Continuamos con nuestro análisis e hipótesis sobre la reciente andanada contra el presidente AMLO que ha generado un episodio de guerra sucia en la coyuntura de las elecciones presidenciales. Hay intereses transnacionales más sutiles que en antaño muy interesados en debilitar el posible próximo gobierno de la 4ª transformación golpeando al activo principal de la misma, al eje de la ofensiva contra la derecha mexicana que integró un proyecto transnacional para México, líder de esa lucha desde que fue presidente nacional del originario PRD, luego como jefe de gobierno en la Ciudad de México y en sus otras dos campañas presidenciales, después de la de 2006, en 2012 y 2018.

Nuestra hipótesis tiene los siguientes hechos, fechas, conceptos y argumentaciones de sustento. No partimos de la nada.

Este episodio calumnioso contra AMLO no puede ser correctamente analizado si no retomamos la trayectoria política del hoy presidente, lo que ha significado en la vida política nacional su lucha y todo su ideario ideológico y político, y nos quedamos navegando en los “indicios” esbozados por la DEA y sus voceros actuales del frente opositor y el coro de sus afines en los medios de prensa y comunicación. Abordarlo así, es caer en una trampa ideológica y política, a la que no podemos  circunscribir nuestra intervención con nuestros análisis, por ello abordamos el tema en la ruta que he indicado líneas arriba.  No puede ser analizado y comprendido como un hecho casualmente emergente en nuestros días. Es un gravísimo error.

Sostenemos como hipótesis plausible que el gobierno estadounidense de entonces abrió una “investigación” mediante la DEA en México –probablemente en realidad una “conspiración”- que por aquellos tiempos actuaba aquí con más facultades legales y de facto que en EUA, para intervenir en las elecciones de 2006, que todo hacía pensar que ganaría el opositor Andrés Manuel López Obrador, exitoso jefe de gobierno, antes, líder del entonces PRD en el que se habían aglutinado cardenistas, antiimperialistas, socialistas y comunistas. Obviamente repudiado en Washington. No fue necesario proseguir hasta concluir con “algún hallazgo” que derrumbara la propia campaña porque el fraude electoralhaiga sido como haiga sido” se impuso y frustró la eventual presidencia de la república de AMLO.

Pero las aspiraciones de este líder político continuaban y era necesario escudriñar bien en la campaña de 2006, imputarlo con algo y debilitar así sus aspiraciones en las elecciones presidenciales de 2012, y la mejor manera era con un estigma criminal que escandalizara en México y pusiera en la mira de la “injusticia” mexicana al líder opositor para inhabilitarlo penalmente en la próxima contienda presidencial, ya que la primera intentona del presidente Vicente Fox (desafuero y consignación penal) aliado con el presidente de la SCJN, Mariano Azuela, había fallado.

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No salgan con patrañas baratas de que “la investigación de la DEA se cerró porque prescribió legalmente” como si frente a ello el gobierno de EUA no pudiera hacer nada o no lo hubiera previsto para impedirlo. Obama sucesor de Bush hijo, de 2010 a 2018, no quiso comprometerse en una maniobra ilegal y conspirativa que recordaba los tiempos más infaustos en América Latina del intervencionismo de la política exterior contrainsurgente. Acusar a AMLO de “terrorista” o algo así habría sido un despropósito demencial, pero si se podía buscarle un crimen vinculado al problema de la criminalidad trasnacional. Lavado de dinero era un tema ideal en el contexto de la campaña electoral.

EUA trató con AMLO presidente cuando ya no tuvo otro remedio, pero no debemos olvidar los primeros agresivos meses de Donald Trump: “Plan Colombia para México” supervisado por las agencias de EUA y operado por grupos militares de élite; guerra económica contra el sector exportador de México y las transferencias de divisas; contra la inmigración indocumentada desde Centroamérica hasta México, un round en donde Trump se llevó casi todo lo que pidió. No olvidar que después el propio Trump acuñó, ufano y soberbio la frase: “yo doblegué a AMLO”. Con las negociaciones y firma del T-MEC, las cosas se suavizaron. Pero nunca dejaron de actuar para impedir la llegada de AMLO a la presidencia por convicción propia y porque del lado mexicano hubo solicitudes expresas para ello, de partidos y organismos empresariales, la información fue pública no la pueden negar.

Un análisis de cualquier tipo (periodístico, académico, editorializado y otros) tiene que partir de exponer con la mayor claridad y precisión el conocimiento de la realidad que permita vislumbrar, los intereses socio-económicos y políticos -incluso en el orden transnacional-, en juego, y que se expresan a través de textos, discursos o comentarios, cuyo contenido fundamental y mayoritario es ideológico -pocas veces predomina lo teórico-conceptual e histórico- para esclarecer el alineamiento de tales intereses socio-políticos y/o económicos, dentro del juego y choque de fuerzas sociales en cada momento político nacional.

De no hacerlo, nos perdemos en la ideología de las frases y opiniones, textos y demás que pareciera que no tienen ese contenido sustantivo: el alineamiento de nuestras posturas o posiciones u opiniones etc. Con una parte de los intereses en juego o en choque. Muchos opinantes o escritores de textos tratan de ocultar esto presentándolo como una discusión sobre las formas de ejercicio del poder, que también puede discutirse y provocar choques de fuerzas (“la disyuntiva hoy es dictadura o democracia”, dice ramplonamente la oposición de derecha en México), cuando en realidad detrás de esa apariencia, están los intereses sociales económicos y políticos de cada grupo o partido, etc.

Estos principios del análisis político con contenido de intereses sociales de fondo, siguen siendo perfectamente y profundamente válidos. ¿Alguien puede negar que en el actual frente opositor predominan los intereses del gran capital en México, y que los partidos políticos van por una cuota de poder en el Congreso y en los estados que les permita seguir existiendo con el presupuesto público federal, sin constituir una alternativa de poder y programa de desarrollo nacional?

No olvidar tampoco que el gobierno de AMLO torpedeó el paradigma represivo-punitivo de “guerra contra las drogas” impuesto por EUA en todo el continente, con su planteamiento y políticas que sustentan un nuevo paradigma en vías de consolidación, un paradigma de ataque a la causalidad socio-política del fenómeno, y que ha limitado extraordinariamente el rol, las formas y términos de actuación de la DEA en México. Fingen demencia los periodistas carroñeros al ignorar estos importantes factores que condicionan las relaciones del gobierno mexicano actual con la DEA y que no tienen a este organismo precisamente muy contento. Como si nada de todo esto importará y la investigación de la DEA fuera muy rigurosa.

Recordaré para quienes no lo tienen claro y preciso, o para quienes pretenden ignorarlo por conveniencia, que al trabajo que desarrollaba la DEA en México omnímodamente (“a sus anchas”) se le aplicaron tres medidas restrictivas que la agencia resintió mucho y les causó gran molestia: i) una nueva legislación nacional mediante la cual la DEA está obligada a informar sobre sus investigaciones al gobierno mexicano (no el contenido al detalle) periódicamente; ii) se desechó y denunció la investigación hecha por la DEA que sirvió para el arresto del general Salvador Cienfuegos en EUA, como producto de una intentona por generar conflictividad dentro del ejército con el presidente y debilitar así su propio mandato; y iii) se canceló en México una selecta unidad antinarcóticos que durante 25 años trabajó con la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA): el grupo era una de las Unidades de Investigaciones Especiales (SIU, por sus siglas en inglés) que operan en 15 países (en Colombia, por ejemplo), allí operaban más de 50 oficiales de esa unidad policial que participó directamente en la captura del “ChapoGuzmán. El gobierno de AMLO no quería oficinas y agentes “fuera de control”.

En EUA pronto habrá elecciones presidenciales también, y tensar las relaciones a través de estos episodios conspirativos contra el actual mandatario mexicano y tratar de provocar una reacción airada, solo puede tener la intención de predisponer al próximo gobierno en EUA contra el próximo gobierno de la 4T, ya que la DEA es el puntal internacional de la política y acción punitiva antidrogas del gobierno de EUA, pero especialmente en México.

Este último ángulo de afectación de las relaciones bilaterales en un objetivo común que es luchar contra el crimen transnacional lo expone claramente el ex director de operaciones internacionales de la DEA, Mike Vigil:

“Ya se había causado mucho daño, por ejemplo, cuando se detuvo a Salvador Cienfuegos (exsecretario de la Defensa con Enrique Peña Nieto) aquí en los Estados Unidos, pero esto va a tener hasta más impacto. ¿Por qué? Simplemente porque esto fue un ataque personalmente contra del mandatario [López Obrador] y aparte lo va a ver en una manera en que los Estados Unidos estaba tratando de influir en las elecciones presidenciales –que van a llegar en unos cuantos meses–, sólo que en este asunto no va a ganar nadie porque ahora yo creo que el impacto y las relaciones bilaterales en el combate del crimen organizado se van a [resultar] dañadas de una manera horrible”.

Rosas, Obed, Sin Embargo, 31/01/2024

Lo que tenemos que mencionar es que Mike Vigil sí menciona que conocía la DEA a Mauricio Soto Caballero quien estaba dentro de los colaboradores de Nicolás Mollinedo (ex chofer de AMLO), quien aceptó colaborar con la agencia luego de ser detenido en EUA, y a quien se encargó en dos ocasiones grabar a Nicolás Mollinedo sobre este tema de aceptar dinero sucio en la campaña dice Mike Vigil:

“Yo creo que sí (se le investigó, se refiere a Nicolás Mollinedo, JRY) porque mandaron a Soto que tenía una grabadora, estaba grabando la conversación, en dos ocasiones lo mandaron, en la primera ocasión no se grabó nada porque no sé si se puso nervioso Soto y no grabó la conversación y luego lo mandaron otra vez, supuestamente, y en ese entonces la grabación sí salió bien, pero nunca vincularon a Mollinero al Presidente, nunca dijo que había recibido el dinero que él tenía conocimiento, que había aceptado esto (….) Si hubieran tenido las evidencias en contra de López Obrador en ese entonces se hubiera hecho obviamente una acusación formal aquí en los Estados Unidos (…) no hay evidencias, no hay nada ahí para que la gente diga que es culpable”

Rosas, Obed, Sin Embargo, 31/01/2024

Sin embargo, si estas aseveraciones fueran ciertas (parece que el ex director de operaciones internacionales de la DEA habla con precisión) y que ponen fuera de cualquier responsabilidad al actual presidente AMLO, debieran exponer las evidencias al haberse hecho pública dicha información. Mike Vigil ya no trabaja en la DEA, no podría hacerlo, pero me refiero al organismo. De lo contrario se siguen haciendo afirmaciones sin presentar las pruebas del dicho.

Si así fuera, podríamos apreciar que lograron penetrar el segundo círculo de poder y confianza (los encargados de organizar los recorridos y la logística de campaña, no los asesores principales) del entonces candidato AMLO y eso llama mucho la atención. Porque significaría que la DEA logró manipular una parte del círculo de poder del candidato y eso es muy grave, ya que denota vulnerabilidad política muy relevante. Pero repito, deben presentarse las evidencias de su dicho. Por ejemplo: cuándo, en dónde y por qué, Soto Caballero fue detenido en EUA con alguna culpabilidad en cuestiones de narcotráfico, porque su liberación implicó como condición que colaborará con la DEA en México, porque hasta hoy Soto Caballero lo niega, dice, nunca haber estado detenido. ¿Miente? ¿Cuáles son las evidencias?

Lo que no es aceptable es “hacerle al ensarapado”: “si tengo los audios pero no los puedo mostrar ahora, sino después”. Eso no tiene seriedad es “vedetismo comunicativo”, “show mediático”, “sensacionalismo”, no periodismo profesional de altura. Se trata de lucrar, políticamente y profesionalmente con un tema que ya es de dominio público y que por ello se está obligado a ventilar ante la opinión pública los detalles.

El presidente AMLO ya pasó a la contraofensiva, exige una disculpa pública al gobierno del presidente de EUA Joe Biden. Estamos en el segundo round. La ofrezcan o no ello sitúa el tema en otra cancha, la del gobierno de EUA.

Seguiremos el caso.