavía queda algo de tiempo para enmendar tu camino…”.
En otro aire, los rizos iban desapareciendo con el calor de la secadora. Lo hacía cada mañana mientras repasaba mentalmente las propuestas, con esa convicción de cuando era una adolescente o más intensa aún. Le esperaba una jornada larga. La candidata salió sonriente de su departamento con su característica y alisada “cola de caballo” para recorrer todos los rincones del país, para llevarles sus propuestas; sobre todo la de seguir con la transformación y la construcción del segundo piso. Continuidad, cercanía con el pueblo…
Durante el debate, Claudia Sheinbaum estaba tranquila y segura. Xóchitl nerviosa e insegura. La escritora atenta para escribir acerca del debate y trasmitir sus sensaciones para que lleguen profundo a sus lectores.
Muy a pesar de todos, Sheinbaum no se enganchó con las acusaciones de Gálvez. La candidata X veía incómoda de un lado a otro -como cuando tus papás están en la clase pública y tú no sabes nada- tomaba tarjetas, buscaba algo junto a su mesa, ponía atención, miraba de manera discreta a todos lados… mientras Claudia estaba concentrada a que iniciara el debate, atenta a las preguntas que le iban a hacer, con buena postura trasmitiendo seguridad, erguida, seria… su buen desempeño sacó de balance tanto a Gálvez como a la escritora Loaeza.
Su candidata perdió el debate. La autora se quedó sin argumentos, pero algo tenía que decir aunque se contradijera, al fin a la gente se le olvida todo:
“Xóchitl Gálvez, a pesar de su estilo desenfadado y espontáneo, me inspira mil veces más confianza que una Claudia tan aparentemente segura de sí misma. Ella muestra el mismo defecto que López Obrador: mentir, mentir y mentir”, escribió Loaeza, que sin querer, enunció todos los atributos de la candidata que va a la cabeza de todas las encuestas.
“Claudia será muy académica, científica, preparada, política, seria y en extremo estructurada, pero a Claudia no le creo nada, pero lo que se dice, nada. Es más falsa que un cheque sin fondos. Tiene razón Xóchitl al haberle llamado en el debate ‘mujer de hielo y sin corazón’. Claudia no se conmueve ante nada, cero empatía y cero humanidad”. “No tiene el pelo lacio. Imagino que así era desde niña, muy competitiva y envidiosa, especialmente con las que tenían el pelo lacio”.
“Las que tienen el pelo chino generalmente le tienen una envidia mortal a las de pelo lacio y Claudia lo tiene, desde que nació, sumamente rizado, Xóchitl lo tiene muy lacio y con muy buena caída”. “Por lo tanto también en ese aspecto tiene envidia a su contrincante y eso le molesta e irrita, de ahí su cola de cabello lacia”.
Loaeza olvidó cuando con la pluma afilada había escrito: “Xóchitl, tu pelo se ve demasiado plano y oscuro”.
“Claudia carece de autocrítica, hizo demasiada gala con sus aparentes merecimientos: que tiene el premio a la Innovación, premio a la Excelencia por la Asociación de Comercio y Contratación Mundial. Premio a la Convocatoria para la Innovación de la OCDE. Premio a la Innovación en las Compras Públicas, por al OEA, el PIB, y la Red Interamericana de Compras. Campeones en Rendición de Cuentas, en Transparencia, por la Asociación de Contrataciones Abiertas Internacional…”.
“¿Fíjense eh? Tiene todos esos premios… pero tiene el cabello rizado y muy rizado, por eso le tiene tanta envidia a Xóchitl, es una mujer que no acepta sus orígenes, por eso se lo alisa”.
Para las “señoras bien”, como para la escritora Guadalupe Loaeza lo que cuenta son las apariencias, la clase, el estilo: no hay nada más valioso para una mujer que tener el pelo lacio y dorado; ¡qué premios ni qué nada! ¡Eso es pura presunción! ¡Claudia no ofrece nada, tiene el pelo chino!