Inicio mi columna en SDPnoticias, a quien agradezco este nuevo espacio para seguir hablando de un tema apasionante, la Fórmula 1, la cual vive en en nuestro país y Latinoamérica uno de sus puntos máximos con la participación del piloto mexicano Sergio ‘Checo’ Pérez en Red Bull, uno de los equipos protagonistas, siendo coequipero del campeón del mundo, el neerlandés Max Verstappen.

Lo que vimos este domingo en el Gran Premio de Azerbaiyán puso a prueba una vez más lo que hemos visto hasta el cansancio en el deporte motor: la sana convivencia entre compañeros de equipo sí existe… hasta que ambos pilotos están en condiciones de pelear por el campeonato del mundo. En la pista de Baku no hubo disputa entre Checo y Max, por la configuración del auto de Pérez que degradaba más los neumáticos y un aviso tardío en pits con Virtual Safety Car, pero la lucha no está descartada para el resto de la temporada que apenas superó su primer tercio.

Y es que Red Bull presentía desde 2020, año en que firmó a Pérez para la temporada 2021, que en el mexicano sería no sólo un activo con experiencia técnica, que sabe hablar con los ingenieros, que sabe pedir lo que necesita para llegar a la puesta a punto del auto, sino también un ascendente con enorme valor de mercado global, con patrocinadores comprometidos, con la virtud de ser local en más de una carrera (México, Miami, Austin, Las Vegas, incluso Canadá y España), además de ser el único piloto latinoamericano de la parrilla, con una legión de seguidores ávidos de encontrar figuras ganadoras.

También Red Bull tenía la sensación de que el mexicano podría llegar a acercarse al nivel de Verstappen, pero que tenía que pasar por una curva de aprendizaje que no necesariamente sería corta, además de que debía cumplir con la tarea para la que se le contrató: ayudar a Max a convertirse en campeón del mundo, a quien RB apostó durante siete años para verlo coronarse. Max Verstappen fue desde su llegada a F1 la nueva joya del deporte motor, el elegido llamado a convertirse en campeón mundial, pero no estaba el coche, ni el motor, ni el compañero ideal. Red Bull sumó en 2020 las partes que faltaban para conseguirlo nuevamente desde los títulos de Sebastian Vettel: el RB16B diseñado por Adrian Newey, el poderoso motor Honda, y a Checo Pérez.

Pero el mexicano creció en Red Bull, se convirtió en “legend”, Ministro de Defensa, en un “absolute animal”. En 2022 encontró en el RB18 la llave para abrir las puertas de Red Bull de la mano de ser más consistente que Max. Hechos: tan solo desde el Gran Premio de Mónaco, Checo superó a su compañero de equipo por nueve sesiones consecutivas (incluyendo las tres prácticas, calificación y carrera del pasado GP de Mónaco, así como las prácticas y calificación de este fin en Baku), logrando no sólo la renovación de contrato hasta 2023 sino provocando que hasta el mismo Helmut Marko, consejero estrella de la escudería austriaca, acepte que el mexicano está “onfire” y que las carreras tendrá que ganarlas quien “sea el mejor”, atajando incluso las quejas del padre de Max, Jos Verstappen, de que RB no le siga dando la preferencia total a su vástago.

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En el deporte motor y mucho menos en la F1 hay duplas felices, a menos que uno de los pilotos acepte que su compañero es superior, tal como pasó en Ferrari con Rubens Barrichelo rindiéndose ante Michael Schumacher, con David Coulthard ante Mika Hakkinen en McLaren, con Jarno Trulli ante Fernando Alonso en Renault, o más recientemente, Valtteri Bottas ante Lewis Hamilton en Mercedes.

Pero cuando no es así, estallan conflictos que no terminan bien, tal como pasó en McLaren entre Ayrton Senna y Alain Prost o Lewis Hamilton y Fernando Alonso, en Ferrari entre Gilles Villeneuve y Didier Pironi, o incluso en Red Bull entre el propio Verstappen y Daniel Ricciardo, que culminó con la partida del australiano a Renault.

Pérez tiene también su otra cara, y puede no ser una “perita en dulce”, pasar de ser ministro de Defensa a secretario de Guerra. En 2017, Checo vivió una dura rivalidad con el francés Esteban Ocon por la supremacía en Force India que derivó con choques en pista en detrimento del equipo, igualmente con Nico Hulkenberg en 2014 y 2015. Pero eran tiempos para Pérez en un equipo de media tabla, y no con todos los reflectores encima como hoy en Red Bull, donde los títulos del mundo están en juego.

Checo tiene que seguir siendo inteligente, ser paciente y apostar a que Christian Horner, su jefe en Red Bull, haya aprendido de las experiencias pasadas en gestionar a sus “Young Guns”. ¿Quién para campeón del mundo? ¿Hay tiro en Red Bull?

Jorge García Maldonado en Twitter: @jorgedialogante