En los últimos días, las acciones de Elektra han sufrido un descalabro en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), reflejando una pérdida de confianza significativa en uno de los emporios más emblemáticos de México. Esta caída no es una simple accidente bursátil; es el resultado de años de cuestionables decisiones empresariales y una constante negativa de su propietario, Ricardo Salinas Pliego, a cumplir con sus obligaciones fiscales.
Elektra, que durante décadas ha sido un símbolo de poder económico y de presencia en el mercado de consumo popular, enfrenta ahora un escenario donde sus fundamentos financieros son duramente cuestionados. Las acciones de la empresa registraron un desplome del 60% en los últimos tres días, lo que ha encendido las alarmas entre los inversionistas. La incertidumbre no solo afecta a Elektra, sino que también pone en entredicho la sostenibilidad de un modelo de negocios que ha sido duramente criticado por aprovecharse de sectores vulnerables a través de créditos con altos intereses.
Pero el golpe más duro no es únicamente financiero. Ricardo Salinas Pliego, su dueño, ha sido protagonista de una larga batalla legal contra el Servicio de Administración Tributaria (SAT). La negativa del magnate a pagar impuestos que suman más de 60 mil millones de pesos ha sido motivo de indignación en un país donde millones de ciudadanos pagan religiosamente sus contribuciones, mientras figuras de poder buscan evadirlas. Este comportamiento no solo es inmoral, sino que también mina la confianza en las instituciones y perpetúa una cultura de impunidad que sigue siendo uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de México.
La postura desafiante de Salinas Pliego no es nueva. En redes sociales, el empresario utiliza su cuenta de X para burlarse abiertamente de las autoridades fiscales y de sus críticos, calificando el pago de impuestos como un robo. Estas declaraciones son un insulto directo a los mexicanos que sostienen la economía del país con su trabajo y contribuciones. Además, envían un mensaje peligroso: que el poder económico puede estar por encima del marco legal.
El desplome de Elektra en la BMV no puede analizarse de manera aislada. Es el reflejo de una combinación de factores que incluyen la percepción negativa hacia Salinas Pliego, sus problemas fiscales y un modelo de negocios que no se ha adaptado a las nuevas exigencias del mercado. En un mundo donde la responsabilidad social corporativa y la transparencia son cada vez más valoradas, Elektra y su dueño representan el paradigma opuesto.
Es importante recordar que la deuda fiscal de Salinas Pliego equivale a una suma que podría destinarse a educación, salud e infraestructura. Su negativa a saldar esta cuenta no solo es una falta de respeto hacia el Estado mexicano, sino también hacia los millones de mexicanos que cada día enfrentan retos económicos más severos.
El caso Elektra es una lección sobre los riesgos de la concentración de poder económico y la falta de ética empresarial. Mientras las acciones sigan cayendo, Salinas Pliego tendrá que enfrentar una realidad que ha evitado durante años: el poder económico no puede estar desligado de la responsabilidad social.
Los tiempos han cambiado, y la sociedad mexicana demanda mayor transparencia y justicia. Elektra y su dueño pueden haber dominado el mercado durante años, pero el descontento social y la caída de su valor en la BMV demuestran que ni siquiera los gigantes son inmunes a la rendición de cuentas.