Por El Pordiosero
Con un carácter decidido y necesidad de superar una vida de miserias, Araceli Juana López Fernández logró, no sólo superar un accidente que la mantuvo en cama ocho meses, sino que además generó condiciones para convertirse en vicepresidenta del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México (SUTGCDMX) y secretaria general de la sección 5 “Pavimentos, calzadas y bacheo”.
El tesón que la ha caracterizado, la llevó a hacer suya una frase del Quijote de la Mancha: “Sancho, dejad que los perros ladren, es señal de que cabalgamos”.
Y es que en el sindicalismo la presencia de la mujer, en la tercera década del siglo XXI, enfrenta dificultades que parecen inconcebibles: en su caso, lo menos que le dijeron cuando contendió por la secretaría general seccional, fue “quesadillera” e “ignorante”, con una intención de menosprecio condenándola a la derrota que logró esquivar.
Durante tres años vendió quesadillas y tamales en el Campamento 1 de obras viales en la ahora Alcaldía Gustavo A. Madero para sacar adelante a dos de sus hijos -una tercera se la quedó el padre-. Dormía en un catre de campaña y su guardarropa era una caja de huevo. La miseria se enseñoreaba con la familia, en la que faltaba de todo, incluida la comida.
Y es que a los 16 años cometió el error de involucrarse sentimentalmente con un hombre que casi le doblaba la edad y por el que dejó la escuela y todo. Conoció entonces la realidad casi insoportable de la vida, en la que amenazas y golpes eran una constante. Con engaños llegó de San Luis Potosí a la Ciudad de México.
“Algún día renegué de Dios. No teníamos qué comer”, confiesa despacio, casi como un susurro. La desgracia se hizo mayor como si fuese necesario dejar constancia de lo que es el sufrimiento: un cohete le estalló en una pierna, dejándole una marca para siempre, para que no olvidara una amarga estancia en la Cruz Verde. En cama estuvo ocho meses recuperándose.
Un día encontró una cartera con algunas imágenes religiosas. “¡Perdóname, Señor...!¡No sé qué hacer...!”
Juanita como le dicen, es una mujer que aparenta ser inflexible, de hierro. La suya es una imagen de soberbia. Pero al sacar sus recuerdos, termina mostrándose tal cual es: se le quiebra la voz y debe secarse las lágrimas.
Pero la vida, caprichosa y contradictoria, la llevó a conocer a Mario Sánchez Godínez, entonces secretario general de la seccional, quien, de esas oportunidades que ofrece el destino, la invitó a trabajar con él, pagándole 300 pesos a la semana para que limpiara las oficinas y ocasionalmente hiciera la comida. Sintió la necesidad de estudiar y aprender, por lo que por vez primera supo lo que era elaborar un oficio en máquina de escribir. Se convirtió en su mano derecha con esfuerzo y tesón para superar las estrecheces que ella y los suyos enfrentaban.
Empezó a trabajar como eventual para el gobierno de la Ciudad. Hasta que el 2 de febrero de 1998 se convirtió en trabajadora de base. El contralor de la entonces delegación Gustavo A. Madero la pidió como su secretaria, pero no reunía el perfil al carecer de la carrera secretarial, concientizándola de la necesidad de prepararse. Fue enviada a la Oficina de Planeación y Empleo de la Dirección de Recursos Humanos, cuyo jefe, Víctor Alcaraz, era especialmente estricto.
Estudió secretariado y computación en los cursos gratis que encontraba. No se conformó y hace unos meses concluyó el bachillerato.
“¿Por qué te quieres ir al sindicato si allí hay mucha gente ignorante?”, la cuestionó Alejandro Villagordoa, director de administración delegacional, cuando le planteó que se integraría a la planilla por la que Salvador Bernal Olac contendería por la secretaria general de la sección.
“Quiero que seas una representante digna de los trabajadores”, le aconsejó Villagordoa, cuando asumió que no lograría hacerla desistir de emprender un nuevo camino en la vida sindical. “No me gustan las injusticias”, confiesa a dos décadas de entonces, en una innecesaria justificación de su decisión que le abriría otros horizontes, pero con una exigencia de mucho trabajo.
Durante 6 o 7 años se levantaba a las cinco de la mañana, para estar en la oficina sindical a las 9 y terminar entrada la noche. Entre otras cosas que debió hacer, fue leer detenidamente las condiciones generales de trabajo del gobierno de la ciudad.
Fue electa presidenta de la comisión de acción femenil de la sección 5 “Pavimentos, calzadas y bacheo”, donde conoció que las altas temperaturas del material que utilizan los trabajadores en el bacheo de las calles, les provocan artritis reumatoide y descalcificación de huesos -por la inhalación de sustancias tóxicas-.
En los siguientes años fue secretaria femenil, de pensiones y jubilaciones, de préstamos nómina 1 y de organización.
Pese a los augurios que perderían, apoyó a Armando Luciano Ávila para la secretaría general seccional. Ganaron y ella ocupó la secretaría de organización.
En 2013, la sección 5 cumplió 78 años. Por vez primera en esa larga historia tres mujeres contendieron por la secretaría general: Araceli Juana López Fernández, Araceli Donamaría Hernández -de Iztapalapa- y Patricia Cano Silva -de Álvaro Obregón-.
Con más de mil 500 votos de diferencia ganó la elección y cuatro años más tarde fue ratificada por la decisión mayoritaria de los 2 mil 456 trabajadores -casi mil 500 hombres y mil mujeres-.
Aprendió a enfrentarse a autoridades menores que acostumbran maltratar a los trabajadores, desplazándolos, acosándolos y disminuyéndoles prestaciones y derechos. A la ex delegada en Gustavo A. Madero, Martha Patricia Anchondo, le entregó pruebas de corrupción de funcionarios, a cambio le ofreció una plaza de estructura, la que rechazó para pedirle que cesara el hostigamiento laboral.
“Nunca he dejado a los trabajadores a la deriva”, sostiene. A los agremiados a la seccional les hace falta herramienta y vestuario de calidad, para poder desempeñar eficazmente sus labores, debido a que el bacheo de las calles implica temperaturas de entre 100 y 120 grados centígrados; y las cuadrillas que debieran estar integradas por 8 o 9 sólo cuentan entre 3 y 5, mayoritariamente jóvenes, porque los más grandes enferman de osteoporosis y artritis.
En lugar de satisfacer las necesidades de los trabajadores, se ha optado por outsorcing para realizar esas labores, lo que se ha traducido en un considerable aumento de quejas ciudadanas por la mala calidad con la que se realizan.
En caso que el 9 de junio, en la elección de dirigentes en la seccional para los próximos cuatro años, reciba el voto mayoritario de sus compañeros, se ha fijado como meta obtener niveles 80 para la mayoría de ellos, tiempo extra y guardias, el pago de infectoriesgo para quienes no lo tienen y las jubilaciones de las nóminas 1 y 5 en los términos que establecen las Condiciones Generales de Trabajo.
A la jefa de gobierno de la Ciudad de México, doctora Claudia Sheinbaum, le reconoce calidad y sensibilidad humana, por su decisión de haber mantenido sueldos y prestaciones de los trabajadores. Debe ser la próxima presidenta del país, considera.
Colaboración especial para SDPnoticias de agendapropia.mx, portal especializado en asuntos sindicales