Icono del turismo en Veracruz, ejemplo de un esquema de asociación pública – privada exitoso, que ha logrado no solo ser un detonante de la economía local, sino también un inmueble autosustentable que había mantenido a las administraciones estatales alejadas de los recursos que se producen para así garantizar no solo su manejo y operación, sino su crecimiento y modernización a futuro.
El decreto que extingue el fideicomiso (no expropia porque el inmueble siempre ha sido propiedad del gobierno) del Acuario de Veracruz levanta muchas dudas con respecto a lo que pasará con la principal atracción turística del estado en los próximos años, y entre bastidores empiezan a circular algunas teorías sobre el trasfondo real del problema, que orilló al gobierno actual a tomar esta drástica decisión que en la opinión pública no ha sido bien vista.
En el bienio yunista, ya se especulaba que utilizaban a este inmueble como caja chica, y es que durante este periodo antes de la pandemia, el Acuario no solo no renovó su infraestructura, sino que canceló proyectos ya autorizados por su Consejo y con disponibilidad presupuestal; como la sala de especies exóticas y un área interactiva para niños. No hubo explicación pública al respecto, solo se dejaron de hacer las cosas y las dudas respecto al uso de los fondos ya aprobados para tales efectos quedó en el aire.
Con lo sucedido en las últimas horas, esos rumores que colocaban a la familia del estero en el centro del problema de fondo de este inmueble han vuelto a surgir. Al interior del círculo rojo hay quienes creen que los Yunes aún tenían sus manos metidas en el manejo de los fondos del Acuario, y que la decisión de extinguir el fideicomiso es precisamente para quitarles su supuesta caja chica.
De ahí que haya sido Fernando Yunes quien estallara en cólera vía redes sociales para externar su rechazo a esta medida y de una vez, aprovechar para levantar la mano rumbo a la gubernatura del 2024. Precisamente Fernando, quien habiéndose quedado sin las cuentas del Ayuntamiento del puerto, habría necesitado algún otro instrumento de financiamiento para mantenerse competitivo rumbo a dicha contienda.
¿Qué pasará con el Acuario de Veracruz?
Aunque claro, como en la mayoría de los casos, abundan las acusaciones pero no las pruebas, hoy podría decirse que todo han sido calumnias. Lo único claro es que incluso antes de la pandemia el recinto dejó de invertir, y los recursos de la venta de boletos fueron utilizados prácticamente para su operación y nada más.
Sin embargo, hoy hay más negativos que positivos en la decisión tomada por la autoridad estatal, máxime porque no hay un esquema que garantice la transparencia en los ingresos ni en los egresos del recinto. No se sabe si el personal operativo capacitado para el cuidado de las especies y los equipos del lugar, seguirán laborando y se les respetará su antigüedad o no, no se sabe si se retomará la inversión para la modernización y ampliación del inmueble en el corto y mediano plazo, y no se blinda tampoco, de las ocurrencias o intenciones que futuros gobiernos puedan tener para con el recinto.
Es la máxima atracción turística de Veracruz que ha quedado a la deriva y a la voluntad del actual gobierno. Los resultados de esto se podrán medir en el corto plazo, pero hoy hay más dudas que respuestas, mas preocupaciones que optimismo, y más aún, cuando el sector turístico veracruzano no termina de salir de una crisis para quizá entrar en otra. El tiempo dirá.