Los testimonios que se vivieron hace un par de días -en el pleno del Senado de la República- retratan el valor mermado y blandengue de una oposición que hace años perdió la brújula. Eso se vivió cuando se discutían puntos importantes de la Reforma Electoral. De hecho, la esencia legislativa dejó de ser el elemento principal porque se creó una atmósfera sofocante que contaminó el debate que, normalmente, se lleva a cabo con un nivel de análisis alto. A ello se sumó el poco argumento y la justificación de lo que realmente fue el punto coyuntural.
En otras palabras, el tema se encerró en un laberinto que, si pudiéramos nombrar una expresión, la resumiría en desastre de parte de la oposición o, en su defecto, la peor forma de encarar un proceso democrático del contrapeso que se le notaba un semblante totalmente desangelado.
Sin lugar a dudas, fue una de las peores demostraciones de una oposición que sigue sin entender que, para penetrar en el ánimo social, hace falta reconstruir de fondo su postura y posicionamiento. Su más grande reto es, por mucho, la consolidación de una plataforma política que provoque o despierte el interés de la población civil. Y no lo ha hecho porque, en este momento, no tienen un referente de peso que juegue ese papel en los temas de la agenda pública. No lo hay. En ese sentido, existe una enorme diferencia de lo que pasa el interior de Morena que ha consolidado una gran presencia para destacar los asuntos de gran impacto.
La oposición no tiene esa virtud, ni mucho menos ha sabido manejar los asuntos como un verdadero contrapeso. Aparte del bajo nivel de debate que han mostrado, cargan una loza muy pesada, especialmente en temas que se han ido desnudando como el caso de Genero García Luna que, en este preciso momento, es sinónimo de corrupción, pero también de desilusión porque vivimos dos sexenios panistas bajo el yugo de la descomposición institucional. Es más, fraudes como el del 2006 siguen siendo una afrenta e ignominia para la población civil.
Vale mucho la pena ponderar la intervención del senador de Morena, Cristóbal Arias Solís, que subió a tribuna y, con argumentos, encaró a la oposición. Y quien mejor que él que vivió en carne propia la maquinación cuando truncaron su legítimo triunfo en las elecciones electorales de 1992 en Michoacán. Él ganó esa elección abanderando el proyecto de izquierda. De hecho, a raíz de ello, inició un proceso de lucha y defensa que se extendió por todo el territorio michoacano. Incluso, eso provocó grandes efectos a nivel nacional para apuntalar las movilizaciones sociales.
Y ese rubro salió a flote- precisamente- porque se discutieron algunos asuntos pendientes de la Reforma Electoral. Por eso, llamó mucho la atención la forma en cómo abordó el tema Cristóbal Arias Solís, senador de Morena. Fue, en ese sentido, uno de los legisladores que defendió el activismo político hecho realidad a través de los cambios constitucionales, es decir, el andamiaje legislativo que ha revertido la gravedad en que se encontraba el sistema electoral de nuestro país cosa que, a la oposición, no les gustó porque han sido ellos los que han solapado los grandes fraudes de la historia contemporánea como fue el caso de Michoacán en 1992.
A propósito, durante la discusión, hubo momentos desquiciantes en la sesión del pleno. De hecho, el propio coordinador de los senadores de Morena fue categórico al señalar -con cierta tristeza o decepción-, “sé que fue una jornada prolongada, extensa, agotadora y muy polarizada…”
Siempre el Senado ha tenido un debate mucho más de nivel. No lo merecen los ciudadanos ni las ciudadanas bajarle al insulto, degradar el debate y centrarlo en diatriba, en encono, en odio, en acusaciones infundadas y generalizadas; no lo merece este Senado. Así lo aseguró el presidente de la Junta de Coordinación Política luego de escuchar expresiones que no son propias de un espacio de esa naturaleza.
Por esa razón, la oposición sigue mostrando una realidad crítica que vive. Es muy decepcionante ver cómo se comporta un legislador federal del PAN, especialmente de forma perniciosa. Digamos que, en ese nivel de debate, es con el qué piensan encarar el proceso electoral que tienen en puerta. Considerando que el tiempo está encima, siguen sin aprovechar los espacios para mostrar una cara distinta, sobre todo con el golpe contundente que recibieron luego de que -Genaro García Luna- fuese declarado culpable.
Eso se combinó en contra porque, después de todo, fue un personaje ligado a los gobiernos del PAN. Es, en ese sentido, los síntomas de una patología que le sigue causando consecuencias negativas a la oposición que ya se acostumbró a dar este tipo de espectáculos pensando equivocadamente en que, la crispación, es un mecanismo para cautivar a la población civil. Eso ya no funciona.