Ricardo Anaya, ex candidato presidencial del PAN, colgó ayer, como lo hace regularmente los lunes, un vídeo en sus redes sociales. En él, el panista realiza una buena síntesis sobre los fracasos del gobierno de AMLO a lo largo de sus tres años de gobierno: el combate contra la corrupción (los hermanos, Irma Eréndira, Bartlett) el manejo de la pandemia, el endeudamiento público, la inseguridad y la polarización social.

Si bien el diagnóstico de Anaya es certero a la luz de la evidencia, las intenciones políticas del ex candidato parecen naufragar en las aguas del olvido. El panista es un individuo bien educado, instruido, cree en la modernidad y comprende los retos del siglo XXI. Sin embargo, cada día queda más relegado y más alejado de una posible candidatura presidencial.

No obstante sus competencias personales, Anaya no es un hombre que conecte emocionalmente con la mayoría de los mexicanos. Así lo demostró en las elecciones de 2018 cuando fue ampliamente superado por AMLO. Intentó canalizar los votos de la oposición atacando directamente al PRI, a José Antonio Meade y al propio presidente Peña Nieto, creyendo, quizá, que aquella sería la estrategia exitosa para ganar los votos de los priistas que querían evitar el ascenso de AMLO, y, que a la vez, sabían que Meade no tenía posibilidades de llevarse la elección.

Por un lado, esta estrategia fracasó pues los votos priistas hacia Anaya fueron insuficientes y por el otro, se ganó la animadversión de la cúpula priista tras sus amenazas de encarcelamiento contra Peña. Ello provocó que el priismo no le apoyase, y que con ello, no se repitiese la hazaña de 2006 de galvanizar el voto útil, y así obstaculizar nuevamente el triunfo de AMLO en las urnas.

Anaya, ahora desde Atlanta (supongamos) y con amenazas de persecución política en su contra derivadas del escándalo Lozoya, intenta colocarse en el centro de la oposición de AMLO mediante repetidas descalificaciones contra el presidente, recordando sus fracasos y haciendo ver al mundo porque él (Anaya) sí que podría llevar a México a un mejor destino.

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Desafortunadamente para el panista, su nombre ha quedado desdibujado en el escenario político nacional. El surgimiento de nombres como Luis Donaldo Colosio en el seno de la oposición han apartado a Anaya de la escena política, y parecen progresivamente dificultar su ascenso hacia una hipotética alianza de oposición contra Morena en 2024.

Insisto, y sí que conviene poner el acento, Ricardo Anaya acierta en su diagnóstico y propone soluciones que bien podrían ayudar a México a integrarse plenamente en favor de la consecución de los objetivos del siglo XXI. Sin embargo, para infortunio del panista, la coyuntura política, la irrupción de nuevas personalidades y su ausencia de conexión emocional con la mayoría de los mexicanos le alejan de sus pretensiones políticas. Veremos.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4