Este día 25 de noviembre, se conmemora el llamado Día Naranja, que es el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres. “Supuestamente”, cada día 25 de cada mes se le exhorta al mundo a reflexionar acerca de este tema. El símbolo de la violencia contra la mujer es de color anaranjado. Con ellos nos damos cuenta de que se está hablando del tema en particular.
La ONU estableció esta “conmemoración” oficialmente desde 1991, pero la realidad es que desde 1981 viene resonando en honor a tres hermanas dominicanas que fueron asesinadas un 25 de noviembre de 1960 por el dictador Rafael Leónidas Trujillo, del que eran opositoras.
Aterrador que después de tantos años tengamos que seguir hablando del tema, porque quiere decir que no se ha erradicado la violencia contra las mujeres, a pesar de los esfuerzos por parte de organismos mundiales para erradicarla.
En México, según las cifras del gobierno, diariamente 9 mujeres son asesinadas. Sinceramente yo diría que la cifra se queda corta.
La violencia contra la mujer y su color distintivo naranja se ha ido tiñendo de rojo.
Las formas en la que se comete violencia contra las mujeres han sido cada vez más atroces, crueles y sanguinarias , hasta llegar al punto de terminar con sus vidas.
Me parece que el tema de la violencia contra las mujeres es un fenómeno que debe de ser analizado y tomado en serio desde todos los ángulos posibles.
En las escuelas públicas y privadas poca relevancia se le da al tema. Y en mi opinión, debería de haber una materia que hablara de la violencia en general, de la equidad y de la igualdad. Pero no parece ser un punto importante en la matrícula curricular de la SEP.
Es importante también que las mujeres trabajen en su autoestima. Muchas veces al considerarse ellas mismas como insuficientes y con un pobre concepto de sí mismas, se enganchan a hombres que tienden a ser violentos y agresivos porque también tienen una autoestima muy baja y de ahí empieza el ciclo del círculo de la violencia que nunca termina.
Pero para trabajar el tema de la violencia contra las mujeres habría que trabajar también en el autoconcepto de los hombres.
Un hombre que se siente mínimo y sin nada especial que aportarle a una mujer es el que usualmente tiende a agredirlas.
Ambos géneros desde mi perspectiva deben de ser atendidos.
Yo tengo a dos adolescentes: una mujer y un hombre e intento desde distintas estrategias empoderarlos de tal manera que, mi hija, por ejemplo, pueda ser capaz de detectar a hombres que la intenten agredir. Es de vital importancia enseñarles a las mujeres las banderas rojas o como los jóvenes le llaman ahora, las “red flags”. Estas “señales” que si las mujeres tienen una buena autoestima y una buena percepción de ellas serán fácilmente identificables posibles agresores.
Por ejemplo, en mi consultorio como psicóloga me llegó el caso de una joven que me preguntaba si acaso sería una “red flag” el hecho de que su pareja le hubiera pegado a la pared en un arranque de furia. Consideré que así lo era, porque la línea entre pegarle a una pared y pegarle a ella sería muy delgada.
Se dice que este ha sido el gobierno más feminista de todos los tiempos, porque AMLO ha involucrado e integrado a muchas mujeres en su gabinete y alrededor de él.
Pero yo no diría que eso es feminismo. Se rodea de mujeres que le aplauden y que le sirven de alguna manera, mujeres que le son fieles y leales a sus intereses, y que literalmente bailan al son que el presidente les toque.
Parecía que el presidente en verdad era muy feminista hasta que empezó a mostrar su hostilidad y rechazo ante la petición de mujeres que han sufrido violencia o familiares de mujeres que han muerto por violencia de tener una audiencia con él.
Nunca las ha querido recibir ni oír. Cada vez que hay una marcha de mujeres contra la violencia y los feminicidios en la capital del país, el presidente tiende a atrincherarse en Palacio Nacional sin salir a darles la cara ni algún indicio de que le es relevante la causa de la marcha.
También hemos visto cómo rechaza a toda mujer que no esté a favor de él. Entonces ahí ya no las invita al gabinete ni a estar junto a él.
Esa también es una forma de violencia.
Además, no podremos olvidar nunca cuando tuvo el desatino de decir que las mujeres estaban hechas y diseñadas para el cuidado de sus padres al llegar a la tercera edad, mientras que los varones de las familias eran los que tenían que salir a trabajar.
Un comentario que catapultó el término de “el presidente más feminista de todos los tiempos”. Eso ya no le queda, pero bueno ya se va. Me conduelo por Beatriz Gutiérrez Müller.
Veremos cómo enfrenta Claudia Sheinbaum en su llegada a la Presidencia (porque, insisto, creo que ganará no sé si por la buena o por la mala) el tema de perspectiva de género y la violencia contra las mujeres.
Claudia tendrá que ser mucho más sensible y empática con aquellas mujeres que soliciten una audiencia con ella, como lo han solicitado con el presidente.
Y es que como mujer, Claudia no puede ignorar que existe y es real la violencia en nuestro país contra las mujeres. Cada día hay más casos de asesinatos por violencia de género y mujeres desaparecidas.
También, realmente esperaría que aquellas mujeres que en su hartazgo por no ser escuchadas ni oídas por nadie puedan darle a Claudia un voto de confianza de que sí serán escuchadas por ella.
Será interesante ver si Claudia Sheinbaum integra a mujeres dentro de su gabinete, porque curiosamente y al revés que el presidente, Claudia se ha ido rodeando de hombres: Omar García Harfuch que todos sabemos que perdió ganando pero que seguramente lo mantendrá a su lado, un Gerardo Fernández Noroña como su vocero principal y hasta a su hoy marido convertido ya casi en el primer caballero de la nación y por el momento no se si exista en la mente de Sheinbaum otra mujer rodeándole para ser parte de su equipo.
Claudia debe de demostrarnos a las mujeres que confía en otras mujeres.
Y es que también hay un fenómeno que se debería de abordar en temas de violencia contra la mujer: La propia mujer es muy violenta y agresiva con otras. Es un tema del que no mucho se habla pero es una realidad.
Lo único que podría ayudarnos para que la violencia contra las mujeres se erradique, desde mi perspectiva son dos cosas:
1) Educar a nuestros hijos varones en el amor propio y el respeto por los demás. No nada más por las mujeres sino por todo ser humano.
2) La sororidad, esa palabra que se dice y se repite mucho pero que a veces no se entiende ni se lleva a cabo: que es la genuina solidaridad entre las mujeres para darse una mano entre ellas, para apoyarse y cuidarse las espaldas.
Pero tristemente apenas ayer se armó una trifulca en la Cámara de Diputados entre mujeres de diferentes partidos, ambas agrediéndose verbalmente de una manera terrible, un bando contra otro. Una mujer contra otra mujer.
Eso también se llama Violencia Política de Género y cada vez es más usual que una mujer lo cometa contra otra mujer.
Todavía hay mucho camino por delante para trabajar en la erradicación de la violencia contra la mujer. Se pueden hacer muchas cosas si hay la voluntad y el presupuesto del gobierno que tristemente decidió recortar muchos programas que trataban la violencia contra la mujer.
Me tocó trabajar hace unos 7 años en un hospital público en Querétaro y existía el programa de violencia contra la mujer. Pero con la llegada de Andrés Manuel López Obrador fueron habiendo recortes de personal y casi la extinción de estos programas porque seguramente el Presidente no los considera importantes.
No sé si es por ignorancia o por su propio machismo, que consideró que enfocarse en el tema era perder el tiempo.
Ahí tenemos a un presidente que en lugar de mostrarle respeto a la primera ministra Norma Piña, la ataca y la agrede desde su posición de poder y desde el micrófono que le abren todos los días para despotricar contra aquellos que no simpatizan con él.
Como mujer yo sé de qué se trata la violencia.
Creo que el día que el hombre y la mujer reconozcan su importancia y su valor no hablaremos de colores naranjas convertidos en rojos. Hablaremos de otro mundo en donde ambos géneros puedan vivir en paz y en igualdad de condiciones y oportunidades.
Sueño y anhelo que la presidenta que llegue a gobernar mi país tenga oídos y corazón y alma y sentidos para poner atención al tema y mi hija pueda transitar por este país sin miedo y yo pueda sentir que nadie nunca la lastimará por ser mujer.
Tomemos conciencia hoy y no nada más cada 25 de cada mes. Todos los días, todo el tiempo.
¡Vivan las mujeres!, pero también ¡qué vivan los hombres!
Nos queremos vivas
Los queremos vivos.
Es cuanto.