Como se observa, en todas las giras que realiza la presidenta constitucional de México, nos hace recordar a los recorridos territoriales que, en su momento, realizó Andrés Manuel López Obrador. Eso, propiamente dicho, es el efecto que ha generado el movimiento de la esperanza que aterrizó en aquel 2018: momento histórico del triunfo de la lucha democrática del país. Seguramente como a muchos, no me gustan las comparaciones. AMLO es el precursor de este movimiento, y Sheinbaum es la presidenta constitucional. Ambos, en alguna coyuntura, compartieron la resistencia juntos en instantes de cerrar filas como el desafuero y, de paso, los monumentales fraudes electorales que fraguaron desde el conservadurismo. Entonces, tanto AMLO como Claudia, tienen su propio estilo, pero la misma causa común: gobernar para los sectores sociales más vulnerables del territorio nacional.
Es un error político decir que López Obrador, desde el retiro es quien gobierna y toma las determinaciones. Eso, como tal, es un discurso y una narrativa propagandística de la derecha. No encuentro, para nada, alguna razón para asegurar un disparate como el que afirma el PRIAN. Desde que Claudia asumió el poder, la toma de decisiones quedó solamente en sus manos. Lo ha hecho, en efecto, desde el momento en que recibió el bastón de mando que, a la postre, significó el poder político. Eso lo notamos en los primeros días que Sheinbaum tomó la batuta o, mejor dicho, la coordinación de la defensa del voto que, a tal grado, se entendió a lo largo y ancho del país. Habrá que mencionar, en ese sentido, que lo que sucede es parte del fenómeno de Andrés Manuel; es decir, el efecto y el cariño que la sociedad le muestra a los representantes del pueblo.
Y Claudia Sheinbaum, con los méritos que ha construido a lo largo de su exitosa carrera, vive ese momento de consagración que, en su etapa, le tocó a Andrés Manuel López Obrador. Hablo de algarabía en cada gira de trabajo; regalos, fiestas populares y recibimientos coloridos. Eso, sin ir más lejos, es el amor profundo al movimiento que ahora gobierna el país, y el mayor número de entidades. Eso, como era de esperarse, está pasando de manera generalizada; es decir, la jefa de Estado, al igual que lo hizo AMLO, vive una apoteosis que, concretamente, se ve reflejado en el abrumador respaldo. De acuerdo con la encuesta de MetricxMx, más del 74% de la ciudadanía respalda las políticas de la Cuarta Transformación. Por eso es tan fácil identificar que, ese mismo efecto que atestiguamos, brota por cada rincón de la geografía de México ante la presencia de la mandataria federal.
La misma mañanera, pero con su propio estilo, constituye el principal órgano de información que el pueblo de México tiene a su alcance. Eso, desde luego, implica tener el temple y la tolerancia con algunos periodistas conservadores que, de una u otra forma, han intentado hacer tropezar a Claudia con preguntas tendenciosas. De hecho, Sheinbaum, con esa habilidad que ha mostrado, ha entendido perfectamente el ejercicio que hay ante la opinión pública, especialmente con los espacios que sirven para desnudar la desinformación. Cuando se trata de montajes del conservadurismo, la presidenta, con ese carisma que retrata a cuadro, no limita las preguntas expresas y, con ello, podemos decir que hay flexibilidad y apertura. Se nota ese interés de comunicar, de primera mano, los avances y proyectos que el gobierno pondrá en marcha.
Por eso hemos visto ese mismo efecto que atestiguamos con Andrés Manuel López Obrador. Me refiero a que, como lo hizo AMLO, Sheinbaum ha velado por los intereses colectivos del pueblo de México. Abandera el sello principal de los programas sociales; atiende personalmente las necesidades; tiene la voluntad de bajar de la camioneta y sentir el cariño de la ciudadanía. Eso es, en definitiva, el humanismo del proyecto de la 4T. Desde luego, también prevalece esa transparencia y rendición de cuentas bien delineadas. Y sí, cada uno ha escrito su propia historia y, con ello, ambos pasarán a la posteridad como personajes que transformaron al México que siempre anhelamos.