Hace unos días leí dos documentos interesantes. El primero es el informe de mercado mensual, correspondiente a mayo, de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) Aquí.
El segundo es “Resourcing the Energy Transition: Making the World Go Round”, elaborado por la consultoría KPMG y Eurasia Group; Aquí, que analiza los impactos de la transición energética en la demanda de materias primas, la gestión eficaz de la cadena de suministro y las formas en que el poder geopolítico podría pasar de países petroleros a países mineros.
Debido a la incertidumbre, la OPEP mantiene sin cambios el pronóstico de la demanda mundial de petróleo para 2021. El consumo aumentará en 6 millones de barriles por día este año a un promedio de 96.5 millones de barriles por día. Esto dejaría la demanda un 3.5% por debajo del momento en que iniciaron las restricciones pandémicas del coronavirus.
¿Que espera la OPEP?
Se prevén pocas señales de recuperación para la producción de petróleo de Estados Unidos. De hecho, se estima que la producción estadounidense vuelva a caer este año en 100 mil barriles por día, y la producción de la industria del esquisto (shale) muestra pocos signos de recuperación.
La OPEP espera que, en 2021, Canadá, Noruega, Brasil y China sean los países no miembros de OPEP que impulsen un aumento de la producción en 200 mil barriles por día a 700 mil.
La OPEP dijo en su informe que “persisten las incertidumbres particularmente sobre los niveles de inversión que se espera que determinen las perspectivas de oferta fuera de la OPEP para los próximos años”.
También se presentan eventos imprevistos. Por ejemplo, los precios del petróleo oscilaron por el ataque cibernético al oleoducto Colonial de Estados Unidos.
El día que se publicó el informe de la OPEP, el petróleo crudo Brent, el índice de referencia mundial, terminó el día con un alza del 0.3% a 68.55 dólares el barril y los futuros del West Texas Intermediate, el índice de referencia de Estados Unidos, subieron un 0.6% a 65.28 dólares el barril.
Puede ser que la recuperación económica mundial posterior a la pandemia provoque un repunte en la demanda de petróleo. Sin embargo, el éxito de los gobiernos para disminuir el número de casos de coronavirus y desplegar eficazmente programas de vacunación ha variado.
En su informe, la OPEP elevó su pronóstico de crecimiento económico mundial en 2021 en 0.1 puntos porcentuales hasta el 5.5% después de la contracción del 3.5% que vivimos en 2020. A principios de abril, la OPEP y sus aliados habían acordado aumentar su producción en más de 2 millones de barriles por día durante mayo, junio y julio. Ésta era una apuesta al resurgimiento de la demanda. Veremos qué pasa.
Hace algunas semanas escribí aquí sobre el litio y otros metales como el cobre, el cobalto, el níquel, el indio, el grafito y el vanadio. Pues con el informe de la OPEP y el de KPMG es claro que se va perfilando un cambio geoestratégico en el mundo: del petróleo a los minerales que impulsan la energía limpia.
Con este cambio, tal vez la visión sea pasar de un cártel que manipula los precios del petróleo a una verdadera colaboración de los países en materia de minerales. KPMG dijo que la demanda crítica de minerales requeriría una nueva Organización de Países Exportadores de Metales / Minerales (OMEC) para garantizar que los mercados tengan acceso a los minerales necesarios para los esfuerzos de descarbonización y que se mantengan los precios de las materias primas.
El mayor desafío será la gestión de riesgos y suministro. “El problema central no es necesariamente la cantidad de minerales”, dijo el líder mundial de minería de KPMG, Trevor Hart.
De acuerdo con el informe de KPMG, una observación clave es que el poder geopolítico podría cambiar de países dominados por el petróleo a aquellos que producen minerales utilizados en la producción y almacenamiento de energía renovable.
“El acceso a estos recursos estratégicos se politizará en nombre de la seguridad nacional, dada la centralidad de su uso en el desarrollo económico más amplio y la innovación tecnológica, así como en la transición energética”.
Los países con importantes depósitos de metales críticos incluyen Chile y Australia en litio, Congo en cobalto e Indonesia en níquel. China domina otros minerales, el grafito, además de ser el principal refinador de esos minerales.
Es necesario reconocer el comienzo de un cambio en la energía a nivel mundial. La cooperación internacional permitiría que los países que requieren minerales críticos tengan suficiente acceso a los suministros.
“En el inicio de la cadena de suministro de la transición energética se encuentra el abastecimiento de metales, minerales y materiales abióticos. Necesitamos asegurarnos de que éste no resulte ser el eslabón más débil “, dice Trevor Hart. “La cuestión central no es necesariamente la cantidad de minerales; de hecho, es probable que las reservas mundiales conocidas sean suficientes para satisfacer las proyecciones actuales de demanda de muchos de estos recursos. Más bien, se trata de la gestión de riesgos y suministros”.
¿Cuáles son los riesgos?
1) Aumento del escrutinio sobre cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza.
2) El acceso a estos “recursos estratégicos” se politizará en nombre de la seguridad nacional, dada la centralidad de su uso para el desarrollo económico más amplio y la innovación tecnológica, así como para la transición energética.
3) Cadenas de suministro “complejas” y “opacas”; una alta concentración de recursos en países limitados; descarbonización del material producido; y una caída esperada en la calidad de los depósitos.
Hart dice que, a diferencia del sector de la energía “antigua”, surgirá una solución circular: “El rediseño de productos junto con la reutilización, el reciclaje y la reutilización de estos recursos puede aliviar cierta presión sobre los suministros de productos básicos para satisfacer la demanda, lo que ayuda al rápido ritmo de la transición energética, la transformación de las industrias relacionadas y la reducción de los aumentos de temperatura a nivel mundial”.
Para el año 2040, la Agencia Internacional de Energía predice que la demanda combinada de minerales críticos se multiplicará por cuatro para mantener el calentamiento global por debajo del objetivo de 2 grados Celsius.
En el mercado de minerales para baterías aumentaría la demanda de litio 13 veces la demanda actual para 2040. La demanda de grafito se multiplicaría por ocho, la demanda de cobalto y níquel se multiplicaría por seis, y la demanda de manganeso se triplicaría.
En el desarrollo de proyectos renovables, como la construcción de parques eólicos y paneles solares, la demanda de molibdeno se duplicaría para 2040, el cobre aumentaría un 170%, el silicio un 180% y la demanda de elementos de tierras raras (REE) más del triple.
Sin embargo, existen varios desafíos potenciales que enfrenta el mercado. La energía limpia dependerá de tres desafíos “G”: geología, geopolítica, gobernanza.
Si México estuviera dispuesto a acelerar la transición energética debería establecer una nueva visión para establecer una alianza entre el gobierno y el sector minero. El acceso a ciertos metales será un tema de seguridad nacional. La energía limpia estará en el centro de la nueva economía.
La preocupación de todos los observadores internacionales es que el Gobierno de México no está entendiendo esta transformación en su totalidad. La visión que tiene la 4T sobre el petróleo, la electricidad y la minería es de principios del siglo pasado. La geología y la geopolítica operan en nuestro favor. Nos falta la gobernanza. Si la sociedad mexicana está dispuesta a acelerar la transición energética, AMLO debería entenderlo y actuar en consecuencia.