Blanca Juárez de El Economista consignó una nota en donde Thea Lee, subsecretaria adjunta de asuntos internacionales del Departamento del Trabajo de Estados Unidos, se quejaba de despachos corporativos en México que asesoraban para violar derechos de los trabajadores, sobre todo en materia colectiva y sindical, lo que había generado ya 16 quejas contra empresas con los mecanismos laborales del T-MEC.

Lo anterior debería ser una nota de escándalo nacional, porque destapa el huevo de la serpiente de la libertad sindical de los últimos 50 años.

Los grandes despachos venden la asesoría de la represión obrera para que no se organicen los trabajadores en México, ocupando a las centrales obreras oficiales como aliados indiscutibles de su control sindical. Siempre se han jactado de ser amigos de los líderes charros, se van a comer con ellos a los lujosos restaurantes de Polanco, y se asocian para mantener a las empresas cautivas de su negocio.

Ellos generan el miedo y la necesidad a las empresas que se instalan en México (aseguran que si los trabajadores se organizan habrá huelgas terribles), y luego les venden el seguro de garantía para dar certeza de que no tendrán problemas, así, el negocio está redondo, cobran por la asesoría y cobran por parte del líder charro amigo.

Estos mismos despachos hicieron su outsourcing, era parte del negocio del miedo, lo que vendían era absorber los conflictos laborales y sindicales, liberando a las empresas del fantasma de las huelgas. Su negocio también es la evasión de impuestos e IMSS.

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La historia se ha repetido en todas las empresas nuevas por décadas, pues desde antes de iniciar operaciones ya tenían firmado un contrato colectivo y depositado ante las autoridades laborales, para asegurar que los trabajadores quedaban secuestrados bajo el yugo del líder sindical, quien aplicaría la disciplina de los golpeadores para someter a los trabajadores.

No dejamos de señalar que este cuadro siniestro jamás hubiera sido posible sin el total apoyo del gobierno y de las autoridades registrales que vendían el depósito de los contratos colectivos, que además le daban la autorización a estos sindicatos para operar mediante las tomas de nota.

Pero no nos engañemos, a pesar de la reforma de 2019, el negocio sigue vivo, ahora con más dificultades, pero no imposibilitados para actuar de la misma manera, la vida sindical y la libertad de asociación tiene un camino largo y estrecho que recorrer para lograr la verdadera emancipación de los trabajadores.

Los líderes sindicales están heridos, supurando pus por todos lados, pero no están muertos, perdieron el 80% de su negocio con el proceso de legitimación de los contratos colectivos de trabajo, pero hicieron hasta lo imposible, en conjunto con estos despachos, para mantener los contratos colectivos más jugosos e importantes de la industria en México, teniendo todavía a una parte importante de trabajadores sometidos a su pandilla de golpeadores, logrando que las condiciones de trabajo se mantengan en la raya de las prestaciones señaladas en la Ley Federal del Trabajo.

Parece mentira que sea el gobierno de Estados Unidos el gran hermano de la vida sindical en México, me cuesta trabajo creerlo, pero es una realidad, pues sin la presión de los mecanismos del T-MEC muchos de los conflictos que fueron atendidos jamás hubieran procedido, pues las autoridades actuales habían cometido las violaciones y permitido esto, pero la presión internacional hizo la diferencia, y ya después se pusieron la medallita..

Sustento mi incredulidad a que EU fuera contrapeso en la libertad sindical, pues la mayoría de las empresas norteamericanas asentadas en el territorio nacional han funcionado históricamente con sindicatos charros, desde la industria automotriz, alimentos, hotelería, etc., Que por cierto representan el grueso de la gran industria de nuestro país, la que da trabajo al 50% de los trabajadores formales, así que costaba trabajo creer que estarían dispuestos a afectar sus intereses. Pero parece que el análisis va por otro lado, tiene que ver con una política de integración económica regional, en donde se busca ampliar el mercado mediante la capacidad adquisitiva, de tal suerte que el mercado se amplía en América del Norte, ya no con una visión de México de maquiladora de miseria, sino con un intercambio de mercancías pujante; esa es la hipótesis que nosotros vemos, lo que además se anexa a la política de aumento de salario mínimo de dos dígitos del sexenio, lo que se transforma en mayor ingreso y mayor consumo. No dejamos de observar que somos el mayor consumidor de productos de EU, desde hace décadas, lo que era insostenible con los salarios de miseria que hemos tenido en los últimos cuatro sexenios anteriores.

X: @riclandero

Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en Derecho por la UNAM