“El ciervo va a beber y en el agua
aparece el reflejo del tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen.
Se vuelve
—antes que lo devoren— (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos”.
ROSARIO CASTELLANOS
Al fiscal General de la República le sale muy bien eso de violar la ley. Menuda paradoja. El que debería ser guardián de la norma —encargado de perseguir, atrapar y consignar a los delincuentes— la pisotea. De paso, se burla de todos los mexicanos.
El fiscal lo hizo de nuevo. Nuevas grabaciones lo retratan como un tipo frío, inmisericorde y quien, con tal de salirse con la suya, es capaz de aconsejar, asesorar y dar un trato preferencial a quien debería de perseguir.
Si bien se podría decir que ‘quien a hierro mata, a hierro muere’, las grabaciones fueron obtenidas de forma ilegal y habría que sancionar a quien las hizo.
Mas, haiga sido como haiga sido, eso no quita que la conducta de Gertz Manero hace insostenible su permanencia como titular de la Fiscalía General de la República.
Ante todo, el imperio de la norma debe privar en una nación; no se puede permitir que dicho personaje siga abusando de su puesto de trabajo, del aparato del Estado para hacer valer sus venganzas personales como es el caso de la familia Cuevas o fungir como asesor del padre de Emilio Lozoya.
Probablemente hoy en la mañanera López Obrador descalificará las grabaciones, dirá que él confía en Alejandro Gertz y que este es un funcionario intachable. Culpará al mensajero, a quien filtró los audios, y continuará salvaguardando a quien ha demostrado reiteradamente su desprecio y abuso de la ley.
El Fiscal lo hizo de nuevo. Amenaza y recrimina al padre de Emilio Lozoya, principal acusado del caso Odebrecht, por tener como abogado a un “bandido”, le exige que desista de recursos legales y que busque un abogado “decente” (irónico: no es que el fiscal, siendo abogado, brille por su decencia…).



El chiste se cuenta solo. Desde exigir el desistimiento de un amparo hasta instruir a la parte… Gertz no menciona el nombre del bandido, pero se trata de Javier Coello Trejo, exfiscal anticorrupción de México y sí, ¡quien fue abogado del propio Gertz durante muchos años! ¿Será por eso que lo conoce tanto? Coello dejó la defensa de Lozoya después de esa llamada.
Gertz lo hizo de nuevo al negarse a contestar una entrevista argumentando un “no puedo utilizar una nota delictiva para hacer comentarios sobre ella…”. Y, por si fuera poco, el hombre más poderoso de México (sí, más que el presidente a quien tiene sometido) trata de victimizarse: “esto no es un asunto nada más esporádico, esto corresponde a una acción permanente y concertada de persecución y de extorsión mediática en mi contra”.
Vamos. De risa loca, aunque ciertamente no es esporádico; seguro hay muchas más grabaciones de él chantajeando, extorsionando, presionando y amenazando. Si ya se le oyó decir que a los ministros de la Suprema Corte de Justicia los tenía en su poder, esta “acción permanente y concentrada de persecución y de extorsión” existe, pero no es la que ocurre en contra de él sino la que el fiscal ejerce en contra de quienes no soporta.
Por si fuera poco, aun siendo él quien extorsiona, chantajea, amenaza, dijo (entrevistado por Denise Merker): “hay coincidencia entre las revelaciones de los audios y el proceso de extorsión contra abogados presuntamente ligados al exconsejero jurídico del presidente, Julio Scherer”.
No sorprende. Si el presidente de la República continúa culpando a Felipe Calderón de las muertes violentas de este sexenio, es normal que Gertz culpe a Scherer de los errores que él comete.
La permanencia del fiscal en el cargo es insostenible; está hundido en abusos y escándalos. Por lo que la pregunta fundamental sigue siendo la misma: ¿cuál es la razón de que AMLO lo defienda hasta el paroxismo? Ya lo había dicho y lo sostengo: existe un pacto de impunidad entre López Obrador y Gertz Manero. Otro ejemplo. Habría que recordar que la Fiscalía sigue sin entregar la información al INE sobre el caso Pío López Obrador, aun cuando existen dos sentencias del Tribunal Electoral (que teóricamente son definitivas e inapelables) que así lo ordenan.
López Obrador, como presidente de la República, está facultado para remover al fiscal General -mediando la aprobación del Senado-.
Que no diga que no puede. Si insiste en mantenerlo, la continuidad del fiscal confirmaría un pacto de impunidad o, peor, que Gertz amenaza al tabasqueño con información muy delicada.
El silencio de Andrés Manuel, su defensa imposible, los incongruentes razonamientos que ofrece para mantener a Gertz, lo hacen cómplice del peor procurador de justicia en la historia del país.
El desprecio de Alejandro Gertz a la ley, a la institución que preside, a todos nosotros, confirma que tiene sometido a López Obrador.