Es bien conocida la célebre frase atribuida al rey Luis XIV de Francia cuando expresó: “El Estado soy yo”. En otras palabras, el monarca simplificó lo que representaba el poder del rey. Lo era todo, y por tanto, no respondía ni al parlamento ni a ningún orden de carácter judicial.
La presidenta Claudia Sheinbaum, en un abierto desafío al orden constitucional, declaró sin ambages que no acataría la orden ejecutada por una juez de distrito.
Dicho de otra manera, la titular del Ejecutivo se considera a sí misma por encima de la ley, como si ella, efectivamente, contase con las competencias constitucionales para hacer lo que le place, sin miramientos a lo que un juez pedorro (como vulgarmente ha llamado el impresentable senador Noroña a los jueces de distrito) dictamine o declare.
Lo que quizás la jefa del Estado mexicano y los aplaudidores del régimen han olvidado es que no existen niveles jerárquicos entre los tres poderes de la Unión. Por el contrario, fungen como pilares del edificio constitucional.
Mientras el Ejecutivo, con el apoyo administrativo del Estado, es el responsable de ejecutar las leyes (perdónese la redundancia) y el Legislativo redacta los ordenamientos, el Judicial tiene la obligación irrenunciable de asegurar que aquellos dos respeten la letra y espíritu de la Constitución y de las leyes derivadas.
Por lo tanto, bajo ninguna circunstancia en un régimen que se jacta de llamarse liberal, un miembro del poder Ejecutivo, trátese de un funcionario del ministerio público, de un jefe de departamento, de un secretario de Estado o del presidente de la República, tiene las facultades de “juzgar” si una sentencia judicial es o no inconstitucional.
Como se ha repetido, en caso de alguna inconformidad, el quejoso deberá redireccionar el expediente a una instancia superior que resuelva, a su favor o en contra, en torno al asunto objeto de la controversia.
¿Comprenderá la presidenta que solamente bajo un orden constitucional funcional se puede aspirar al desarrollo? ¿Conocerá la jefa del Estado los casos de regímenes fallidos cuyos fracasos han respondido a derivas autoritarias iniciadas con desacatos a resoluciones judiciales?
Ante la eventual declaratoria de inconstitucionalidad por parte de la Suprema Corte, pues el ambiente político, las suspensiones y los reiterados desacatos por parte del Ejecutivo y del Legislativo continúan multiplicándose, se amenaza con una profundización de la crisis constitucional. ¿Quién es el Estado en México?