Y pues sí, aunque no lo quiera aceptar, el presidente tiene sangre española. Su abuelo materno, José Ampuero, nació en Cantabria y emigró a México a los 14 años con identificación falsa.

El abuelo del presidente conoce a Úrsula Gertrudis Guzmán y de su unión nace Manuela, quien sería años después la madre del Presidente. Como ven, por las venas del Presidente corre sangre española. Él ha expresado con anterioridad su aversión por España, porque ha dicho que los mexicanos hemos sido agredidos e invadidos por ellos y merecemos una disculpa. Por supuesto que España se ha tomado esto como lo que es, un disparate, algo sinsentido y ni siquiera le han apostado por prestarle demasiada atención al tema.

Hoy el Presidente sorprendió a todos al decir que es mejor hacer “una pausa” en las relaciones diplomáticas entre España y México para que éstas mejoren. España por supuesto no entendió nada, simplemente respondió con un “no sé de qué habla el presidente de México”.

Últimamente la mayoría de las cosas que dice el presidente no se entienden de todas maneras pero van a tener costos políticos altos. Yo ante este tema en particular tengo dos hipótesis:

  1. Que verdaderamente tiene una situación familiar, que a lo mejor no tiene que ver con España en sí, pero tal vez con sus abuelos. O quizá que sí, que en España, el abuelo del presidente fue maltratado, aunque en realidad habiéndose salido del país a los 14 años básicamente fue porque no tenía mayor futuro por la situación bélica de aquel entonces y se volvió de esos migrantes que el presidente tanto adora. Un niño a los 14 años que tiene que escapar de su país con documentación falsa, no me parece que sea un niño feliz ni que haya tenido una vida idónea para un adolescente, pero sin embargo el presidente se ha encargado de aplaudirle a miles como el, que huyen de su país dejándolo todo por buscar una vida mejor.
  2. Usa y dispone de temas recurrentes para distraer la atención de los problemas urgentes del país. Al final, aquí me tiene, escribiendo acerca de ello, es decir, lo logra.

Y tiene a todo México en franca sorpresa y estupor. Y quizá sí es por querer desviar la atención pues le funciona, pero el costo en cuanto a las relaciones diplomáticas está siendo muy alto, porque España no va a tolerar una afrenta más.

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Afrenta que además ni entiende ni sabe de dónde viene. Pareciera que el presidente se está esmerando por pelear con tantas personas que hasta a varios países está involucrando. Su enojo es tal pero es tan irracional que está llegando hasta estos límites.

Es preocupante, porque las guerras racistas existen. Porque a partir de sus dichos contra España puede crear una xenofobia de dimensiones descomunales con un país con el que ciertamente nunca hemos tenido un solo problema y si nos remontamos a La Conquista, pues digamos, ¡ya pasó! No se puede vivir de él odio a todo y por foto pero pareciera que al presidente le conviene tener enojada a la gente. Enardecerla para manipularla. Una persona enojada es más vulnerable: ¿Es lo que el presidente quiere de los mexicanos?

Es así de fácil y así de ruin y perverso.

Dejo aquí el tema para la reflexión y el análisis. Y de mi parte para España: Mil disculpas. Este enojo del presidente no me representa.