“Yo tengo miedo de que me guste
Y que vaya a enloquecer
Si eso pasa yo seguiré
Contigo aquí como un perro fiel…
Puedes pedir lo que quieras de mí
Yo haría lo que fuera para ti
Siento mucho la espera
Pero valdrá la pena cuando te esté besando”.
Shakira, ‘Perro Fiel’
“Hold me close and hold me fast
The magic spell you cast
This is la vie en rose…
Give your heart and soul to me
And life will always be
La vie en rose”.
Louis Amstrong, ‘La Vie en Rose’
La narrativa oficial informa que vivimos en un país de ensueño. Que solamente algunos no queremos ver la maravilla que ha traído consigo la Cuarta Transformación. Lo anterior desde 2018 porque nos hemos visto afectados por la reducción de presupuestos del gobierno federal destinados a la compra de publicidad oficial en medios de comunicación…
Vale la pena informar que muchos criticamos los modos y la sustancia de este gobierno igual que lo hacíamos antes con otras administraciones (esto es, en la medida de nuestras posibilidades), y que en ese entonces tampoco recibíamos del Estado un “apoyo”, “subsidio”, chayote o como quiera llamársele.
Conocemos la cantaleta de la austeridad y sabemos bien que ello se menciona cuando Presidencia habla de que se redujo el dinero que destinaba a la compra de publicidad en la prensa. Lo que nadie sabe, porque el gobierno no lo ha dicho —menos demostrado— es qué se hizo con “los ahorros”.
Si acaso, la memoria selectiva la tiene la actual administración. Más allá del dinero, por lo visto hoy es México el país más mortífero del mundo para practicar el periodismo (Reporteros sin Fronteras). Y en la ficticia realidad que ha creado López Obrador se olvidan los casi dos mil ataques a periodistas en lo que va del sexenio; el gobierno tampoco parece cobrar conciencia de los 33 reporteros —de medios locales la mayoría— asesinados, 8 de ellos en el primer trimestre de este año.
Esto es, se han registrado un 85% más de ataques contra la prensa que los sucedidos en el mismo periodo cuando el gobierno en México era encabezado por Enrique Peña Nieto.
Para Leopoldo Maldonado, director de Artículo 19, estas agresiones inician y se azuzan desde la palestra de Palacio Nacional. Pedro Vaca Villarreal, relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, coincide al decir que el gobierno lopezobradorista parece haberse resignado y que incluso fomenta dicha violencia.
Pero sigamos: podemos apostar a lo grande que el dinero que ahora no se destina a publicidad —e insisto el rubro publicidad gubernamental y no otro tipo de dádivas— ha ido a parar a financiar programas clientelares (no confundirlo con programas sociales, por favor). Estos tienen, para los cuatroteístas, la gracia de que no siguen ningún tipo de metodología y no hay forma que se solicite rendir cuentas sobre los mismos.
Todo este largos contexto es importante porque el anuncio dado de viva voz por López Obrador, el día de ayer en la mañanera, de que dedicará el 25% del presupuesto de publicidad gubernamental a establecer y alimentar un fondo para los periodistas, suena más que nada a un nuevo esquema de cooptación (también llamada censura indirecta) cortesía de la política de comunicación social de la Presidencia.
En teoría, la propuesta consiste en brindarles seguridad social a los periodistas que no tienen ningún tipo de apoyo. Si la administración tiene alguna intención de que esto funcione —así sea pequeña— dicho programa deberá estar vinculado al IMSS e incluir pensiones y atención médica para periodistas y familiares. Cualquier otro esquema, viendo por ejemplo cómo no funcionó el INSABI, valdría ni siquiera intentar llevarlo a la práctica.
Pero eso es por cuanto a la posible operatividad del fondo mismo, porque por lo que toca a los objetivos e intenciones del gobierno al proponerlo, hay mucho más que decir.
Empecemos por mencionar que es una gran trampa populista. Si esto se pone en marcha, hará que los periodistas que sí cuentan con algún esquema de seguridad social (particularmente privado) se termine perdiendo para que ahora lo pague el gobierno. Es llevar a la prensa a tener una dependencia del gobierno, cuando se debería de pugnar porque se generen prestaciones que se paguen de forma tripartita (empleado/periodista, patrón/medio, gobierno/impuestos de los contribuyentes). Esto es, procurar la formalidad del gremio en su conjunto.
Sigamos: suponiendo que se conformara dicho fondo, ¿a qué periodistas estaría destinado específicamente? ¿A los que el presidente ataca todas las mañanas?, ¿a los asesinados y de cuyos asesinos no tiene pista alguna su gobierno pista?, ¿a los youtuberos y reporteros de mentiras que asisten a sus mañaneras para aplaudirle? ¿O se tratará de los bots y tuiteros en la nómina de Palacio Nacional?
Y luego, ¿cuáles serán los parámetros para decidir cuáles son los periodistas que sin tener esa seguridad —o teniéndola— pueden acceder a la misma? ¿Alcanzará para todos? ¿Ya sacó cuentas Hacienda? ¿El IMSS?
Agreguémosle otra contradicción flagrante de esta administración. Una que pasa, por un lado, por pedir transparencia a los medios de comunicación por cuanto a las fuentes de su financiamiento, pero por el otro, que el mandatario y su equipo de trabajo sea el que decida a qué periodistas apoyar. ¿Criterios? Los que considere López Obrador, ‘dador de bondad’.
Para contrarrestar la corrupción que hay en algunos espacios de los medios de comunicación, López Obrador está considerando él “cuidar” de los reporteros y dar canonjías —sin intermediarios—. Eso, señores, se llama comprar a la prensa.
Así como la falsa austeridad ha recortado estancias, escuelas de tiempo completo, el presupuesto del INE, el abasto de medicinas, los servicios de salud y muchas otras cosas necesarias, para utilizar una cantidad ingente de dinero (mil quinientos millones de pesos) para una consulta popular que en el fondo nadie quiere, ahora ¿qué nuevos recortes se verán “compensados” con la creación de un fondo para cuidar de los periodistas?
Siendo que AMLO fue quien decía que había que desaparecer los fideicomisos, ¿ahora creará algo que operará exactamente de la misma forma?
Me apena la crítica, pero hay que decirlo: todo de esta propuesta huele mal, muy mal; hiede a podrido.
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero