Sonora Power

La profesión de periodista es azarosa, Pero también es generosa con quienes la ejercemos, es pródiga en experiencias y situaciones de la más diversa índole que al final de cuentas ponen a prueba nuestra capacidad profesional y nuestro entendimiento del entorno en el que nos movemos.

Vamos, últimamente se ha creado una confusión muy inquietante entre los detractores y opositores al movimiento de regeneración nacional que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, la llamada “cuarta transformación” o 4T, según se prefiera.

Y es que pese a resultar evidente la andanada de medios de comunicación, comunicadores, periodistas y lectores de noticias de radio y televisión, que abiertamente están en su contra, en proporción asombra.

La estrategia mediática va desde mentir abiertamente e inventar noticias falsas, lo que no deja de ser una práctica deleznable, pues busca confundir a lectores, televidentes o radioescuchas., hasta exagerar las potenciales malas noticias y claro atacar, cuestionar, condicionar e intentar aislar y encajonar a quienes hemos manifestado estar a favor del proceso que representa la 4T.

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No deja de ser interesante, porque el debate entre el viejo régimen que se niega a morir y el nuevo que no acaba de consolidarse, se da justo en los medios de comunicación y la razón de fondo es que al final quienes ejercemos este oficio, representamos audiencias, somos una suerte de vasos comunicantes y ganar el debate en los medios, forma parte de la estrategia política.

Por supuesto que la emergencia de nuevos medios de comunicación, a partir de la enorme oferta de espacios digitales, ha puesto a su vez contra la pared a los medios tradicionales, que no dejan de perder audiencias.

Esto tiene que ver con la acelerada vida moderna, la oferta de redes sociales, canales digitales y demás, que han puesto en jaque a los periódicos, a las radios y a las televisoras.

Pero no es solo eso, el fenómeno viene acompañado de una tajante caída en la credibilidad de los comunicadores y periodistas que otrora dominaban y mandaban sobre el mercado.

Las cosas han cambiado, aunque el proceso dista mucho de estar completo, pues los medios emergentes no acaban de consolidarse y los tradicionales no acaban de morir, mientras el gobierno, al menos el de López Obrador, simplemente no quiso cambiar la lógica en que se mueven los medios del gobierno, pues en el ánimo de no parecer un censurador o represor, dejó a voces y perfiles que embonan mucho mejor con la narrativa del viejo régimen y que tienen visiones y discursos anacrónicos a lo que hoy ocurre en los medios de comunicación.

Todo esto viene a colación, justo porque ante mi clara simpatía por la visión de la 4T y mi determinación de apoyar abiertamente a la precandidata y segura abanderada de Morena y sus aliados en la coalición, Claudia Sheinbaum Pardo, he recibido una multitud de cuestionamientos de parte de personas que no comprenden o no entienden el papel del periodista en esto.

A mi modo de ver las cosas, los periodistas al ser orientadores de la opinión pública, a partir de nuestra opinión y nuestro análisis, tenemos la responsabilidad de decir con claridad y desde el principio de qué lado estamos, y a partir de esa transparencia dirigir nuestros análisis.

Eso no nos priva de tener contacto o relación con los representantes de otras fuerzas políticas o posiciones ideológicas, vamos, nuestra responsabilidad es generar equilibrios, dar espacio a todos y tener una visión crítica, partiendo de que nadie en el ejercicio de la política o del gobierno es perfecto, por lo que siempre hay asuntos y temas por mejorar y el papel de los medios es justamente señalar lo que está mal, así como dejar ver lo que se hace bien.

Los medios de solo malas noticias no suelen agradar a las audiencias y creo que el mejor y más claro estudio de opinión sobre lo que quiere la gente es justamente el alto índice de popularidad que tiene el presidente López Obrador y las políticas que emanan de su gobierno.

Más aún, creo —y encima toda esta tesis es fácilmente demostrable ojeando cualquiera de los periódicos o escuchando algún programa de radio o TV— que la objetividad y la imparcialidad como conceptos o criterios de manejo informativo de la prensa, simplemente no existen, pues todos, absolutamente todos, tenemos nuestra visión, nuestra línea editorial, nuestra simpatía o intereses.

Los medios tradicionales están plagados de opiniones y análisis abiertamente en contra de AMLO y su proyecto, y está muy bien, tienen derecho, pero pareciera ser pecado simpatizar y tener una opinión favorable, que, a la luz de los hechos y resultados irrefutables en el aspecto económico y social, da pie a un cambio palpable en este país a favor de las mayorías

Yo en lo personal he decidido mantenerme con el presidente López Obrador hasta que concluya su mandato, y he decidido también apoyar a la Dra. Claudia Sheinbaum en su empeño por ser su relevo.

Eso no significa que sea yo su palero o que les queme incienso, hay mucho trabajo por hacer, muchas decisiones cuestionables por ejemplo en la definición de candidatos, pero mi razonamiento es que esto es una obra en construcción.

Al final decantarse por el otro extremo implica demoler todo lo hecho, y eso sería un saldo muy costoso para los mexicanos, claro esa es mi opinión y estoy dispuesto a defenderla donde sea.

Correspondencia a demiandu1@me.com | X: @Demiandu