Sonora Power
Se lo dije abiertamente al presidente en mi turno de la mañanera de la semana pasada. En Sonora no sería para nada bien visto un eventual nombramiento de la ex gobernadora Claudia Pavlovich Arellano como Cónsul General de México en Barcelona o en cualquier otro lugar del mundo.
Sobre este hecho la opinión pública, los periodistas y la clase política de Sonora, tenemos al menos 6 meses discutiendo y es que si bien hubo al parecer un acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador por parte de la ex mandataria estatal para dejar que las cosas transcurrieran en paz y con la vía de permitirle a Alfonso Durazo Montaño un triunfo fácil en las elecciones, sin una intervención de parte de quienes ostentaban el poder hasta septiembre pasado, la realidad es que eso no fue necesario, pues Morena y su candidato obtuvieron un triunfo resonante y contundente con más de 16 puntos de ventaja y 157 mil votos de diferencia.
Es decir darle un consulado, una embajada o una posición diplomática o dentro del gabinete del gobierno federal a Claudia Pavlovich, más que un acuerdo de negociación política, aparece a ojos de los sonorenses como un exceso, una especie de premio, para quien fue cabeza de un gobierno, que la verdad dejó mucho que desear.
La ex gobernadora Pavlovich puede hablar del efecto de la pandemia para no haber hecho absolutamente nada en los últimos 18 meses de su administración, sin embargo hay cosas y hechos que la verdad sobrepasan los limites de lo verosímil y caen en el cinismo.
Mire amable lector, si yo le digo que en Sonora los servicios públicos, las escuelas, los hospitales, el gobierno y todo lo que correspondía al área de responsabilidad del poder ejecutivo estatal cayeron en el total abandono, creo que me quedo corto.
Y es que hay sospechas fundadas de que la parálisis que se dio en mi estado con pretexto de la pandemia, sirvió a algunos de los integrantes del anterior gobierno para ejecutar un saqueo metódico y sistemático, las sospechas están principalmente en instituciones de gobierno como la Secretaría de Salud, la Secretaria de Educación y Cultura, la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano, la Secretaría de Hacienda y el Instituto de Servicios de Salud y Seguridad para los Trabajadores del Estado de Sonora (Isssteson), de cuyos titulares no daré por el momento los nombres, por estar todos ellos sujetos a procesos de investigación y ser presuntos responsables.
El mismo gobernador Durazo en su mensaje a 100 días de haber asumido el cargo, manifestó su disgusto y extrañamiento a su antecesora por haberle ocultado hasta el último momento (el 13 de septiembre, día en que se dio el relevo) el estado real de las finanzas estatales, lo que sin duda le dificultó al nuevo gobierno el inicio de su gestión, y a la fecha los trae con una severa crisis financiera, al grado de que debieron solicitar un nuevo anticipo en participaciones federal por 800 millones de pesos y una serie de créditos de corto plazo por 2 mil 400 millones de pesos.
Era eso o no pagar la nómina y diversas obligaciones, según me lo ha revelado el secretario de Hacienda en Sonora, Omar del Valle Colosio, y con eso se puede dimensionar el tamaño del quebranto que apenas comienza a aparecer.
El mismo Alfonso Durazo antes se quejó amargamente porque a la ex gobernadora le adelantaron justamente 2 mil 400 millones de pesos en participaciones federales de parte de la Secretaría de Hacienda de Arturo Herrera, exceso que aquí hemos dicho le habría costado al economista su nombramiento como gobernador del Banco de México.
Esos mismos recursos que hoy le cuestan fuertes dolores de cabeza al nuevo gobierno, tampoco se sabe donde están, pues no se usaron para las escuelas, tampoco para mejorar los servicios de salud o comprar medicinas, y eso es solo la punta del iceberg, pues hay créditos multimillonarios solicitados al calor de la pandemia, gastos no justificados y hasta un hospital de especialidades que costó más de 1 mil 200 millones de pesos y que debió terminar el gobierno de López Obrador, pues a pesar de que se le allegaron los recursos, en su momento el gobierno de Sonora fue incapaz de concluirlo.
Se me ha revelado también que contra la ex gobernadora Pavlovich y la totalidad de los integrantes de primer nivel de su gobierno hay causas administrativas y penales, muchas de ellas de carácter sancionatorias, pero otras tantas que pueden ser motivo de multas y penas corporales, pues hay evidencias de corrupción, desvío de recursos, peculado y otras lindezas, que no le van muy bien a quien en su momento hizo campaña prometiendo que erradicaría la corrupción de Sonora y que además inició sendas causas penales que aún enfrenta su antecesor, en este caso Guillermo Padrés Elías.
Queda claro que la entonces gobernadora no firmó de manera directa en ninguno de esos casos, y que incluso si se revisa y audita cada procedimiento que está bajo sospecha, las causas llegarán si acaso a los titulares de cada dependencia.
Sin embargo ateniéndonos al dicho del propio presidente de la República, está claro que quien encabeza un gobierno está enterado de todo lo que ocurre en su gabinete y aquí existen dos posibilidades, o fue omisa en corregir e incluso en denunciar y sancionar o simplemente formaba parte de toda esa cadena de hechos.
En conclusión ante la sombra de la duda, y en particular ante la existencia de investigaciones y causas jurídicas en donde se le menciona por su presunta responsabilidad y probable participación, creo que lo menos que se puede hacer es suspender o postergar el eventual nombramiento e integración de Claudia Pavlovich a un cargo en la “Cuarta Transformación”, sea como diplomática o lo que sea, y aunque goce de los afectos del presidente de la República.
Es algo que simplemente no debe pasar, pues ello arrasaría con la credibilidad del gobierno de Alfonso Durazo y la 4T en Sonora.
Demian Duarte en Twitter: @Demiandu
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