Una calle desértica, cámaras de seguridad y circuito cerrado con sonido como la escenografía de una película de terror. Montserrat Milagros cumplía 38 años y durante las primeras horas del 10 de agosto, fue perseguida, apuñalada y abandonada por vecinos indolentes que probablemente, escucharon los lamentos suplicando ayuda pero prefirieron resguardarse entre las conservadoras cortinas de León, Guanajuato.

Algo en los hechos no cuadra: para el gobernador Diego Sinhué, se trató de un “cobarde ataque donde Milagros perdió la vida en la ciudad de León”, para la Secretaría de Seguridad de León, fue un ataque directo “por aparentes rencillas personales”. Para el presidente de El Salvador, el criminal es una “rata asquerosa”. Para el Fiscal, fue una condolencia más. Ninguno advirtió el hecho de que aún con el cuerpo inerte, el supuesto asaltante no se llevó ni la mochila ni el celular. La palabra “feminicidio” ni siquiera fue mencionada.

Hoy sabemos que probablemente, el indicio no fue el de un asalto sino que era su expareja el que deliberadamente la asesinó en total vacío de ley. Algunos medios se atrevieron a nombrarlo como un feminicidio.

A Milagros no la asaltaron. Deliberadamente la apuñalaron y en la cadena de omisiones hay indolencia e indiferencia de una calle en la que, probablemente azotados por el miedo, prefirieron que lloraran en la casa de ella y no en la de ellos.

Este viernes detuvieron al agresor. No hay forma de reparar ese daño sin pasar por la responsabilidad del Estado para ofrecer que no se vuelva a repetir.

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Guanajuato es la entidad más mortífera del país que desde 2018, acumula el mayor número de homicidios dolosos, principalmente de jóvenes. Su decadencia no se explica sin la maquina de impunidad construida por el fiscal Carlos Zamarripa Aguirre, quien tomó el cargo desde 2009 y cumple este año catorce de malos resultados, como la tasa actual de 6 de cada 10 delincuentes sin castigo.

El fiscal Zamarripa recibió un Guanajuato que tenía apenas 4 homicidios por cada 100 mil habitantes y ahora, hay 20 veces más homicidios dolosos que nunca.

El fiscal de Guanajuato tiene algunos parecidos con el de Morelos: violencia, impunidad, ineficacia, obstrucción, vínculos sospechosos, violencia desatada y misoginia. Justicia para Milagros.

Por cierto. Si una lección tuvo que haber dejado a la comunidad internauta el feminicidio de Ingrid Escamilla es que los cuerpos asesinados de mujeres no se exhiben, no se consumen, no se difunden, no se publican. Nuestra muerte nunca debe ser espectáculo, por más empatía e indignación que se busque despertar, ninguna madre y ningún familiar merece que esa sea la última manera de recordar a su ser querido.