No han pasado 3 meses desde el atentado contra el candidato Trump, momento en el que Estados Unidos dejó de respirar ante la esperada polarización y las posibles reacciones violentas de una base social radicalizada que los medios del establishment y la comentocracia polarizante pro demócrata atribuyen al movimiento Make America Great Again (MAGA). Se trata de una elección en la que la realidad corre por una vía y la narrativa mediática por otra. Nunca hubo un llamado a la acción o actitudes por parte de Trump que pretendieran utilizar el muy grave hecho de un atentado contra su vida para “atacar” la democracia norteamericana.

El partido demócrata forzó al senil Biden a dejar la candidatura y, junto con los medios de comunicación masiva, ungen a Kamala Harris como la candidata esperada e idónea para derrotar al radicalismo trumpista. Como una sola voz, empezó a escucharse y verse que había una ventaja (mas o menos de un punto porcentual) a favor de Harris desde el primer día. A pesar de un mutismo atípico, la candidata se negaba a ser entrevistada aún por los medios afines, comentaristas, espacios noticiosos, primeras planas de todo el mundo occidental, repetían cancinamente que el viento soplaba ya a favor de la nueva y “magistral” candidata que, cada vez que abría la boca era aplaudida hasta el cansancio por la corriente que, desde los medios de comunicación, afanosamente la apoya.

Ante esta realidad, no es extraño que bajo la tesis goebbeliana de que una mentira que se repite mil veces termina por creerse, Kamala Harris y sus fans empiezan a creer que va ganando. Lo increíble es que, a pesar de tener prácticamente a todos en contra, Trump siga firmemente al frente de la mitad del electorado. Habría que preguntarse ¿qué lleva a más de 100 millones de electores a creer que ese “radical de derecha” dice la verdad?, ¿cómo a pesar de miles de millones de dólares, miles de horas en radio, televisión y medios digitales atacándolo cual criminal enemigo de las minorías, irresponsable y otros adjetivos por el estilo, Trump es competitivo y más aún, tiene posibilidades de triunfo?

Ayer, durante el primer debate entre estos candidatos presidenciales en Estados Unidos, no había aún acabado la transmisión, cuando una encuesta de la cadena pro Harris, CNN, la daba por ganadora del 63% de las preferencias. Cabe señalar que sólo fueron consultados 600 asistentes al evento en Filadelfia, pero de esta endeble muestra, se desprendieron encabezados en toda la prensa mundial y sesudos análisis que decían que Harris había logrado poner a Trump a la defensiva y, con ello, la construcción de una narrativa complaciente al establishment mundial. Lo cierto es que Trump mantuvo la serenidad, cuestionó a Harris sobre su actual y deficiente trabajo como vicepresidenta, responsable de la frontera, recalcó la galopante inflación y acusó a la jerarquía demócrata de instigar una tercera guerra mundial por defender los intereses económicos de la familia Biden; cierto es también que Kamala, con una enorme caja de resonancia, trata de mostrarse profunda y conocedora cuando, durante toda su carrera, ha sido opaca y más bien abyecta.

Lo que ayer vimos fue un debate presidencial en el que el candidato opositor exhibió las deficiencias de mantener a un selecto en el poder, del doble discurso de defensa de los más necesitados y de justificación de ser el estado militarista e interventor pues, Kamala aseguró que Estados Unidos no cedería frente a Putin al precio que fuese.

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El debate en realidad no movió los números de ambas bases sociales, pero el post debate de los medios insiste en crear una narrativa de Kamala buena y Trump malo. La estrategia parece no estar funcionando pues, de los más de 1500 comentarios que revisé en CNN, aproximadamente 1100 señalaban que ABC y Kamala Harris hacían equipo contra Trump, otros se limitaban a escribir MAGA2024 o, Trump ganador.

El colmo del ridículo lo hacen los comentócratas, algunos mexicanos, cuando sobre ponderan que la cantante Taylor Swift haya dado su apoyo a Harris, primero, porque dicen que un 18% de los electores apoyarían a quien Swift apoye, cosa marginalmente importante, porque la cantante hace mucho que apoya al partido demócrata y hace mucho también, abiertamente se opone a Donald Trump, por lo que, aunque en su momento pudo haber sido cierto, es un juego de actual suma cero en la realidad electoral pero un garlito engaña bobos que contribuye a demostrar cómo se cocinan y venden verdades de perogrullo a todo aquél que las quiera comprar.

Es importante recordar al lector mexicano y a todos los analistas de encuestas de mayorías que, el modelo de Colegio Electoral en Estados Unidos, otorga todos los votos de un estado al candidato que obtenga en él la mayoría, lo que hace inútil la medición del voto popular como estamos acostumbrados de este lado de la frontera pues, como botón de muestra, en 2016 Trump obtuvo menos votos que Hillary Clinton, pero de acuerdo al modelo electoral norteamericano, él gano la presidencia.